domingo, 6 de diciembre de 2015

Cuando seas padre.

Suele suceder


Suele suceder, que aquello que me apasiona lo sigo hasta la extenuación y lo exprimo hasta dejarlo seco como la tierra que me rodea. Lo sigo tanto que, a veces, aquello que me apasiona llega a pesar, a aplastarme y a no dejarme ni pizca de aire. Y entonces me aparto. Dejo que pase el tren rápido y espero al mío, al que cogí una vez. Al lento. Al que me deja ver el camino y todo lo que le rodea.


Nunca estuve tan "quieto" como ahora, si exceptuamos aquellos meses del 95 cuando tuve que aprender de nuevo a caminar, a abrir una botella, a resistir más de dos minutos dentro de un lugar cerrado. Todo tiene su razón de ser y por una vez, esta razón es buena.


Quiero ser maestro. A mis 45, sí. Y ya en el primer encuentro con los estudios, después de tantos y tantos años, me doy cuenta que quiero ser maestro sabiendo que lo mejor de serlo, será no saber nunca de todo y tener la mente abierta para aprenderlo.


Barrigas que hablan.
No me gustan los trenes rápidos y no me gusta ir junto a gente a la que le gustan los trenes rápidos. Puedo estar un rato. Respetar y escuchar atento, pero no subirme con ellos.


Más de una barriga de esas que no se ven los pies por dejadez, hablaba en nombre de su dueño hace tiempo y me decía aquello de: "cuando seas padre, verás como se te acaban las correntillas..." refiriéndose a mis entrenamientos, mis carreras y demás locuras varias.
Y yo, sin ganas de preguntar cuando se les terminaron a ellos, y mucho menos, de saber porqué culpaban indirectamente a sus criaturas de aquellas prominencias abdominales, creadas con esfuerzo, tesón y litros de rubia fresca, les contesté una y otra vez lo mismo:


Ojalá tengas razón. Y ojalá no te equivoques en los dos asuntos que me dices:
1. cuando sea padre
2. y que dejaré todo por serlo.


Y mira por donde... resulta que no es así.
Y mira por donde, resulta que no. Que no hay que dejarlo todo y no por ello, me crece el mundo alrededor del ombligo.


Culpar de no poder, de no tener, de no saber, de no hacer... a un hijo, es quizás, la forma más egoísta, cobarde y penosa, de admitir que todo te queda grande. Lo que haces, lo que anhelas y lo que has traído al mundo.


Yo culpo a mi hija de cambiarme la vida. De querer vivir más tiempo y no hacerlo para tener más o llegar más lejos, sino para verla crecer. No puede haber nada más sencillo y grande a la vez en esta vida.
La culpo de apartarme de la mirada de los demás, que siguen mirando y no los veo.
La culpo de olvidarme de lo que duele el dolor, si no es ella quien lo sufre.
La culpo de vivir al ritmo de su media lengua y de cada cosa que descubre cualquier día.
La culpo de llegar como yo siempre quise que llegara, y siempre fue mucho mucho tiempo y llegó, como un vendaval de aire puro, como una tormenta de vida, como un grito que te detiene cuando ya no sabes hacia donde vas y te dice que ya, ya has llegado, ya no tienes que seguir buscando, porque la vida es esto. Por fin lo entiendes.
Mi hija, Inma.

jueves, 1 de octubre de 2015

QUIERO SER COMO BRAD PITT

Después de 30 y tantos años entrenando y compitiendo, reconozco que la relación entre: Hoy: "busco mi sueño y mis sesiones son inhumanas porque anhelo llegar al máximo de mis posibilidades" y mañana "voy a disfrutar (no esperéis mucho del resultado) y me lo tomaré como un entrenamiento más"... no termino de entenderla.
Será que nunca se me dieron bien las matemáticas.
(aunque a lo de 1-1=0, sí que llego).
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No sé si empiezo con el final, pero el resumen es bien corto.

Motivarse es encontrar algo que te anime a seguir, pero nunca, jamás ha sido algo que te mienta y te diga que eres quien no eres o que siendo hoy Pinocho, mañana vas a ser Brad Pitt, porque lo normal es que como mucho, te parezcas a Santiago Segura.

Motivarse es plantar los pies en el suelo y saber que sólo motivándote no vas a ninguna parte. Porque... aparte de ponerte tu música favorita en el IPod, tienes que calzarte las zapatillas y salir a entrenar cada día. Cada día. Cada día.

Motívate pensando en el trabajo que tienes mañana, y mañana en el trabajo que tienes pasado y deja allí, al fondo del todo, el punto de luz que supone tu objetivo, llámale sueño o como quieras, pero mientras llega o no, es simplemente una guía.

Debería motivarte mucho más el camino, mucho más lo que eres capaz de hacer cuando nadie te ve y sabiendo o creyendo que nadie va a saber de ese dolor de piernas, de ese gusto a sangre en la garganta o esas rozaduras en los dedos.

Debería motivarte mucho más luchar contra todo eso y aprender al mismo tiempo, y casi siempre hacerlo en silencio.

Lo que te acerca a Brad Pitt es hacer camino de aquí a Los Angeles o donde diablos viva y no un poster del tipo en tu pared.
Mientras, tanto tú como yo, estamos mucho más cerca de parecernos a Santiago Segura.

¿Resumen corto?... como si no me conocieras...

viernes, 11 de septiembre de 2015

OS INVITO A UN HELADO... DE AQUÍ, POR SUPUESTO.



En el Tour del 54, Bahamontes se escapó subiendo un puerto y era tan bueno que "esperó" a sus adversarios en la cima comiéndose un helado...


Mira tú por donde, las cosas de la memoria tienen una forma rara de funcionar.
Mi hija dice que le gusta el helado de "chocotate" y que a papá le gusta el de "vanilla".
Y ahí estoy yo, todo el verano comiendo helados de "vanilla" para no hacer la contraria a mi hija.
Recordando pues, el tema del helado, caí en que alguna vez leí o escuché que el helado que Bahamontes comió en aquel puerto, era de vainilla.
Las cosas de la memoria, que no vienen ni a cuento, pero tienen su gracia.


Bahamontes fue un magnífico ciclista en su época, un extraordinario escalador y además, el primer español en ganar un Tour, cinco años después de comerse el helado "esperando a sus rivales"...
Las comillas no se las pongo a Federico, se las pongo a la prensa nacional, que entonces funcionaba así y a día de hoy, me da la impresión que poco a cambiado.

 El "Aguila de Toledo" subió con varios radios rotos aquel puerto. Escaparse no era un capricho, era necesidad pura y dura de llegar con tiempo, para dárselo al coche que le asistiera. Podía subir, pero no bajar en esas condiciones.
Y mientras esperaba, se comió un helado el tío. Ahí, saltándose a la torera todas las "leyes" sobre nutrición deportiva y posibles intolerancias a la lactosa... ¡qué horror! y ¡qué poco respeto a la prueba!...
Posiblemente, aquel helado fue de lo más sano que Bahamontes comió aquellos días y desde luego, bastante más sano que los que comemos actualmente.


Comerse un helado en pleno Tour, puede no parecer muy ortodoxo, pero hablamos de mitad de siglo... cuarenta años antes de las barritas, los geles y las bebidas isotónicas.
Los gregarios a menudo, "atracaban" bares en busca de líquido para ellos y sus líderes y en la estampida, a veces se daban cuenta que no era agua sino algo más "reponedor" como algún licor o similar (sin alcohol, por supuesto...).
Aquí se vendió aquel episodio, a falta de televisión y redes sociales, como les dió la real gana. Vendiendo ya la marca España, la roja y todo eso.
Hasta yo, siendo ya bastante mayorcito, de juvenil, seguía creyendo el día que conocí personalmente a Bahamontes, que fue tan bueno que se cachondeaba de los extranjeros en su propia casa, parando a comer helados.


Menos mal que no fue así. Me parecería de una soberbia tremenda y de una forma bastante tonta de demostrar que nunca nos hemos creído inferiores a otros. Algo bastante difícil de creer, cuando seguimos con esa manía de hacer épico todo lo que el español hace y normalito, cuando no de dudosa consecución todo lo que hace el resto.
Mola más seguir pensando que Marquez puede tomar las curvas por donde le apetece, pero no que lo haga Rossi o que F. Alonso no pilote sino que haga magia mientras Hamilton solo conduce el mejor coche en pista.


1954... 2015. Hay cosas que no cambian. Helados que no se derriten.

viernes, 21 de agosto de 2015

Siempre fue mejor quedarse ciego por soñar despierto, que despertar y ver cómo se quedaron los sueños en la almohada.

El salmón es un curioso animal, que no un animal curioso.

Basa su vida en una infinita paciencia mientras crece para culminar su existencia en el viaje más largo, difícil, duro y peligroso que uno pueda imaginar y siempre contra corriente.
Y no le importa... no porque no piense o razone, sino porque sencillamente está escrito en su ADN, que la importancia de su vida está justo al final de la misma y eso, tiene todo el sentido del mundo.

El hombre es un animal curioso, que no un curioso animal.
Basa su vida en una infinita prisa por todo, incluso antes de saber qué es la prisa, los padres ya se encargan de hacer que tenga todo, que sepa todo, que experimente todo antes incluso de necesitarlo.
Curioseando, quiere lo que otros, desea, envidia y cree que ahí está el sentido de su vida. En no ser o tener menos.

No nada contra corriente, no pedalea contra el viento y no corre si el sol abrasa... por mucho que esté escrito en su ADN.

La importancia de su vida radica en pensar, creer y hasta ilusionarse con la idea de que no va a morir nunca y en todo caso, si ese "mal día" llega, el objetivo será que el resto del mundo le recuerde por lo menos cinco o seis días después de su ida... (y perdón por el exceso de confianza...).

Poco premio para tanto cacareo... por muchas palmaditas en la espalda que le acaben dando en el barrio.


Curioso animal también... pues razonar le sirve para recordar lo feliz que fue ayer y hacer planes para mañana... dos cosas totalmente irreales cuando lo único cierto está sucediendo ahora mismo y no se da... o no se quiere dar cuenta.

 Mejor nadar contracorriente, pedalear o correr hasta no poder más... y nunca más... y que al menos el día de hoy, valga la pena.

martes, 21 de julio de 2015

Medio kilómetro más.


Medio kilómetro más...

He bajado caminando desde el Veleta. Pero hace ya, muchas horas que la palabra -competición- se ha diluido en el aire y el aire se la ha llevado.
No quiero correr más.
Arriba pensé que tardaría semanas en poder volver a hacerlo, pero conforme he ido bajando, el pecho me palpitaba menos y los pulmones volvían a llenarse de oxígeno.
Y aún así, no necesito correr más hoy, con el reloj metido en la mochila, bajo  caminando y tranquilo.
Medio kilómetro antes de meta, una chica espera a alguien y me anima.
"Ya lo tienes", me dice. "Enhorabuena".
Enhorabuena... pienso. ¿Cómo entender que se me felicite por llegar en este estado...?
Hoy es martes. Recuerdo que el sábado por la tarde, en ese instante escuchaba perfectamente al speaker y el bullicio de la gente en la plaza y pensé entonces que ya había terminado todo...

EL SOL BRILLA TANTO ALLÍ ARRIBA... 
Una hora y media antes, estaba arriba.
Un terraplén de doscientos metros en línea recta y un 50% de desnivel, se come otros 15' de mi día y lo peor está por llegar. Coronar.

Cada pocos y lentos pasos, me voy deteniendo para respirar y aliviar un poco el dolor de cabeza que me provoca la altitud. Me voy sentando en todas las rocas que no me obligan a agacharme demasiado. Jamás en mi vida había caminado tan lento dándolo todo...

Pienso en cosas sencillas. Cuento los pasos hasta la siguiente roca o giro de la senda y vuelvo a sentarme. El sol brilla tanto allí arriba que cuando cierro los ojos, sigo viéndolo.
Y cuanto más subo, más caigo.

Me pregunto, como llevo toda la vida haciendo, porqué he seguido...
Más que sentir, soy consciente de que me he equivocado. Me viene a la cabeza, un amigo, un buen amigo al que la montaña se le llevó a otro ser querido hace poco.
No tiene ningún sentido sentirse más pequeño aún de lo que uno es. Hay cosas que no hay que hacer. Líneas que no hay que sobrepasar.

No tiene sentido verte tan vacío por dentro como un pozo sin agua, un final sin luz.
La altitud me ha vencido. Nunca hemos sido amigos. Me ha ganado la partida desde hace horas y ahora me está aplastando.
Al llegar arriba, al punto más alto de la prueba y sabiendo que pocos minutos allí sin moverme me harían pasar mucho frío, me senté sobre la tierra junto a los dos voluntarios que me daban agua y onzas de chocolate.
Entonces me acosté y antes de apoyar la cabeza en la tierra ya había cerrado los ojos y pensé entonces que ya había terminado todo..
 
AMANECE Y DESPIERTA.
Desde Guejar hasta Pradollano, muchos kilómetros y horas antes, los ojos agradecieron, no solo la llegada del día, sino comprobar que las rampas no eran tan difíciles como lo fueron durante la noche.
Llevaba más de nueve horas pero sentí como si algo dentro renaciera. Pensé que por una vez, había obrado bien desde el principio y lo mejor estaba por llegar.

Subí confiado a la vez que tranquilo. No dejé de comer y animé a todo aquel al que pude alcanzar. Les veía subir lentamente y sentía su esfuerzo porque así había estado yo buena parte de la carrera. Lo sentía y hasta sentía sufrirlo también.

TAN CERCA. TAN LEJOS.
Y el espejismo duró apenas dos horas. Llegando a Pradollano y en poco tiempo, pasé del sosiego al agobio, de la tranquilidad al pulso acelerado y fuí cada vez más y más lento.

Acababa de mirar al Veleta y de pensar que, poco a poco, lo haría... y en un momento, volví a ver el pico y aquel  parecía haber crecido hasta el infinito. Vuelvo a empequeñecer más aún que antes y entiendo que al infinito no se puede llegar. Yo no llegaré nunca. Porque al infinito se llega con los sueños cuando tienes años de joven, y a mí las dos cosas se me van acabando con el paso del tiempo.
Entrar en Pradollano fue sencillo. Mi mujer esperaba con la niña dormida en brazos. Y eso me alegró más que el día, la vida.

"No sigo. No puedo más. -Me duele una rodilla mucho y no quiero lesionarme..." Le dije.
Y era cierto, pero no era tanto. Era una verdad a medias repetida tantas veces que hasta llegué a creérmela. Necesitaba una razón lo suficientemente grande para no seguir, porque temo. Sí, temo.

"¿Te paras aquí? El coche está ahí mismo", me dijo.

"No, voy hasta el avituallamiento, cien metros más".
Llegar allí era mi consuelo. Terminar por completo esa penúltima etapa del día. Llegar a Pradollano y que no tuvieran que trasladarme desde ningún otro lugar.

"Yo me quedo aquí. La niña pesa mucho y no puedo seguirte". Me dijo.
"Ahora me llamas y me dices. Aquí estamos".

Quise decirle entonces cuanto lo siento. Cuanto siento no hacer lo suficiente a veces, para que se me vea feliz.
Y lo suficiente, de sobra sé que casi siempre es, mucho menos de lo que pretendo.
DAME AGUA Y GALLETAS DE CHOCOLATE.
Dentro del edificio, me aplauden al llegar. No sé ni qué comer, no tengo hambre. Solo quiero sentarme.
Cojo algo de arroz y pan y me siento.
El plato sigue intacto y yo agacho la cabeza sobre las manos. Los voluntarios me animan y les pido que no sigan, porque yo no voy a seguir.
No sé si abatido es la palabra. Sólo es una prueba deportiva y un lugar al que puedo volver siempre que quiera, sin necesidad de dorsal. Pero yo, como tantos otros, he elegido ese día. Ese mal día.
"Me he retirado...", les digo. Ha podido conmigo. Otra vez. Pienso, asumo y respeto todo lo que puedo.
Pensé entonces que ya, por fin, había terminado todo.
Más de media hora después, y aún allí, veía como un espectador más a los corredores entraban exhaustos por una puerta y tras comer, salían y continuaban por otra distinta.

Ya respiro bien y sigo con las manos en la cara. Me froto los ojos y me rasco el pelo. Me voy enfriando y empiezo a preguntarme qué puerta escoger.

"Dame agua y galletas de chocolate. Muchas. Me van a hacer falta... maldita sea", le digo al buen voluntario.
El sonríe. Pero yo no. No está bien lo que voy a hacer.
Salgo por la puerta. La puerta pequeña. Y empiezo a subir caminando sin alzar la vista.
"He de llamarla y decírselo rápido para no arrepentirme o darle tiempo a una palabra de preocupación" pienso.
Y sé que la dijo. Sé que de alguna manera, me pidió que no siguiera. Pero esperó a que cortara la llamada para hacerlo. No es justo para ella. No lo es. Saber que hay cosas que soy incapaz de cambiar.

A partir de ahí, no hubo ni un segundo de alegría en mis pasos.
Cuanto más me acercaba al sol, más oscuridad había... Cuanto más soplaba el viento, más silencio escuchaba... Cuanto más miedo tenía, más difícil se me hacía mirar atrás y volver.

GRANADA ES LUZ. Y NOSOTROS, LUCIÉRNAGAS.
A las doce de la noche dieron la salida.
Medio kilómetro más allá subíamos a la Alhambra y dentro de la ciudad bajábamos hacia el Darro.
Cinco minutos tardó la prueba en decirme que no me quería.
Bajando por asfalto, las piernas se bloquearon y el dolor de muslos me hizo parar y seguir caminando, fui el primer... y único corredor que caminaba tan pronto.
Todos pasaban y los amigos, los buenos amigos de La Sima y de Lorca, preguntaban y yo solo les decía que...  aquello ya había terminado.

Demasiadas visitas de este dolor durante demasiados años con una vértebra que no me dejará vivir una mediocre vejez, me recuerdan que si me relajo, puedo continuar. Mucho más lento y con molestias a cada paso, pero puedo seguir. Y lo hice.

Y hacerlo me brindó una vista increíble de toda la fila de luces serpenteando las montañas de noche por delante y cada mirada atrás duraba todo lo posible para saborear la vista de una ciudad como Granada que brilla y se aleja. Si no crees en la magia, tienes que verlo...

No me arrepiento de haber continuado. Aunque solo sea por eso.

RATOS DE ESTA VIDA QUE, A VECES, DURAN DEMASIADO.
Puedo oír al speaker en meta. Medio kilómetro y mi día más largo, llegará a su fin.

Llevo varios minutos con leves mareos que conforme desciendo se alargan más en el tiempo. No tengo hambre ni sed. Me he alimentado mejor que nunca pero cada vez me cuesta más mantener la línea recta. Venía bien y empiezo a estar peor aún que allí arriba.
(Más tarde, los dos pasos por la ambulancia y tras varias pruebas, me explicarán que ha sido el cambio de presión lo que tanto me ha afectado. Llegué a marearme otra vez mientras hablaba con el bueno de Pau Capell y Marta, que se acercaron a saludar, después de tanto no pasamos apenas tiempo juntos).

Aquella muchacha que esperaba a alguien, acababa de felicitarme antes de llegar.
La senda pasa junto a una valla. Llega al asfalto desde donde se ve el arco de meta.
La senda se separa de la valla. Pero yo no. La valla debe estar cerca porque algo no va bien.
Me tambaleo. No tengo hipoglucemia, eso lo tengo claro, pero no soy capaz de caminar erguido ni en línea.

Miro abajo y sé que son ellas, aunque no las distingo, pero se que van a estar cuando llegue y antes que nadie, las dos vienen a mi encuentro.
Entonces el mundo se me viene encima. Yo no quería esto. Así no. Otra vez así, no.

Mi hija me coge la mano y siento que me da igual llegar o no. Es más, no le encuentro ningún sentido a hacer ni un solo metro más, aunque sean unas pocas decenas los que me quedan.
Temo caer y asustarlas. Mi niña no sabe nada. Y entramos juntos a meta cogidos de la mano.
La gente aplaude. Alguno grita y me da la enhorabuena desde la valla.
Enhorabuena...

Nunca, jamás en toda mi vida, en toda la vida que he deseado ser padre, que ha sido mucha, imaginé que la primera vez que cruzara una línea de meta con mi hija, sería ayudado por ella.
Inma tiene dos años y tres meses.

jueves, 16 de julio de 2015

EL VERANO ES PARA LAS BICICLETAS (por eso me voy al monte...).



Como sucede en ciclismo, si a una contrareloj no se le puede llamar así por tener menos de 8 kms,  en trail lo que no pase de la maratón, no es ultra. (llevo poco en esto, pero así me lo aprendí yo...).
Y digo yo... a partir de dos maratones debería ser ultra-ultra...  y así sucesivamente hasta dar la vuelta al globo azul por la línea del ecuador.

Trail Menorca Camí de Cavalls tiene algo así como 4 maratones y 17 kms más para soltar piernas antes de meta y sumar esos 185.

Sin ir tan lejos ni tocar la ecuatoriana (la línea digo), hacer 103 kms y subir a lo más alto de la península se le antoja a quien escribe, tan ultra-ultra.... como cualquier otra distancia, porque al final, el "disfrute" puede durar lo mismo o mucho más.
(ya sé, 185... 103... os oigo sin veros: "eso no puede ser sano..." Y en efecto, no lo es. No lo es ni pensarlo, porque pensarlo ya duele).

VAMOS A CONTAR MENTIRAS... O NO.
- Si te digo que mañana a las doce de la noche cuando den la salida, no voy a intentar sufrir lo justo y necesario (todo lo humanamente posible) para quedar en paz con todo el entrenamiento hecho), te engaño.

-Si te digo que me debato entre dejarme llevar o forzar un paso que me deje vivir y saborear una experiencia que no se repite demasiadas veces, no te engaño.

-Si te digo que esta semana me han salido las siete plagas de Egipto y alguna más, te engaño, porque estoy perfectamente  (ya sé que todos los males salen siempre en el peor momento pero... esta vez al menos, el raro soy yo...).

-Si te digo, al hilo del punto anterior, que para evitar en lo posible el dolor de piernas he hecho más montaña que nunca, más gimnasia que nunca, que me he alimentado y me alimentaré durante la prueba lo mejor que pueda para llevar mis depósitos llenos, entonces no te miento porque eso es lo que llevo en la mochila.

No esperaré a terminar para agradecer, porque ellos no se han esperado a que termine para desearme lo mejor y encima no pedirme nada. Ya no es cuestión de  cómo me he alimentado, cómo lo haré en carrera, cómo vestiré o cómo calzaré, sino sobre todo, una cuestión de amistad que agradezco cada día, sin necesidad siquiera de dorsales por medio.

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martes, 7 de julio de 2015

La sonrisa no tiene que ver con el dolor de piernas.

MEDIA MARATÓN DE MONTAÑA DE CALAR ALTO.

Esta fue, mi carrera de correr corriendo con zapatillas de correr en la Media Maratón de Montaña de Calar Alto (la más alta de España¡¡¡ que suena mejor y parece mucho más de lo que es).

Contar crónica... como que no.

Yo sé que nadie lo dice, pero yo sí: He ido a disfrutar.
Lo que sucede es que no acabo de entender cómo se hace eso cuando tienes 21, 42, 80 o 100 kms por delante, o un medio ironman o dos seguidos el mismo día...

Obviamente niño... si no cobro ni gano nada y encima pago por correr, si voy, voy porque de alguna manera disfruto. Es tal la obviedad, que anunciar previamente tus intenciones de disfrutar, dudo que siempre sea para avisar del "fiestón" que te vas a pegar.

No usemos la frase de "voy a disfrutar" como la de: "esta me la tomo como un entrenamiento..", que no cuela.
Que eso rara vez no lleva escrito por la cara B, la idea de que "no creas menos en mí si no me va bien hoy...", que quiero seguir teniéndote como fan.

A eso, de toda la vida se le ha llamado curarse en salud. Y en mi opinión, demuestra que desde que te ves en la necesidad de decirlo, no estás disfrutando en absoluto de lo que vas a hacer. Piénsalo.

Llegué con amigos, corrí con ellos y me tomé una cerveza en meta con ellos también. Eso es el disfrute. Compartir. El resto es gusto por el sufrimiento, porque si piso el acelerador sufro por intensidad y si me lo tomo tranquilo, más tiempo estoy dándole a las patucas y entonces sufro por cantidad.
Y encantado de la vida, repito.

Pero es que la sonrisa no tiene nada que ver con el dolor de piernas.


Era la 5ª edición de esta prueba. La más alta de España, con salida y llegada a 2.160 mts de altitud.
El año pasado fui varias veces a la zona preparando la CCC del Mont Blanc... cosa que luego resulto más que insuficiente en los Alpes.


También conozco la zona porque era (y volverá a serlo en breve) mi lugar preferido para preparar pruebas de triatlón de larga distancia y ciclismo. Embrunman, Titán, Cabo de Gata e incluso Lanzarote han sido objetivos a los que les he metido muchos de los puertos que hay en la zona del observatorio germano-español.


La prueba bien organizada, muchos efectivos durante el recorrido. El recorrido, para mí, bastante soso. Hace un año no lo habría dicho, pero ahora, tras varios trails completados, esta prueba no hay donde encajarla, porque ni es técnica, ni es lenta, pero tampoco es llana y hay que caminar varias veces durante el último cortafuegos.

Sin crónica, eh?...


Se sale bajando. Tengo un ultratrail en dos semanas y he pensado en no meterme entre los primeros al principio... aunque mucho más tarde..., en el km 1, he visto que ni intentándolo  lo habría conseguido.

Km 1 en 3'12" (yo no corro a 3'12"... Válgame el Señor¡¡¡¡ que quede claro. Pero era bajada y para ir dos segundos más rápido que eso, habría tenido que lanzarme en plancha y rebozarme dando vueltas monte abajo. La idea no me ha hecho gracia).


Ahora soy un tío anodino.

Lo curioso es que se me pasó por la cabeza lo que decía Perico, lo del caracter anodino, vamos... estar pero aparentar que no estas porque vas mezclado entre la multitud.
 Pues oye, queriendo o sin querer, algo anodino si que fuí, moviéndome entre el puesto 20 y 30 al principio y luego resulta que eso ha dado su fruto, esperando precisamente que los otros frutos maduraran.

Tercero ha sido el puesto final, y no puedo decir que esté satisfecho... ¿Por qué? pues porque el hecho de que entren solo dos delante de tí está cojonudo si te gusta competir, pero que hayan sorteado luego nosecuantos jamones y no haber pillado ni uno... más que insatisfacción, provoca desazón.

Alejandro Albacete, primero y Raúl Ferra segundo me han precedido. Inalcanzables desde el primer metro.
Un radar para controlarles la velocidad no habría estado mal... fijo que les quitan tres o cuatro puntos en el carnet a cada uno...

Tras cruzar meta, me di la vuelta y deshice camino corriendo a la contra. Me encontraba relativamente bien y quería hacer algo más de tiempo pensando en S.Nevada. Además, había dos atletas más del grupo que preparo y quería ver como iban además de animarles.

Digamos que pude ver la carrera y la cara a todos los participantes, incluidos Alejandro y Raúl, y oye, vi muchas caras de satisfacción... en la salida y en la llegada. Pero mientras tanto, y sin dudar ni un segundo de que todos sufrían encantados de la vida y por libre elección, no acabe de ver eso del disfrute sin más, por ningún lado.

Venga... vale, ya que estoy hago la crónica:
Se mete el pollo en el horno. Se cierra la puerta. Se abre y se saca el pollo.
Listo.

jueves, 18 de junio de 2015

¿Estresado? Pregúntale al gato.

Todo el mundo sabe o cree saber que practicar deporte es sinónimo de salud.
Infinitas demostraciones de que esto es así lo confirman, a pesar de que existen muchas formas erróneas de practicarlo y convertirlo en perjudicial. Pero esto es como conducir un coche, que es práctico e inofensivo hasta que te saltas las normas de seguridad.

Lo curioso es que, utilizando otro símil, con lo bueno del deporte, sucede como con lo malo del tabaco. Que todo el mundo sabe que es malo, pero pocos quieren saber a ciencia cierta hasta cuanto llega el mal que les hace.
Hoy voy a la parte buena de la peli. Uno de los beneficios del deporte.

El deporte no solo previene de una mala salud, sino que además es capaz de tratarla. El estrés es un buen ejemplo.
Se puede explicar de muchas formas, pero me gusta especialmente una que leí no hace mucho y que aclara bastante el asunto, aunque sea de un caso concreto. Un caso curioso.

En los años treinta un fisiólogo norteamericano estudiaba el efecto que provocaba el estrés sobre los gatos (entonces ni existía la denominación ni se consideraba el estrés como enfermedad).
La musculatura intestinal empuja los alimentos hacia el ano y este señor, mediante Rayos X, comprobó que cuando los gatos se estresaban, la musculatura implicada se debilitaba y esto a su vez provocaba estreñimiento "gatuno".

Todos conocemos la especial y beneficiosa incidencia de la actividad física sobre estados de ansiedad.

Moraleja.
Haz deporte. Hazlo con control y con sentido común, y no solo conseguirás un punto más de sosiego en tu vida sino que además, visitarás el "trono" cuando toca y no cuando los nervios quieran.

Y si no... que se lo pregunten al gato.

viernes, 12 de junio de 2015

"Me doy con un martillo en la frente y luego me tomo algo para que no me duela".



Esta va a ser larga. Creo que el motivo lo merece y si pretendo ser considerado, aviso desde ya y animo a leerlo solo a aquellos que realmente les pueda interesar.
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Alargo el hilo de un comentario escrito en facebook sobre el uso de ibuprofeno en competición.
Aparte de expresar libremente mi opinión al respecto, también argumento mis motivos para no usarlo.
Empiezo diciendo que la salud para mí es algo prioritario en todos los ámbitos y muy especialmente en el deporte.
Trato sobre un medicamento. Y trato también sobre la sensatez de escuchar antes la opinión de un profesional de la medicina que de ninguna otra persona.
Por supuesto, si esa persona aparece y tiene más o mejores conocimientos que los médicos, también estaré dispuesto a escuchar y llegado el momento a cambiar de opinión si me convence.
En primer lugar, debo decir que no tengo nada en contra de alguien que lo use cuando lo crea conveniente, de forma correcta, y en esa forma entra el "cuando" y el "porqué".
IBUPROFENO = FÁRMACO
Hay que empezar por una obviedad, que paradójicamente, es la primera que aparentemente se pasa por alto: El ibuprofeno es un MEDICAMENTO.
Se puede comprar en cualquier farmacia sin receta alguna. De la misma forma que vas a una tienda de deportes y compras tres barritas de frutas del bosque. Hasta ahí, todo bien.
Aunque ya aquí, aparece la primera cuestión:
¿por qué, si es algo tan normal, natural y beneficioso para la práctica deportiva, no tenemos ya empresas de nutrición que incluyan en sus productos una buena dosis de producto antiinflamatorio? Geles de limón con ibuprofeno.  Barritas de plátano antiinflamatorias...
Lo que no voy a hacer va a ser meterme en el sembrado de la moralidad o inmoralidad. No llego a pensar que tomar un antiinflamatorio sea una forma de trampa o algo así. Ni son productos dopantes, ni tampoco creo que el beneficio sea tanto como se quiere hacer creer. Estoy convencido de que la balanza entre beneficio y daño caería más sobre lo segundo.
Pero por supuesto, ni todos moros ni todos cristianos.
Vamos a empezar diciendo hasta donde llega "mi moralidad" para no dar lugar a engaños ni malentendidos. Yo he tomado y posiblemente tomaré Ibuprofeno. En mi casa, no en competición. Y ese es el tema que trato.
Mi post y también este comentario van dirigidos y enfocados a la mala información que lleva a la mala práctica y esta a la mala salud.
Si hiciésemos una encuesta entre todos los deportistas populares que toman con asiduidad antiinflamatorios durante una prueba deportiva, me atrevo a asegurar que la mayoría diría que lo toma por consejo de otros y por tener claro el beneficio como inhibidor del dolor que este FÁRMACO tiene. Sin embargo, dudo que muchos me pudiesen decir también cuales son los efectos negativos que puede tener en el organismo su uso indiscriminado.
Y ahí radica, a mi entender, el verdadero problema. La falta de información.
Habrá muchos que sepan lo que deben hacer, pero me cuesta creer que a tantos otros o más, sin más información que la parte "buena" del asunto, no piensen: "oye, pues si tomo una para que no me duela mucho, con dos o tres no me dolerá nada" o " si tomo una a las 4 horas de carrera, a partir de ahí habrá que mantener con una más cada media hora...". (porque el dolor en una prueba de larga distancia si hay algo que no hace, es ir a menos durante la misma).
Es entonces cuando no hablamos de uso sino de abuso.
La creencia de que esto es algo normal, algo no perjudicial, algo incluso necesario, abre la ventana al uso indiscriminado y ahí está el peligro.
Y repito que hablo de aquellos que creen a pies juntillas lo que les dicen y no se informan mínimamente. Porque insisto, hablamos de un fármaco cuyo mal uso acarrea problemas vasculares, de hígado y riñones.


LOS MOTIVOS DEL USO.
Habrá muchos, pero me quedo con los que más conozco y me he encontrando durante años en deportistas de todo tipo de nivel y circunstancias.
"Los tomo cuando aparece el dolor tras horas de esfuerzo, para mitigar el sufrimiento".
"Los tomo porque tengo una tendinitis que apenas me ha dejado entrenar con normalidad y he de competir".
"Los tomo porque me han dicho que son buenos para el rendimiento...".
Correr largas distancias, ya sea trail, ironman u otras disciplinas, no está demasiado cerca de lo que podemos entender por deporte salud. Los entrenamientos y la exigencia de la propia prueba, pueden ser muy perjudiciales. Posiblemente, (no sé hasta que punto, pero lo imagino) sea tan perjudiciales algunas palizas o la suma de estas que usar medicamentos sin prescripción de un profesional durante la práctica deportiva.
Pero, ¿y?. ¿En la comparación lo vamos a justificar?
Y ¿desde cuando algo deja de ser malo porque hay algo aún peor?


EL DOLOR.
Para mí, el dolor es algo bueno. Desagradable, por supuesto, pero bueno y necesario.
En deporte, el dolor indica hasta donde y hasta cuándo.
Pero voy a usar un copia y pega que lo explica mejor que yo:
"La función fisiológica del dolor es señalar al sistema nervioso que una zona del organismo está expuesta a una situación que puede provocar una lesión. Esta señal de alarma desencadena una serie de mecanismos cuyo objetivo es evitar o limitar los daños y hacer frente al extrés".


¿EL PRECIO? UNA BARBARIDAD.
Sesgar una información es escoger la parte de esa información que interesa hacer saber, apartando el resto al no mencionarlo. Eso no es mentir, pero a veces una verdad a medias puede hacer más daño que una mentira completa.
Por lo visto, está bastante extendido el uso de estos fármacos entre deportistas, a la par y por el contrario, lo que casi nadie se hace es un RECONOCIMIENTO MÉDICO por cuenta y voluntad propia para saber el estado de salud de su organismo a todos los niveles. Nos esperamos a que la prueba en concreto te exija ese reconocimiento. (Esto en triatlón ni siquiera existe).
Una prueba completa con analítica, electrocardiograma, ecografía y radiografías incluso, puede ir de los 100 a los 150 euros, dependiendo del lugar. (y aunque fuesen 300, pues el precio de tu salud lo pones tú).
Una barbaridad. Pensarán muchos.
Pagamos inscripciones desorbitadas, cambiamos material de buen uso por tener la novedad de lo mismo y al bolsillo no le duele. Viajamos en avión y cambiamos el color de la bicicleta comprando una nueva. Eso sí que es una barbaridad si de comparar se trata.
Tomar ibuprofeno si se tienen problemas cardiovasculares puede llevarte directamente a la muerte.
 Pero claro, si no voy al médico, no me dirá que tengo ese problema, por lo tanto mientras no vaya, no lo tengo... (también cabe la posibilidad de que yo sea el único inmortal de la humanidad...).
Una enorme contradicción.
"Me doy con un martillo en la frente y me tomo algo para que no me duela".
Somos deportistas, y además competimos. Darnos con el martillo es casi el pan de cada día. A veces te das más de la cuenta y aparece el problema.
Absolutamente todo lo dicho, es más que una opinión, una opción.
La resumo en que mi cuerpo está ya lo suficientemente machacado como para sumarle posibles daños. En efecto, demasiados sobreesfuerzos sigo haciendo. Restar daños es el camino, no sumar.
Y tapándolos no se resta. Personalmente, no creo que tenga mucho que ganar y sí bastante que perder.


Como digo siempre: Mañana te dirán que un desmayo me ha dejado en el sitio. Y pensarás que para qué tanta advertencia y tanta historia...


No estoy aquí para no morirme. Morir le da sentido a que viva y me guste hacerlo. En las mejores condiciones posibles.
No estoy libre de padecer un cáncer de pulmón, por ejemplo. Pero sí que he evitado que la causa sea el tabaco, pues jamás he fumado y sé que no lo haré nunca.

martes, 12 de mayo de 2015

A veces, veo cosas... veo deporte hasta en la sopa...



 Menos mal que estoy vacunado y lo disfruto a cada instante.

 Así, en fechas recientes, un fin de semana completo con Quedada de Trail, otro con una buena carga de kms de cara a Camí de Cavalls (esto me lo comí solito), luego la Nogalte Trail Extreme (lo de Extreme pasó de ser un nombre a una realidad con el calor que tuvimos...).

 Luego vinieron las charlas sobre triatlón en el Colegio Sagrado Corazón y pocos días después...... casi sin comerlo ni beberlo, me vi en otra metido... poco hice, pero disfruté como un crío recordando mis tiempos en la escuela de ciclismo. 

 Se celebraron durante el fin de semana pasado dos días de ciclismo puro, porque no se le puede llamar de otra forma. Ciclismo adaptado para personas con distintas capacidades (que no discapacidades) y exhibición de escuelas de ciclismo de Murcia.
Algún botellín de agua dimos y algún bocadillo, entre
Manuel Gonzalez Aguilera y un servidor, sobre todo él que estuvo todo el día al pie del cañón. Lo mío solo fue un rato... el justo y necesario para comprobar que los bocadillos estaban bien hechos... . 


 Un día estupendo el domingo. Mucho deporte en mi pueblo casi cada fin de semana.
Cómo ha cambiado el tema desde mis años mozos a este respecto.



MOSCAS COJONERAS.
Lo que no cambia, por desgracia, es la actitud de algunos "padres" y "técnicos" con críos a los que aún les faltan muchísimos años para formarse, no ya como deportistas sino como personas. Gritos sin sentido, aspavientos e indicaciones a los menores que poco o nada tienen que ver con consejos tácticos sobre ciclismo. Se ven aún, y en mi época ya sucedía, frentes brillantes de sudor y enrojecimiento donde casi se puede leer...:
 "ya que yo no pude o no fui capaz, tú... pequeño principiante, lo vas a hacer por mí y como soy quien soy, no me conformo con que aprendas valores, con que disfrutes del deporte y entiendas que la competitividad está bien si antes has aprendido a tener respeto por los demás. No me conformo con eso ni con que seas un "mindungui" del deporte el día de mañana, yo quiero que seas Indurain y me saques de la miseria...". 

 
Curiosa especie esta, que no acaba de entender que hay miserias humanas que son como las moscas cojoneras, que no se las quita uno jamás de encima, por muchos Tours o Roland Garros que gane su hijo/a.
Y la frustración es de las peores.


 Por suerte, en la mayoría de los casos esto no sucede y quien cree hacerse notar gritando entre la multitud por demostración de sabiduría, acaba enterándose de que en realidad lo hace por idiotez y si la gente no lo mira más, es simple y llanamente por vergüenza ajena de ver a alguien con tanta miserable y cojonera mosca sobre él.


 Este no era el tema de comentario pero..., no pude evitarlo, mire usted.

lunes, 11 de mayo de 2015

El tiempo vuela... o eso dicen. Tral Menorca Camí de Cavalls.

Dicen que el tiempo vuela... y a veces hasta tienen razón.
El próximo viernes hará un año que me planté en la salida de una de las pruebas que más me han marcado. Tanto que, este año vuelvo...

Es de esas pruebas donde no te planteas durante el recorrido eso de "qué diablos hago yo aquí¡¡¡" o... "la termino porque ya me he puesto... pero no vuelvo".
...
Es difícil de describir. Tardé en completar los 185 kms que bordean Menorca 23 horas y 15 minutos, fui a ratos bien, pocos... pero los tuve; sobre todo cuando me ví llegar al 100 con más energía de la que esperaba; también corrí con la luna llena, pasé junto a caballos que campaban a sus anchas. Pisé casi todas las playas de la isla, bosques y pueblos costeros. Disfruté de los voluntarios y de corredores de otras distancias con los que coincidía. Me pareció increíble pensar por un momento que llevaba 150 o 170 kms y podía correr... y no lo pensaba demasiado porque me daba vértigo. 
 
Pero la noche se me hizo dura, eterna. Pasé frío, de ese que no te quitas de ninguna forma y solo esperas que se vaya pronto. Pasé sueño, de ese que te cierra los ojos a pesar de ir trotando o caminando rápido y ves que te sales del sendero. Pero luego sucede lo que sucede siempre cuando las cosas se ponen feas y crees que eso no se acaba, sucede que amanece y la carrera, como la vida, cambia. Y tú sigues corriendo.


¿cómo no voy a volver... aún sabiendo que a pesar de todo, todo me salió bien, demasiado bien hace un año y que lo normal es sufrir y penar un poco y cada vez más desde la misma salida?

 Pero... ¿cómo no voy a volver? si con algo de fortuna consigo alejar a los problemas de mí, es posible porque ya lo he vivido, volver a ver salir el sol mientras sigo corriendo. 


 El
Trail Menorca Camí de Cavalls no lo veo como un reto, aventura y mucho menos como una competición. Es un viaje. Un viaje de 44 años que se resume en veintitantas horas.

miércoles, 1 de abril de 2015

Has ido a correr. Corre.

Dicen que no hay mejor sensación para un deportista que la de llegar a meta.
Si acaso, a eso le puede superar, llegar a meta en primera posición.



Yo creo que hay una que le supera y que cualquier corredor, ciclista, triatleta o deportista de resistencia en general puede sentir alguna vez.

Ese momento en el que haces lo que estás haciendo y no te planteas por qué. Solo sabes que ese día es ahí donde debes estar.
Ese momento donde no miras para atrás y no quieres saber nada de los 70 kms que llevas recorridos y apenas piensas en los 43 que tienes por delante



Al fin y al cabo, son solo números que no cambian por mucho que lo pienses.


Hay un tramo en toda carrera, donde corres sin pensar que llevas dorsal y sin más compromiso que el de seguir haciendo lo que has ido a hacer.

Lo que me quita el tiempo para entrenar, me da la vida para todo lo demás.

Entrenar es hacer deporte. Participar es deporte. Competir es competir.

El gusto por entrenar, por lo menos en mi caso es, desde hace unos veintitantos años, gusto por hacer deporte.


El valor del ego.
Me cuesta entender, sin dejar jamás de respetar, a quien sin ser profesional, infravalora días, semanas e incluso meses de entrenamiento porque el resultado en una clasificación no ha sido el esperado.
Es comprensible. Soy el primero que si preparo algo a conciencia y no sale, tiro de autocrítica, me enfado un buen rato por no haber sido capaz de obrar como preveía o maldigo la mala fortuna durante unos minutillos.
Por supuesto. Soy competitivo... eso ya no tiene solución.

Pero de ahí, a pensar que nada valió la pena porque esta o aquella prueba salió mal, no la terminé o no me vi al 100%... va un mundo.


Haz lo que digo, no lo que hice.
Yo antes entrenaba mucho. Para algunos, muchísimo.
Lo cierto es que para mí, eran dos cosas distintas. Entrenar era un placer y competir otro. Cuando las dos salían bien... pues doble placer.




Entrenar menos. Tan placentero como antes.
Ahora entreno bastante menos, aunque disfruto encajando las sesiones y sacándoles el máximo jugo posible según el tiempo que tenga y el objetivo que me haya marcado.
Obviamente, si quiero entrenar algo, no puedo prodigarme mucho en las carreras y por eso también, puedo enfocar, gestionar y preparar mejor cada una de ellas.
Menos tiempo para entrenar por ser padre, es algo que venía deseando desde hace muchos muchos muchos años. Todos los que pasé deseando que mi niña llegara. Pero ese "menos" no lo cuento, no lo cuantifico, ni le doy la menor importancia. Lo que tengo en casa no da pie a la más mínima comparación.


Entrenar a deportistas.

El reparto del tiempo en la balanza queda volcado hacia el lado del grupo de deportistas a los que llevo la preparación, en algunos casos desde hace varias temporadas.
Y sigo disfrutando, mientras preparo a otros al hacer Ironman, Medio Ironman, Maratón y Media Maratón, Trail, Triatlón, pruebas de Ciclismo, pruebas de MTB, Carreras Populares... y lo disfruto porque me hacen disfrutarlo aquellas/os que me hacen partícipe de su preparación, de su mejora y de cuanto sienten al entrenar y competir.

Son muchos años ya desde que empezó este proceso. Puedo sentir una prueba que hago o puedo sentir decenas de ellas al cabo del año. De otra forma sí, pero con mucha intensidad.
Aún así, quedan muchos dorsales por ahí con mi nombre..., repartidos, espaciados en el tiempo, pero esperando.

Los retos son mucho más grandes y reconfortantes de lo que imaginamos.
Los retos no son una salida y una llegada marcados. Si son..., como solemos decir, "retos personales", entonces la salida se sitúa en el día de la propuesta, el recorrido se marca durante la preparación y la guinda del pastel es llegar al día objetivo.
Llegar a meta entonces, puede llegar a ser una mezcla enorme de felicidad y tristeza.
Feliz porque lo has conseguido, y triste porque por lo menos ese camino, aparentemente se acaba...

Aunque tú y yo sabemos que no es así.

viernes, 27 de marzo de 2015

UN DESIERTO DENTRO DE UNA CANICA DE CRISTAL.


ULTRA TRAIL TABERNAS 2015. XTREMETRAILCUP.
(Prueba y primer puesto dedicados a mi amigo y compañero Juanjo Mateos)

Mi mujer, sabe que el hecho de ganar o no, no es ni la mitad de importante que el hecho de saber aceptar ambas cosas, lleguen como lleguen o cuando lleguen.
A veces ha de recordármelo y siempre lo hace de la mejor manera.
Todo perdido... todo ganado. 
Esto puede llegar a repetirse tantas veces como necesites antes de una prueba de ultradistancia. 
Si no te lo preguntas tú, te lo preguntarán antes o después....:
¿Por qué hacerlo?
Me importa todo demasiado como para darle demasiada importancia a nada.
Me da igual caminar por la línea roja, si sé que salirme de ella, no supondrá mucho más que detenerme o darme la vuelta.
¿Y eso que supone en el total de mis días y mi vida? Nada en absoluto.
Un rato de malhumor, un minuto de tristeza y desazón, una ínfima isla de tristeza en un océano inmenso rodeado de tierra que me hace feliz y es mi casa, mi familia, amigos y vida. Eso es una retirada o un reto no conseguido. Eso y nada más.
UN BUEN MOTIVO PARA CORRER SIN PRISA. 
Bien podría ser no correr tanto como para llegar antes de tiempo. Pero, ¿cuando es pronto?. La previsión eran 13h30' para el primero. Algo exagerado pensamos más de uno. Pero llegar 2h30' antes de lo previsto, hizo que los metros antes de meta fuesen mezcla de ciclistas saludando, algún familiar de estos y toda la gente pasada la línea. Y las vallas, como yo todo el día. Más solas que la una. Buena metáfora para un día tan largo.

ALGUNA RAZÓN MÁS.
Necesito de vez en cuando un baño de viento helado sobre la cara. Y lo pido repentino, con fuerza y sin aviso previo.
La humildad no es propiedad ni virtud. No es algo que dure siempre o que siempre se haya tenido. Se pierde si no la conservas bien y no hay manera de disfrutarla... disfrutarla sí... si no se desea de verdad.
En la montaña, en la larga distancia, no se es humilde o no, es que antes o después tienes que sacar toda la humildad que llevas dentro aunque sea mínimamente. Si no... tu final llegará más pronto que tarde.
Correr por un desierto, subir montañas todo lo rápido que uno es capaz. Olvidar cada kilómetro hecho y desear comerte el siguiente. Morir por llegar arriba y cuando ya estás, querer bajar como si se terminara el día un instante después. Yo no conozco otra manera de hacerlo.
Pensé, una vez me hice la propuesta de completar este Ultra Trail de Tabernas, que mi punto de locura había llegado a donde tenía que llegar. Hasta tal punto, que imaginé desde ese mismo día que la prueba ya había comenzado. Y quizás por eso, el pasado 21 de marzo, los 113 kilómetros a recorrer eran exactamente los últimos 113 de mi prueba. Y es que... ya te digo, no conozco otra manera de hacerlo.
PREPARATIVOS
Tres horas antes de la salida y cien kilómetros aún por recorrer en coche hasta Tabernas, ya tenía puesta bajo el chándal toda la equipación para trail que Compressport me proporciona. Camiseta, manguitos, malla, medias R2, calcetines y la cinta para la cabeza Headband de tejido On/Off, además del portadorsal-portageles. Todo de Compressport.
También preparadas y puestas las Ultra de Skechers. Un valor seguro cuando sabes que darás miles y miles de pasos en un solo día.
 Llegar antes del anochecer, fue la última obsesión de un día repleto de ellas...
La mochila con el material obligatorio y la comida. Una mezcla de productos Keep Going (barritas, un gel y sales en cápsulas) con plátanos, higos secos...
Todo controlado y bajo la supervisión de quien considero clave en esta prueba y la mejora que estoy comprobando y disfrutando, Encarni. Profesional de la nutrición deportiva que ha puesto todo el orden que necesitaba en mis comidas desde hace dos meses. Cinco kilos menos de peso no evidencian nada si se pierde fuerza. A la vista está que ha sido todo lo contrario.
LA PRUEBA.
Quería correr viendo como se iban y esperando a que alguno cediera una vez llegáramos a la montaña  para entonces sacar lo que me quedara dentro e intentarlo. Paciencia. Mil días antes empecé a repetirme esa palabra. Paciencia. Hoy, mañana y el día de la prueba. Incluso después...
Pero me vi primero a partir de la media maratón y aún así, quedando aún 92 kilómetros, no cambié el planteamiento. Dejé de mirar atrás e incluso hacia delante... al menos, demasiado hacia delante.
Estoy cansado. Cada día hablo menos, sea en compañía o cuando estoy solo... incluso cuando estoy solo, cada día hablo menos. Me siento cansado.
Ya solo quedábamos la carrera y yo. Y con ella sí que hablé alguna que otra vez.
El resto fue mantenerme firme. Entreteniendo la mente en el paisaje. Mirando hacia los lados. Calculando cuando me tocaba comer. Y evitando en lo posible perder de vista las cintas del recorrido. Todo es tan simple cuando eres tan pequeño ante el reto...
"Trata la prueba con cuidado Ramón, mímala, respétala. Hazte querer...". Me repetía una y otra vez.
Y me quiso. Me dio el sí desde el principio y nunca se me enfadó. Yo tampoco le pedí nunca más de lo que mereciera. 
 Miguel Mataix 2º y Jesús Molina 3º.
Es cierto que me la jugué pronto, pero mantuve siempre el ritmo que había planteado. Y por esta vez, todo salió bien. Sin problemas reseñables y sin más sufrimiento que el propio de 11 horas corriendo, casi todo el tiempo.
CONSECUENCIAS SIN CONSECUENCIAS.


Ganar mi primer ultra trail es como llevar días sin beber y tener delante tuyo de repente, varios litros de agua. Te alegra, te llena, pero sabes que no puedes ni debes bebértelos de golpe. Si tuve paciencia antes, no dejaré de tenerla después. Al fin y al cabo, eso es ser corredor de fondo.
Corrimos en un desierto, el de Tabernas. 113 kilómetros en 11 horas y unos pocos segundos, 2340 mts de desnivel positivo... y no recuerdo el negativo que, siempre suele ser el que más te duele pasados unos días.
De alguna manera, un Ultra trail es un ejercicio inmenso de soledad, un desierto de soledad. Y yo, que no sé estar solo, ni quiero, me siento bien en ese desierto.
Será que la paciencia se está adueñando de mí. Será que con ella, poco a poco voy encontrando un lugar tranquilo, sea cual sea el deporte que practique. Será que estoy cansado mientras no corro y corriendo, me siento vivo. 
LA CANICA DE CRISTAL
Ya te digo... esto es como una canica de cristal verdoso que tengo sobre la mesa. Dentro tiene como láminas rojas que parecen hojas y estas a su vez, parecen labios. Labios de gesto triste... hasta que con un solo dedo y por acto de mi voluntad, mis ganas y mi libertad para cambiar aquello que no quiero, la toco levemente y rueda sobre la mesa. 
Entonces se detiene y las hojas me sonríen.