Esta mañana me he despertado con el ruido de los helicópteros.
Ayer no hice ningún deporte, pero cuando me atacó el sueño lo hizo para
desplomarme.
No quiero ver ningún vídeo ni imagen más sobre la riada. No
se me quita de la cabeza lo que ví y viví durante casi dos horas a pocos metros
de la misma. Olas que pasaban por encima de la pasarela peatonal... nunca
imaginé que vería algo así. No era capaz de asimilar aquello. No tuve miedo,
tuve pánico.
Cuando el agua golpeaba la pasarela y el muro de contención,
el edificio donde nos encontrábamos vibraba como lo hace cada vez que hay algún
pequeño terremoto. No queríamos seguir allí. Lo primero que piensa uno es en
los suyos, en familiares, en amigos. Pero las líneas estaban bloqueadas y no
había manera de comunicarse. Salimos de allí para casa sin importarnos cuanto
nos mojáramos o no. Llegamos y empezó otra batalla, la de recoger agua del
suelo, poner todas las toallas posibles en el suelo, cubos y alguna olla para
recoger el agua de las goteras que hay, culpa quizás de las fisuras del
edificio durante el terremoto del año pasado.
Mi hermana, que le toca trabajar en un pueblo a 25 kms de
aquí, a estas horas sigue allí sin poder moverse por las carreteras cortadas,
sin luz por momentos, ni medios para nada.
Pero todo esto no tiene importancia, una vez que sabemos que
estamos bien, ni el miedo, ni el mal trago, ni la casa, ni el deporte, ni
absolutamente nada. No me quito de la cabeza a esas familias que a dos pasos de
aquí, perdieron ayer a un ser querido, a un muchacho y a una cría de nueve
años... hasta me cuesta escribirlo, porque me cuesta imaginar que la mañana
ayer empezara tan normal y todo cambiara en un momento.
Solo tengo un recuerdo de mis primeros años de infancia,
solo uno. El recuerdo es una imagen de olas de agua pasando por la rambla,
llevándose casas y matando a decenas de personas. Era el 73 y yo tenía apenas 3
años. Mi padre dice que es imposible que me acuerde de aquello. Pero lo cierto
es que es el único recuerdo que tengo hasta bien pasados los 10 años. Quizás
por eso ayer, quedé paralizado y el corazón se me encogió nada más ver la
primera crecida.
Cuarenta años después, volví a tener ayer, la misma
pesadilla.
No quiero ver más imágenes de la riada.
2 comentarios:
Mucho ánimo... Lo siento.
Mil ánimos Ramón, ojala pase pronto y podáis volver a la normalidad sin arrastrar malos recuerdos. Un abrazo.
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