martes, 26 de marzo de 2013

Verde, como el de la esperanza.

Hace unos días, ví en un programa de televisión como a una chica, con paraplejia debida a un accidente de tráfico, se le permitía el milagro, artificial pero milagro, de ponerse en pie y caminar con un sistema robotizado, un "exoesqueleto".

Inmediatamente me vino a la mente un deportista con éste problema. Una persona que ha aparecido muchas veces en éste blog. Marc Herremans.

La mayoría de los triatletas que lean esto, posiblemente le conozcan ya, pero este blog, no es solo deportivo, no es solo de nada y quizás es un poco de todo, por eso, sé bien que hay mucha gente que no está relacionada con el deporte que "pasa por la puerta" y se asoma. A todos va dirigida esta entrada.

La historia de Marc, más allá de ser una increible historia de superación, de humanidad y de compromiso, es una historia marcada por una falcultad, un don me atrevería a decir, que creo firmemente que todos tenemos y que a veces creemos perder, la esperanza.


La suya es tan fuerte, tan real y tan sincera, que fue capaz, sin saberlo quizás, de transmitirla a alguien que sin problemas apararentes o visibles se le acercó y le miró a los ojos. 
A veces, cosas o momentos tan pequeños hacen saltar un resorte interior y le cambian el color a la vida que uno ve, oye, huele, siente.

Era el año 2006. Estábamos al final de la ceremonia de entrega de premios a los mejores. Muchos conocidos, famosos e incluso alguna leyenda viva se sentaban a pocos metros de mí, la gente se agolpaba para pedir autógrafos y fotografiarse junto a ellos. 

Marc también estaba. 
El día anterior compartimos salida en el ironman de Lanzarote. 

Yo nadé con mi traje de neopreno, mis gafas, mi brazada cansina y mis piernas batiendo intentando imitar vagamente al más torpe de los peces.

Luego pedaleé sobre mi bicicleta, vaciando la energía de mi cuerpo y sobre todo de mis piernas, mientras mis brazos, a menudo descansaban sobre el acople. 

Corrí la maratón, a ratos vivamente, otros más despacio o caminando si hacia falta. 

Marc, nadó con su traje de neopreno y las piernas atadas con gomas.
Su bicicleta también tenía pedales, pero para accionarlos con las manos y brazos. 
En una silla de ruedas, se dejó el alma para terminar la prueba, llorar y pensar quizás, solo quizás, que su cuenta con la isla que le dejó parapléjico estaba saldada. 
Siempre he pensado que Marc nunca le guardó rencor a aquella isla, ni a aquella bajada del Mirador de Haría. 
No creo que Marc tuviese tiempo para eso. No aparenta tener ganas de mirar atrás. Solo hacia delante, solo con esperanza.




Le tuve presente y le tengo, cada vez que hago esa bajada.

Yo nunca fuí de pedir autógrafos, ni de fotos con famosos, pero esta vez quería un recuerdo, un instante plasmado, un amuleto, algo para imaginar que alguna vez mi mente tendría tanta fortaleza y sentiría tanta vida como la de él. 

Entonces, aquel año, escribí esto:



"Sigo sin saber cómo decirte..."
 
2006. Es mayo en Lanzarote.
 
“Es imposible acercarme… demasiada gente le rodea desde nada más terminar la ceremonia.
Salgo del salón corriendo, tengo que coger la cámara de fotos que está en el coche y volver antes de que se vaya. 
 
Ya estoy de vuelta. Desciendo por la escalera del jardín, miro abajo y le veo, está ahí, en su silla, esperando…me pregunto cómo haré para hablarle y me pregunto también qué le diré.

Estoy  a pocos metros y… nervioso; sus amigos hablan formando un corrillo a su lado, y él está solo…solo y esperando.

Me ha visto bajar los escalones, se ha dado cuenta de que no dejo de mirarle, sabe que le voy a decir algo y sabe también que no sé qué decirle.

Por eso, me sonríe y en inglés, me saluda…hi dice…Le doy la mano y le digo todo lo que me importa, todo lo que le admiro y agradezco, todo lo que me hace sentir, le digo todo y al mismo tiempo siento como si de mi boca no saliera palabra alguna.

Él sigue sonriendo y, mientras estrecha mi mano con firmeza, observo sus ojos…  están iluminados, están llenos de felicidad y de una hermosa sencillez… me da las gracias, su thank you si que suena… no como mis palabras.

Acabo de dejarlo al pie de la escalera, me alejo, miro atrás y veo que los amigos de Marc ya le suben, otros cargan con la silla…acabo de dejarlo y aún estoy temblando, sigo sin decir nada, sin pensar nada…  solo sé que ya no puedo estar triste. 

Llego despacio a la mesa, me siento, y dejo sobre ella la cámara.”
 
Quería compartir esto, una vez más, porque nunca es mal momento, para mirar un poco hacia delante, dejar atrás lo que nos cambió para bien o para mal. Cambiados estamos y así tiene que ser. 
 
Mejor no perder el tiempo, y hacer como Marc, alegrarnos de la inmensidad de las cosas pequeñas, mirar con ojos tranquilos todo lo que nos rodea y si puede ser, decirle a esos ojos, que sientan en tono verde todo lo que les llega. 
 
Verde, como el de la esperanza.

jueves, 14 de marzo de 2013

El deporte me tiene comida el alma, pero mi corazón no le pertenece.

Quien haya seguido este blog desde hace más o menos tiempo, sabrá que no hago entradas solo cuando hay alguna competición o tema de material que tratar. Triatlón y otros vicios, no deja de ser un blog personal, de una persona que practica deporte de forma amateur y de alguna manera, mezcla comentarios y sensaciones de esa vida deportiva con la personal, al final, todo es uno.

Incluso, la foto de portada, de aquella meta del Ironman de Hawaii en 2010, mentiría si dijera que no me produciría rubor si esos brazos alzados fuesen en señal de "victoria". No es así. Podría, pero no lo es. Aquel día le vencí a la vida y le dí las gracias al cielo, nada más. Esos brazos no se alzaron como alegría, sino como gratitud, como sumisión y hasta como penitencia. Ni siquiera recuerdo el momento de levantarlos.

No soy nada más que lo que soy, y ni mucho menos, mejor que cualquiera.

Últimamente, las entradas escasean, para lo que en mí era más normal. Hay una razón clara y sencilla. Voy a ser padre en breve y estos últimos meses mi cabeza nerviosa, apenas para un momento para dejarse llevar y escribir con la ventana abierta, el blog.

Sigo compitiendo y en la medida que pueda, seguiré haciéndolo, quizás menos, quien sabe si más... por mí: virgencica que me quede como estoy...

El domingo pasado puse de alguna manera el punto y final a un bloque de competiciones que ha durado más de un año. No soy de marcar temporadas, porque eso ya lo hacen las lesiones, enfermedades u otras circunstancias que te obligan a parar durante días. En este caso, es un punto y final más mental que otra cosa. Hasta aquí quería llegar y hasta aquí he llegado. El deporte me tiene comida el alma, pero mi corazón no le pertenece.

No creo en las casualidades, creo en las circunstancias y en como las cosas suceden siempre por un motivo anterior, un paso o un movimiento previo. Eso que llaman, el aleteo de una mariposa.

Que el último dorsal haya sido en una prueba como Unretocompartido, en favor de los niños y niñas de atención temprana, no es algo buscado, pero tampoco casualidad. Hace años que entiendo la relativa importancia de conseguir resultados más o menos buenos, las felicitaciones o los silencios tras un supuesto "fracaso", de una forma muy distinta a la de cuando era más joven. Me pueden más las motivaciones y las causas, y si las pruebas no las llevan consigo, yo me las llevo en el zurrón de casa.

La motivación del entrenamiento precede y supera a la de la misma competición. La alegría y el desasosiego ya no dependen tanto de una hoja pegada en la pared donde mi nombre aparece tras una clasificación. Yo estoy aquí para disfrutar, aunque sea con el corazón a 180 pulsaciones.

No entiendo una buena carrera si no hablo con otros, si no saludo o me río, si no disfruto del bullicio antes y después de la prueba,  no la entiendo por muy bien que me pueda ir.  
Si ahora mismo me dijeran que voy a vencer en todas las que haga pero que no tendré nada de lo anterior, dejaría los dorsales de inmediato y como dijo aquel... me dedicaría a la pesca y a escribir libros, que para estar solo, mejor tranquilo.

domingo, 3 de marzo de 2013

DUATLÓN DE CARAVACA 2013.


Y... ¿qué te voy a contar que no sepas ya? No sé si ha sido el último duatlón, o si aún tendré ganas para otro antes de que el mes termine y mi nueva, esperada y deseada vida comience, pero si de esas mismas ganas hablo, (las que tenía hasta ayer), en Caravaca quedaron... las gasté todas :-D.

El de Caravaca es de esos duatlones "míos" de siempre y es dificil salir descontento.

En cada prueba de este 2013 me he ido encontrando mejor y ese es el mejor y mayor premio, encontrarte bien y disfrutar del esfuerzo, del que consigues trabajar y finalmente, reflejar.

Sabes que me sabe a mucho esa 6ª posición final de ayer, y por supuesto, el 1er puesto en veteranos pero por encima de todo, cumplir con otro buen día de carreras, de amigos, de saludos, de encuentros y despedidas, de compartir salida con mi hermana Dori Garcia (8ª finalmente), con Emilio Aistartio, con Pepe Montiel y con tantos y tantos que me faltarían varios muros como este para escribir tanto nombre.


Sigo en mis trece desde hace un tiempo, ya te lo dije. Por lo pronto, pondremos rumbo a Lorca la semana próxima, esperando que la salud me respete estos días, sobre todos los hombros, los dos, para arrimarlos con toda las ganas y fuerzas que queden y entre todos echemos un cable a los niños de atención temprana de Lorca, siendo parte del Trail benéfico de 28 kms de Un Reto Compartido.... qué mejor lugar para otro día de carreras? no crees? :-)