Cada año, desde hace siete ya, cuando llegan estas fechas, siempre tengo la misma y extraña sensación de tener un corazón que se acelera y un tiempo que se ralentiza.
Mañana parto para Cádiz, con los míos, con mi gente, con mi vida.
Ya no me planteo nunca si será el último que lo haga, porque cuando llego a meta allí, en la plaza de Zahara, jamás sale de mi boca un “nunca más”, y es lógico que no salga, porque sí… el sufrimiento es mucho, pero termino sintiéndolo como una “anécdota” mezclada entre muchísimas otras sensaciones, entre las cuales, resalta como ninguna, la de querer a muchos y sentirme querido.
Anhelos.
Siguen sin importarme resultados ni otro tipo de números, aunque no deje nunca de decir, que soy competidor y por supuesto, soñador.
Empiezo a ser ya, más bien, un viejo soñador, pero bueno, de cara para adentro, mi edad… confieso que ha evolucionado poco. Esa es mi suerte.
El Titán, éste año, ya me ha hecho feliz antes de acudir a la cita. Me honran con un dorsal 1, que llevaré con orgullo y agradecimiento.
Pensamientos y deseos.
El año pasado, hubo muchas personas, muchas, que dejaron de pensar por un momento en sí mismas, si es que alguna vez lo han hecho, y pensaron en otros que necesitaban su apoyo y sobre todo, unos segundos en su pensamiento. Se hizo “deprisa y corriendo” el proyecto Adica en el Ironman de Hawaii, y aparte de esas muchas personas a título personal, hubo dos colectivos, a los que difícilmente, alguna vez conseguiré agradecerles el gesto que tuvieron.
Fueron el Club Urbiko Triatloi Taldea, de Basauri y el Triatlón Titán Sierra de Cadiz, que aportaron algo que, a mi modo de ver, hoy en día es difícil de encontrar: comprensión.
Unos a 900 kms de aquí, los otros a 400… y sin conocer a las personitas de Adica, les abrazaron sin pensarlo.
A esos dos colectivos y a toda la gente que de una u otra manera, colaboraron hace doce meses, les agradeceré, a mi manera… que es compitiendo con todas las fuerzas de que disponga, el gesto que tuvieron con Adica y sus gentes, miembros, trabajadores sociales, voluntarios y familiares. Mi carrera, mi dorsal 1, mi esfuerzo, es mi agradecimiento.
En quién pensaba… a quién miraba… a quién iba dirigida mi mirada al cielo cuando crucé la meta de Hawaii y completé parte del sueño que sigo soñando? ... a todos vosotros.
Mis ojos y mi camino.
En éste libro inacabado por siempre, -donde escribo los minutos que pasan mientras mi rostro envejece, y anhelo dedicar cada minuto a todo y todos los que hacen que valga la pena vivir-, dejo en punto y seguido, que los caminos están hechos para caminarlos y que todos, absolutamente todos, me llevan a algún lugar, y casi siempre a algún principio.
A título personal, me he propuesto para pasado mañana, en el VII Titán, el reto de dedicar mi esfuerzo a mi mujer, sin la cual, yo no sería nada, y por supuesto, nada de lo que digo tendría sentido.
Esta dedicatoria, que en realidad es diaria desde que nos conocemos, no tendría nada de especial, si yo, en éste momento sintiera que me quedan infinitas carreras que dedicar, o tuviese la fuerza interior que debería tener, o el ánimo necesario, o un poco menos de autocompasión, que lo único que termina provocando es miedo.
Miedo a no ver, por mucho que abra los ojos... aún sabiendo que es cierto... que contigo... puedo ver sin abrirlos.
Miedo a no ver, por mucho que abra los ojos... aún sabiendo que es cierto... que contigo... puedo ver sin abrirlos.