jueves, 29 de septiembre de 2011

Y es mañana, cuando todo comienza

Cada año, desde hace siete ya, cuando llegan estas fechas, siempre tengo la misma y extraña sensación de tener un corazón que se acelera y un tiempo que se ralentiza.



Mañana parto para Cádiz, con los míos, con mi gente, con mi vida.


Ya no me planteo nunca si será el último que lo haga, porque cuando llego a meta allí, en la plaza de Zahara, jamás sale de mi boca un “nunca más”, y es lógico que no salga, porque sí… el sufrimiento es mucho, pero termino sintiéndolo como una “anécdota” mezclada entre muchísimas otras sensaciones, entre las cuales, resalta como ninguna, la de querer a muchos y sentirme querido.

Anhelos.


Siguen sin importarme resultados ni otro tipo de números, aunque no deje nunca de decir, que soy competidor y por supuesto, soñador.


Empiezo a ser ya, más bien, un viejo soñador, pero bueno, de cara para adentro, mi edad… confieso que ha evolucionado poco. Esa es mi suerte.


El Titán, éste año, ya me ha hecho feliz antes de acudir a la cita. Me honran con un dorsal 1, que llevaré con orgullo y agradecimiento.

Pensamientos y deseos.


El año pasado, hubo muchas personas, muchas, que dejaron de pensar por un momento en sí mismas, si es que alguna vez lo han hecho, y pensaron en otros que necesitaban su apoyo y sobre todo, unos segundos en su pensamiento. Se hizo “deprisa y corriendo” el proyecto Adica en el Ironman de Hawaii, y aparte de esas muchas personas a título personal, hubo dos colectivos, a los que difícilmente, alguna vez conseguiré agradecerles el gesto que tuvieron.


Fueron el Club Urbiko Triatloi Taldea, de Basauri y el Triatlón Titán Sierra de Cadiz, que aportaron algo que, a mi modo de ver, hoy en día es difícil de encontrar: comprensión.

Unos a 900 kms de aquí, los otros a 400… y sin conocer a las personitas de Adica, les abrazaron sin pensarlo.

A esos dos colectivos y a toda la gente que de una u otra manera, colaboraron hace doce meses, les agradeceré, a mi manera… que es compitiendo con todas las fuerzas de que disponga, el gesto que tuvieron con Adica y sus gentes, miembros, trabajadores sociales, voluntarios y familiares. Mi carrera, mi dorsal 1, mi esfuerzo, es mi agradecimiento.


En quién pensaba… a quién miraba… a quién iba dirigida mi mirada al cielo cuando crucé la meta de Hawaii y completé parte del sueño que sigo soñando? ... a todos vosotros.


Mis ojos y mi camino.
En éste libro inacabado por siempre, -donde escribo los minutos que pasan mientras mi rostro envejece, y anhelo dedicar cada minuto a todo y todos los que hacen que valga la pena vivir-, dejo en punto y seguido, que los caminos están hechos para caminarlos y que todos, absolutamente todos, me llevan a algún lugar, y casi siempre a algún principio.
A título personal, me he propuesto para pasado mañana, en el VII Titán, el reto de dedicar mi esfuerzo a mi mujer, sin la cual, yo no sería nada, y por supuesto, nada de lo que digo tendría sentido.
Esta dedicatoria, que en realidad es diaria desde que nos conocemos, no tendría nada de especial, si yo, en éste momento sintiera que me quedan infinitas carreras que dedicar, o tuviese la fuerza interior que debería tener, o el ánimo necesario, o un poco menos de autocompasión, que lo único que termina provocando es miedo.
Miedo a no ver, por mucho que abra los ojos... aún sabiendo que es cierto... que contigo... puedo ver sin abrirlos.

jueves, 22 de septiembre de 2011

2ª Parte. Alma de Titán.

Aún empapados por las aguas de El Gastor, empiezan las primeras rampas de Las Palomas, puerto de montaña de primera categoría, que se deja querer en su primera mitad, esa vestida de olivos y monte bajo. Tras un leve descanso, la segunda y última parte de éste puerto, se muestra su cara más difícil, un anfiteatro natural por el que se asciende hasta el alto, serpenteando a través de curvas imposibles.

A partir de aquí, las bajadas y subidas se suceden, visitando las localidades de la sierra, Grazalema, Villaluenga del Rosario, Benaocaz, El Bosque y Benamahoma te saludan a tu paso, y se rinden a tu osadía.

El Boyar es el segundo gran examen en éste recorrido ciclista. Al contrario que Las Palomas, El Boyar no se muestra por completo desde su inicio, te deja que lo vayas descubriendo poco a poco, con cada pedalada, con cada inspiración. Nadie sabe aún, si es él quien te engulle o tú que te dejas perder entre sus entrañas.
Llegar casi al final, se suele convertir en lo más parecido a un espejismo, y que El Boyar parezca no querer terminarse, suele ser más una cuestión matemática que geográfica, más un cálculo erróneo de las fuerzas en los kilómetros anteriores que un capricho de la montaña por extenderse cada vez más arriba.

Una leve bajada, casi un suspiro que te engaña, y de nuevo Las Palomas, esta vez por su cara sur, la que será el verdadero medidor de esfuerzo, el que te dirá fielmente qué has hecho hasta entonces, y cuántas posibilidades te quedan de ser uno de los elegidos.

El Titán te habla de la competición, pero nunca antes que de la salud, llegar arriba y no tomar aliento durante los primeros metros de la bajada, es sinónimo de ceguera física, de peligro cierto. Respira cuando llegues arriba, deja de pedalear un poco, respira y vive, será la diferencia entre fluir con tu bici entre curvas y montañas o enfrentarte a ellas.

Sobre la carrera a pie, me ha dicho el Titán, que no te hable de su dureza, que te hable de sus gentes y sus lugares, que si corres desde El Gastor hasta Algodonales antes de terminar en Zahara, es porque todas sus gentes quieren verte. Llevan un año esperando tu presencia. Saben que vienes de lejos, que posiblemente estés algo loco para hacer algo así, saben que eres buena gente, porque un deportista que quiere hablar con su propio corazón de tú a tú, no puede ser malo. Saben que sientes algo profundo por aquel lugar, el que ellos adoran cada día. Te esperan.


El Titán no quiere que te enfades con él si, cuando estés subiendo a Zahara, en esos dos últimos kilómetros, la fatiga no te deja correr. El Titán lo entiende, y sabe que a veces, así debe ser. Que es de las pocas pruebas donde incluso los primeros detienen el trote y lo convierten en marcha, tal es su dureza.


Cuando te falte un kilómetro, un solo kilómetro, te será difícil distinguir si el nudo que tienes en la garganta es por el cansancio y la respiración acelerada o es por la emoción de saber que en breve, serás parte de la historia de éste lugar, de ésta prueba y de estas gentes.


Quiere que te diga, que te espera como a un hermano, como hace con otra prueba, el Triatlón de Guadalajara, con quien comparte experiencia, trabajo y proyectos solidarios, que llegan de boca de vosotros mismos, los triatletas, los actores principales de ésta novela de sueños realizados o por realizar.

El Titán lo sabe y dice que cuando lo crearon, dijeron que sería el triatlón de los triatletas, de los deportistas, y que debían ser ellos y nadie más, quienes le hicieran crecer exponiendo sus inquietudes, ofreciendo sus sugerencias.


Viajar y conocer otros lugares, puede ser la mejor forma de abrir la mente a otras formas de vivir y de entender el mundo en el que vivimos, y ésta prueba no desaprovecha lo más mínimo la oportunidad de mostrar parte de la cultura del lugar que se les ha ofrecido, ofreciendo a cada osado, a cada valiente Titán un obsequio cada año, trabajado por las manos artesanas de sus gentes.


No lo sabes aún, pero es el Titán quien te habla y te lo dice una vez más:

“Nací de los corazones de la gente. De unas gentes que miraron las aguas color turquesa del Gastor, las montañas que le rodeaban y el cielo que lo cubría. Olieron aromas de olivo mezclados con el aire que mueve a los pinos pinsapos y pensaron que aquello no podía ser solo de ellos. Buscaron una excusa para compartirlo, durante un escaso fin de semana al año, poco tiempo, bien es cierto, poco pero intenso.

A la excusa le llamaron triatlón, y al triatlón, le pusieron mi nombre: Titán. Mi nombre será el tuyo, si decides venir alguna vez. Ni siquiera quiero que consigas vencerme, solo quiero verte desearlo, mi nombre es tuyo y Titán te llamaré.

Dejarás de ser un finalista, un superviviente para los ojos de todos y serás algo más. Vendrás sin saber quien eres ni de qué estás hecho, y te irás conociendo a esa persona que cada mañana ves en el espejo. Ven y escucha el aire, siente el agua cuando nades, pedalea hacia las nubes y corre entre olivares. Escucha y siente, verás que algo dentro de ti te hablará como nunca antes lo ha hecho. Titán serás ya para siempre".

Texto: "Triatlón Titán Sierra de Cádiz. Una fábrica de sueños".
Ramón García.

martes, 20 de septiembre de 2011

Alma de Titán. 1ª Parte.

Dedicado a todos los Titanes.

El pasado mes de enero, se publicó en la revista Sportraining, éste artículo sobre el Titán, que escribí dejándome llevar y con todo el cariño del mundo. Releido hoy, repetiría hasta la última coma.

En menos de dos semanas, y si todo sigue así... "más o menos"... que no es poca cosa... tomaré parte por 6ª vez en la prueba, o por 7ª... que el pasado año no competí, pero participar... vaya que si participé ( "pocas" bolsas de corredor que me tocó llenar...)

Para los que no lo leísteis en su momento, quiero compartirlo. Lo haré en dos entradas, para digerir mejor.


TRIATLON TITÁN SIERRA DE CÁDIZ. UNA FÁBRICA DE SUEÑOS.
Imagina que pudieses introducir en una botella de cristal toda la esencia del deporte, lo que significa y los valores que desprende, salud, amistad, compañerismo, superación, respeto por el medio ambiente y solidaridad. Imagina que a semejante contenido le llamaras triatlón, y más concretamente Medio Ironman Sierra de Cádiz. En la etiqueta de ésta botella llena de sueños realizados y por realizar, aparecería sin duda la palabra TITAN.

Al norte de la provincia de Cádiz, en una zona montañosa llamada Sierra de Grazalema, existe un paraje donde dicen que, cada año en el ocaso del verano, a los deportistas, a los triatletas, a esos de corazón puro y limpio, se les cumplen los sueños.

Dicen que en éste lugar, las personas se mezclan con el agua, con el aire y con las nubes y que a los afortunados que pisan aquellas tierras les llaman Titanes, antes incluso de serlo.

No necesitan ser finishers, no necesitan levantar los brazos al cruzar la meta, no necesitan más aliento que el de su propio interior. No necesitan nada de eso, son Titanes mucho antes de llegar allí, cuando aún faltan días, semanas o incluso meses para la cita. La simple propuesta, el simple deseo de ser parte de los elementos ya les convierte en seres especiales.

El Titán, triatlón de distancia medio ironman que se desarrolla en la serranía de Cádiz, entre Algodonales y Zahara de la Sierra es posiblemente la prueba de media distancia más dura y difícil de cuantas existen y sin duda, una de las más bellas.

Una prueba deportiva con vida propia, que nació de los corazones de unas gentes, de unos pocos y que cada día crece en los corazones de muchos más. Sus creadores, miraron más allá de la propia competición y vieron que para unir a las personas entre sí, y a estas con su propio espíritu, no hacía falta nada más que una cosa: deseo. Deseo de compartir, de agradar, de mostrar el encanto del lugar que les toca vivir.

En pocos lugares como aquí, el propio espíritu de la prueba habla directamente con el interior de cada persona, de cada triatleta, para acompañarle durante la aventura, y ayudarle a que se conozca, a que luche contra sus propios miedos e incertidumbres, esos que semejante reto no esconde, y esos que la misma persona trae consigo.

Existe una comunión clara e indisoluble entre la propia competición y la naturaleza, por el lugar donde se celebra y por el espíritu de quienes lo hacen posible.

Quien decide ser parte de ésta prueba, lo es porque desea mezclarse con el agua color turquesa del embalse El Gastor mientras nada, y cuando pedalea y corre, con un aire que aprisiona para sí aromas de olivo, de pinsapo, de miel, de romero y de vida.

En el embalse de El Gastor se encuentra el principio de la leyenda que cada participante grabará en las páginas de su alma, allí nadará los casi dos mil metros que le separan del siguiente obstáculo, noventa kilómetros de extrema dureza a lomos de su bicicleta, escalando puertos eternos que parecen querer acariciar el cielo...

...continuará.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Princesa Inca.

Copiado y sacado  del blog de  huellasingravidas   ;copiado y sacado  del libro  La mujer-precipicio, de Princesa Inca, pocas veces me ha gustado tanto copiar y sacar algo de otros lugares para compartir con todo aquel que quiera. Texto puro, de crudeza y verdad compartidas. A todos nos toca, de la forma que sea. Leed despacio y si es con música, mejor aún.

 
A LOS QUE SE QUEDARON DORMIDOS EN EL NUNCA

A los que se quedaron dormidos en el nunca,

a los que sueñan sus verdades y se las niegan,

a los que tienen mucho miedo

y lloran por cualquier cosa

y se ocultan la cara de vergüenza.

A los tímidos,

a los solos, a los raros,

a los que dudan y dudan

y les llaman inmaduros, débiles.

A los que duermen en la fría cama del psiquiátrico,

a las madres que cogen la mano de su hijo ingresado.

Os digo: que no nos vendan verdades, que la verdad no existe.

La Verdad y la Razón son creaciones del hombre

para doler, para medir.

Hay que luchar contra el silencio y la ignorancia,

no somos enfermos.

¿Quién tiene la verdad absoluta, la realidad absoluta?

¡Que la muestre, que la enseñe si puede!

¡Es mentira, mentira, no existe!

A los que llevan cicatrices de haberse rajado las venas,

a los que consiguieron no rajárselas.

A los que les paraliza la angustia,

les paraliza para ser, amar, soñar.

A los que llaman vagos, idiotas, locos, débiles.

No escuchéis la voz de los que viven solo para tener.

A los que por ansiedad fuman dos paquetes diarios.

A los que no son sociables, ni aptos, ni lúcidos,

ni extrovertidos, ni empáticos, ni asertivos, ni normales.

A los que nunca superarán un test psicotécnico,

a los que llevan medicación en el bolso y el monedero vacío,

a los que ahora están atados a una cama y no nos oyen.

A los psiquiatras que abrazan a sus pacientes

y pidieron alguna vez consejo a un esquizofrénico.

A los que tenemos certificado de disminución

y leemos a Lorca y a Nietszche y lo que haga falta.

A los que no soportaron el túnel y se fueron para siempre,

a los que atravesamos cada día el túnel

agarrados aunque sea a las paredes negras.

A todos los que saben o quieren escucharnos

y no se fían sólo de los manuales, libros, tesis,

estudios y estadísticas.

A los psicólogos que dan besos.

A los que ya hemos transitado por el infierno y el cielo

y no queremos volver nunca más allí.

Y sobre todo,

a todas esas pupilas dilatadas de tanta química

que miran aturdidas y absortas

pero tienen la luz más hermosa.


A todos os digo:"No existe la locura sino gente que sueña despierta"

Princesa Inca

Libro La mujer-precipicio


No me importaría que éste fuese el epitafio de mi tumba, o el resumen de mi biografía. No hay palabra, frase o párrafo, donde no sienta algo como mío.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Tú y yo, en Guadalajara.

"El año no está siendo ni bueno ni agradable, la verdad. Estoy disfrutando con el entrenamiento mucho y de ahí me vienen las satisfacciones, de las carreras... algún buen rato y el resto limones amargos...".

Esta mañana, a un amigo del alma, le escribí esas cuatro letras, todas verdades como templos, pero incompletas si no relato un poco estos dias en el Triatlón de Guadalajara. Hermosa prueba y hermoso lugar. Tan apto para sentirte vivo como cualquier otro, como en cualquier otra distancia, o cualquier ironman...

Una compañía, llena de colores.

Este pasado fin de semana en Guadalajara también lo fuimos… dos… tú y yo.

En el viaje, durante mi estancia y a mi lado cuando volví. No podía verte, pero estabas. No pudiste venir, pero estabas. No te ví animando como siempre, pero te escuchaba, como siempre. Tú y yo.

A pocos minutos de salir, puse mi mano derecha sobre ti y tu piel blanca y roja, tatuada de flores hawaianas y volvimos a hablar una vez más. En el más puro y discreto de los silencios. Siempre te portas bien, lo sé; pero me gusta pedírtelo justo antes de salir. Me tranquiliza saber que me escuchas. Somos dos.
Jose no es compañero, no es pupilo, no es nada más que amigo… nada más que amigo… como si eso fuese poco...
Estás nervioso y crees quizás que yo no. Tienes dudas que sólo crees tuyas. Miras a la isla del lago y en tu interior algo se asemeja a ella… ahí, sola a la vez que rodeada. Justo antes de salir, no me acerco a ti sólo por amistad, ni por vivir juntos ése día de carreras, lo hago porque yo también he mirado a la isla… tanto como tú... o quizás más. 

Agua.

Nos hemos cruzado al salir del agua, con prisa y sin apenas respiración. Has sido tú, Jose, quien ha pasado sus primeros kilómetros pedaleando y ha tenido que esquivar a alguien que yacía parado en la cuneta, bajado de su montura e intentando relajar un músculo piramidal que no estaba por la labor de tanto trasiego. Me has mirado y hablado como si te doliera a ti. Está claro amigo. Somos dos.

Pedales.
Llegué a Guadalajara pedaleando, como yo quería, y mi compañía blanca y roja, con tatuajes de flores, se ha portado como suele hacer. Sé que ella traza los descensos mucho mejor que yo, pero aún así, le pido que no me tire e intento tratarla con toda la dulzura que mi, a menudo, tosco carácter me deja... cuando me deja.

Asfalto.

Corrí por sus calles, pensando en quien mis oídos escuchaban pero mis ojos no veían, porque no pudo venir, porque no pudo ser y quise sentirme solo, y sacar de esa soledad mi fuerza… (soy veterano ya, y la fuerza ya debo sacarla de cualquier rincón). Pero no pude, porque Roberto corriendo sonreía, Iván corriendo sonreía y Patricia, sonriendo corría,  porque Inma, que esperaba a Jose Angel, Ainhoa que esperaba a Alberto y Amaia… que no sé a quién esperaba, no pararon de animar, de sonreir y de hacerme mucho fácil… mi vuelta al ruedo, si es que alguna vez me he ido… otra vez mi compañía y yo, en cada instante, en cada metro de aquella carrera... ya sabéis que fuimos dos.

 
Nada más ponerme las zapatillas, sin saber tiempo ni posición alguna, he recibido mi primer y mejor premio, mi regalo por no rendirme en aquella cuneta.

Personas incansables, maravillosas, extraordinarias e increíbles, llenaban los avituallamientos y nos hacían todo mucho más sencillo. Gentes con unas discapacidades, sencillamente,  diferentes a las nuestras... ofreciendo agua, alimento, mucha energía y sobre todo amor, mucho  amor.

No se puede correr triste, ni sufrir… si les ves a ellos sonriendo, no se puede.
Dios!! qué fortuna tan grande siento cuando os veo y pienso que vosotros y yo, hace tiempo ya, que somos dos.