martes, 31 de diciembre de 2013

En la cima no hay profetas.

Por ser el dia que es... hoy tampoco hemos entrenado.
Pero apenas hemos dejado de correr casi tres horas.
Y repito... no hemos subido montañas para entrenar sino para disfrutar y despedir el año como mejor sabemos hacerlo.

Con gente como Ju
anjo, todo resulta mucho más fácil. 

 Amanecía mientras subíamos la Jara y una vez arriba, se veía el mar, a más de cuarenta kms de distancia con total claridad (y eso... viniendo de alguien que tiene "tocada" la vision en ambos ojos, es mucho decir).

 A costado decidirse a bajar, y es normal, porque Juanjo y yo somos de esa gente que hace deporte y que no ha necesitado nunca ser profeta para llegar a lo más alto de su pueblo (Cabezo de la Jara 1200 mts...palmo más, palmo menos).
Feliz Año.

viernes, 27 de diciembre de 2013

El Trail de Chiva... o la prueba de una mente dispersa.

"Llevo casi cinco horas en medio de las montañas, corriendo cada metro de tierra y piedras que me lo permite, caminando, a veces casi escalando y otras dejándome caer con toda la torpeza imaginable por sendas que me llevan desde cimas hasta barrancos, llenas de piedras sueltas, de rocas por las que paso y piso... casi pidiéndoles perdón por tocarles y dando gracias por no abrirme la crisma en alguna de ellas...
 
Llevo un dorsal y esas horas; y con ellas 40 kilómetros de subir caminando agarrándome a cuerdas, de sentir calambres en músculos que no creía tener y de reírme de mi estampa a cada metro... sí, reírme de mi tontuna mañanera a las 7 cuando dieron la salida, aún de noche, apenas a 5 grados, con un frontal que apenas me dejaba ver media espalda del que me precedía y pensando, mientras corría entre los diez primeros, que íbamos "despacio"...
 
Qué poco me río ahora... que apenas saco ganas para caminar a una marcha mínimamente decente.
 
Acabo de bajar por el cauce seco de un río. No había senda, solo cantos rodados del tamaño del casco de F. Alonso. Tras la última bajada, ese ha sido el peor de los peores malos ratos que llevo hoy, y ya van unos cuantos...

No veía el momento de llegar al avituallamiento y una vez allí... no quería ver el momento de emprender la marcha. Y ya estando, han sido cuatro o cinco los corredores que han parado, comido, bebido y partido... y yo sin querer ver el momento...
Me dedico a beber y repostar más líquido, pero apenas cojo nunca comida, ya que llené la despensa de mi mochila con las tres cosas indispensables que Keep Going me aporta para estas pruebas, Triforza, geles y barritas.


 
He dejado ese avituallamiento y ya estoy en la senda, casi cinco horas ya y 40 kms hechos... me lo repito demasiadas veces... llevo casi una maratón y me queda media.
La senda se empina a cada paso y cada paso es más lento que el anterior. Me apoyo en los muslos para ayudarles a subir una montaña de la que, por más que alzo la vista, no veo el final.
Las Skechers se agarran al terreno como lo haría una anciana a su bolso viendo acercarse a un tatuado con gorra de medio lao... imposible separarlos.

Estoy dando alcance, a cámara lenta, a otro corredor. Hace un par de horas que no sé en qué posición voy, si diez arriba o dos abajo. 
En una zona revirada y con tramos escalonados, ya puedo oírle los pasos y antes de suponer que él también oye los míos, lo que oigo son palabras.
Está hablando. Por momentos y entre los arbustos no le veo, pero habla.
 
Imagino que lleva otro cerca o que conversa por el móvil, o que... simplemente las neuronas le han llegado a meta antes de tiempo.... pero no... me acerco un poco más a él, y descubro que... es conmigo con quien habla.
 
Dice como que: "cuando no se puede, es que no se puede...." o "es que no paro de competir..." o "vaya encerrona de carrera, no me habían dicho que era tan dura..."... "putos calambres... ni sales ni ostias"... y yo, a todo esto, mirando para atrás y hacia los lados y sin decir ni media palabra.
 
Entonces pienso: "Madre mía, en todos sitios se cuecen habas... hay hueco para "mentes dispersas" en todos los deportes...".
 
Lo curioso, y quizás, el resumen más claro de lo aprendido en los 61 kilómetros de mi primera participación en un trail "real" de montaña, es que, al igual que el terreno cambia a cada metro que haces, cambia tu estado físico, de bien a mal, de mal a menos mal... y cambia el ánimo, tantas veces como veces piensas en lo que estás haciendo.
 
Por eso, igual que le daba caza a aquella "mente dispersa" que no paraba de hablar mientras subía por la senda de la montaña, a los pocos minutos le vi alejarse lentamente y dejarme más tirado que una colilla... aunque confieso que de haber podido acompañarle dos kilómetros más,  la experiencia habría sido de todo menos motivante y altamente perjudicial para mi, pobre ya, salud mental.
 
Entonces empecé a divagar y a pensar que subir no me supone ningún problema, sea corriendo, caminando o escalando, al fin y al cabo, es una cuestión de fortaleza... cuando pueda, subiré.. y cuando no, me moveré como un koala por las ramas de un eucalipto.
 
Sin embargo, bajar y hacerlo rápido es difícil, duro, estresante y para alguien sin apenas técnica como yo es incómodo y hasta peligroso. Los gemelos aguantan bien, las R2 de Compressport no me deben faltar en próximas aventuras. Tampoco los manguitos ligeros que me cubren los brazos.
La sangre debe fluir y no quedarse ni ralentizar la marcha, para eso es la compresión, para ayudar a que el retorno se haga correctamente. A ver si inventan ya el gorro de compresión para que ese retorno se produzca también en la perola...
 
Durante 45 kilómetros he estado perdido, en una ruta marcada, con un dorsal y con avituallamientos... pero perdido. En una disciplina que, por supuesto "no inventé" de crío cuando corría tras las cuatro ovejas que me daban esquinazo a las primeras de cambio... Este es otro deporte, con ritmos distintos y con distinta gestión al ciclismo o al triatlón de larga distancia.
 
Pensar todo eso y tanto, me sitúa en el lugar donde se cuecen las habas... también yo soy una "mente dispersa", pues.
 
Mi suerte se llama Alberto, y me apena que sea porque esa suerte no estaba hoy con él. Ha tenido problemas cuando iba entre los primeros y ha estado caminando durante mucho tiempo antes de alcanzarle.
Decide que me acompaña y decido que le voy a seguir, sabiendo que su caja de cambios tiene más marchas que la mía... la mía ya solo tiene una, la del autómata, la del sonámbulo, la del conejo de Duracell que dura y dura, mientras la pila dura...
 
Pero a esa marcha que tengo, la he menospreciado durante horas y tiene algo más de lo que pensaba (un buen acierto el susodicho menosprecio).
 
Alberto se ha ido recuperando y parece acelerar conforme pasan los kilómetros, me hace seguirle casi dos horas a un ritmo mucho más alto y controlado del que llevé solo desde la madrugada, para completar más de 7 horas de prueba.

Algo más atrás (no mucho), viene Bárbara que finalmente, termina tercera de todas las mujeres. Pocas rocas habría hoy en el monte más duras que ella. 

25º y 26º
Finalmente y para mí, terminar así, corriendo, con cierta suficiencia y sufriendo, aunque no penando, lo cambia todo.
Y esto lo refleja una corta conversación que tuve momentos después de terminar:
"No me deja mal sabor de boca..." le decía después a un amigo por teléfono.
"No me deja asqueado tras semejante paliza..." le comentaba.
"No me duelen absolutamente nada de nada las piernas y la verdad... no sé si eso es bueno o es malo..." le dije finalmente,....
 
Y supongo que tras colgar, mi amigo ya sabía la respuesta a esa pregunta, la única respuesta. "..no me duelen las piernas... dice este..." Eso no es ni bueno ni malo, eso es sencillamente, mentira.
 

martes, 24 de diciembre de 2013

Vivir con los ojos abiertos.

Desde el pasado 1 de diciembre, no hay novedades por el blog... al menos no publicadas. 

El día 7 dí buena cuenta de las zapatillas protagonistas de la anterior entrada en el ultra trail de Chiva, de 61 kms de distancia. 
Nada más llegar a casa, escribí como a mi me gusta hacerlo cuando algo me toca y lo hace para bien. 
Hecha está la entrada y en ella el relato. Otro relato de esos que me cuento a mí mismo y una vez hecho, no encuentro razones para no darle a Publicar.

No está publicado aún, como se puede ver. No ha habido ningún dorsal más desde entonces. 
Las cosas que se han de contar y que a amigos o conocidos puedan interesar, respecto a meses venideros, a nuevas temporadas y a novedades, o sencillamente... esas cosas mías... memeces para algunos, meros entretenimientos para otros... también están ahí. 
Pero al igual que sucede con la crónica de esa carrera de Chiva y con el hecho de ponerme dorsales en breve, son cosas que tendrán que esperar.

No habrá más dorsales este año que ya termina. Ni San Silvestres ni nada que se le parezca. No habrá ni un solo minuto más de deporte buscando entrenamiento, aunque no deje ni un día sin salir a correr una, dos o hasta 4 horas seguidas. Nada de eso es entrenar ahora mismo. Sencillamente deporte y si acaso consuelo.

El deporte me ha dado mucho durante casi toda mi vida. Más de treinta años ya. De ese mucho, la mayoría ha sido bueno, pero de lo otro, también ha habido. 
En estos momentos solo tengo en cuenta lo apartado que estuve durante años de familia y amigos. No en el sentido de no estar, ni de no querer, ni de falta de cariño, sino de vivir con tanta intensidad, quizás demasiada.

Voy a seguir haciendo cuanto quiero y amo mientras pueda. Es parte de mí correr o pedalear cada día, aunque solo sea por unos minutos. Llevo toda la vida enganchado a ello y creo que sea capaz de apartarme nunca del todo.
Pero en estos momentos, en los que termina el mejor año de mi vida, con la llegada de alguien, de una personita que me tiene agarrado, estrujado y totalmente enamorado, mi hija; tengo la sensación agridulce de la alegría inmensa de esta familia que ha crecido y al tiempo, la tristeza de otra parte de mi familia que se ha ido para siempre. 

Al final, todo se reduce a vivir intensamente cada minuto, cada segundo de aquello que quieres, y hacerlo con los ojos bien abiertos, para no perderte todo lo bueno que te rodea y que dejas de disfrutar pensando que siempre estará ahí.

domingo, 1 de diciembre de 2013

GoBionic Trail. (100 kilómetros de monte después...)


CORRER CON 0 DROP, CON LIGEREZA Y PROTECCIÓN. ¿ES POSIBLE?

Sí. Con la GoBionic Trail de Skechers.

La pregunta podría ser: ¿cómo te atreves a hablar de una zapatilla con una sola semana de uso y en un terreno "poco" habitual para ti? o también: ¿Cómo no te esperas a competir en una prueba de montaña de verdad, y no en los montes y sendas que tienes cerca de casa para valorar las prestaciones de ésta zapatilla.

Se me ocurren varias respuestas, pero a la primera diría que... tras una semana, cinco sesiones y una una centena de kilómetros de mucho trote, caminata y poca carrera rápida en llano... no me aguanto las ganas de mostrarlas y a la segunda pues... que posiblemente, tras el Trail de Chiva de 61 kms del próximo sábado 7 de diciembre, tenga más cosas que decir sobre el funcionamiento del material, pero ya de una manera más enfocada a la competición.

El caso es que yo, sin ser ningún experto, ni probador de infinidad de zapatillas, he de quedarme en casa y hablar de lo que tengo en ella y básicamente, de cómo me funciona a mí. Intentaré no dejarme nada en el tintero porque son muchas las cosas que trae la zapatilla que presento. Y aunque utilizaré el menor número de tecnicismos posible para una mejor comprensión, espero no pasarme tampoco de "demasiado" coloquial.

Entrando en materia, la entrada de hoy va dedicada a la nueva GoBionic Trail de Skechers.

Voy a confesar desde el principio, que estas son el segundo par de zapatillas de trail que he tenido en toda mi vida. El primero me llegó a primeros de año y por supuesto, también eran Skechers, más concretamente el modelo GOtrail. Sencillas, minimalistas, de taqueado pequeño, muy flexibles y para mí, más que suficientes por entonces, para entrenar y competir en carreras no muy largas como fueron los 22 kms de la Carrera de Montaña de Un Reto Compartido en Lorca donde finalicé 4º.

Eventualmente, he competido en carreras de montaña que rondaban la distancia de la media maratón (excepto los 101 kms de Ronda) y siempre lo hice con zapatillas ruteras, dado el escaso nivel técnico de los recorridos y la verdad... se me hacía difícil pensar en el hecho de llevar calzado de casi 400 gr en cada pie.

GoBionic TRAIL
Las GoBionic Trail, han superado todas mis expectativas en cuanto a diseño, comodidad y ligereza, tanto que la primera sensación al ponérmelas fue de llevar cualquier otro modelo de la marca. Aún así y como ya he dicho antes, esperaré a hacer una o dos pruebas con dorsal para valorar por completo la funcionalidad.

PESO
Cuando llegaron a mis manos, lo primero que noté fue que no debía temer un cambio en la sensación de llevar mucho más peso, el generoso taqueado de la suela engaña a primera vista y crees que aunque solo sea por eso, la báscula te va a dar un susto.

En efecto, el susto me lo llevé cuando la pesé y comprobé que en mi número 43.5, los 250 gramos que marcaba la báscula, indicaban que por lo menos esta, no es la zapatilla pesada de la marca. Comparte prácticamente peso con la GoRide.

FORMA Y MATERIALES
La zapatilla presenta una caña más alta que su predecesora,  debido también al uso de más "tacón" o material en la zona del talón. Las comillas las utilizo porque el "tacón" de más es solo apariencia ya que este material "de más" rodea la parte inferior del pie y lo sujeta más en la zona del talón, para impedir movimientos laterales de este dentro de la zapatilla en aquellas zonas de pendiente muy pronunciada o técnica donde impactar con el talón sea inevitable.


HORMA
Sin embargo, mantiene otra característica común a todas las Skechers que he probado, y es el generoso ancho de la zapatilla de mitad de pie hasta los dedos, cosa que les da toda la libertad imaginable.

UPPER.
El material utilizado para el "envoltorio" se basa en tres capas de diferentes materiales que protegen de la humedad exterior, ayudan a expulsar la interior y dan la suficiente ventilación al pie.

Los ojales para el cordón están por encima de la zapatilla, con lo cual, evitamos que el cordón presione directamente sobre la lengueta y por lo tanto, sobre el pie.
La lengueta, como en el resto de zapatillas Skechers, va cosida a la propia zapatilla casi en toda su extensión, lo cual imposibilita que esta se mueva y por lo tanto, elimina la necesidad de colocarle ningún sistema de paso del cordón para mantenerla en su sitio.

A la altura del pie donde atamos el cordón, la lengueta termina en una solución de lo más práctica y sencilla que he visto nunca, una tira de material tipo neopreno fino, que a la vez de flexible y funcional es tan cómoda que no notas que lleves nada, aunque haga su función como cualquier otra de las que normalmente se "acolchan", para que no te haga daño en esa zona donde el pie pierde el nombre y empieza a llamarse pierna...
INTERIOR
El interior de la zapatilla, es al igual que sus hermanas ruteras, cómodo y suave, pudiendo desde la primera vez que te las pones, usarlas sin calcetines. Dado que en mi zona el terreno es muy seco, la facilidad con la que te entra arena y pequeñas piedras, es mejor usar calcetines... aunque tiempo al tiempo...

PLANTILLA y DROP (diferencia de altura de suela entre puntera y talón)
La GoBionic Trail, incorpora una plantilla extraíble de la que resaltan dos cosas principalmente: por un lado, la parte inferior con un dibujo "rallado" que impedirá que se desplace lo más mínimo dentro de la zapatilla y un pequeño aumento de material en la zona del talón que proporciona exactamente 4 mm de altura y ligera amortiguación.
Quitando la plantilla, se elimina la diferencia de altura entre puntera y talón de la zapatilla. 0 drop.

FLEXIBILIDAD y sensaciones corriendo.
Antes de ponérmela, probé otra "marca" de la casa, su flexibilidad. La suela, fabricada con el material Resagrip, que es el nombre que se le da al Resalite con un 30% más de caucho) y que hablando coloquialmente, se dobla con una mano. Inmediatamente pensé: "Tanta suela y se dobla tanto... hummm, habrá que esperar a correr para probar la dureza y durabilidad".
Y así lo hice, a los 20' de sacarlas de la caja ya las tenía puestas y me fui al monte con ellas.

La idea era hacer una media hora, tranquilo y con cuidado para ir haciéndolas y haciéndome.

La cosa terminó con dos horas de todo lo que pude encontrar con sabor a monte, caminos, sendas, zonas de piedra suelta, roca en pendiente lisa, subidas que obligaban a caminar, bajadas técnicas...
Lo primero que noté fue que la suela era tan flexible en el pie como cuando la tuve en la mano y se adapta perfectamente al terreno.
Esto, a quien esté acostumbrado a zapatillas de montaña con suela rígida y con un drop por encima de 10 mm le puede resultar incómodo al principio, pero en mi caso, que vengo de usar la GOrun de 195 gr, para competir y ya casi para todos mis entrenamientos, apenas noté diferencia al correr por caminos.

La sensación es de tener mucho más contacto con cada centímetro de suelo que pisas y por lo tanto, más control sobre tu cuerpo al correr.
La culpa de esto la tienen sus tacos con ranuras multidireccionales que se adaptan al terreno para un mejor apoyo y tracción.



 
Como en el resto de modelos Skechers y más concretamente la línea GORun, la variedad de colores para ambos sexos es enorme.
 
PRECIO Y VENTA.
Una pregunta que me suelen hacer por la zona donde vivo, es cuanto cuestan y donde se pueden conseguir estas zapatillas.
Bien, sobre precios, sin detallar porque cada comercio aplicará sus tarifas, lo que sí puedo asegurar es que desde la GoRun, pasando por la GoRide, ambas en modelos 1 y 2 y hasta la que presento en esta entrada, los precios que he visto no sobrepasan los 80 euros y se pueden ver a partir de 59. ¿Dónde? En cualquier tienda de deportes de la casa Blanes.
 
RESUMIENDO...
Ahora viene lo bueno... probarlas en competición. Personalmente no necesito que me digan nada nuevo para seguir con ellas pateando montes y caminos hasta donde haga falta.
Estas zapatillas me proporcionan toda la libertad de movimiento, naturalidad al pisar y comodidad en general que pueda necesitar, pero bien es cierto que... ahora que las llevo, ya tengo una excusa menos a la que acudir si las cosas no salen como espero. En fin, esto es lo de siempre... la mona que se viste de seda.