lunes, 29 de noviembre de 2010

Mantenerse alejado.

Una mañana cualquiera del verano del año pasado, el reto que me esperaba un par de horas más tarde, me había tenido nervioso durante toda la noche y parte del día anterior.

Estaba nervioso, porque sabía, que de ése día dependían mucho más que una temporada o una “simple” recuperación física.

No era día de ironman, ni de maratón , ni de nada así, era algo mucho más duro.

Llevaba ya varios días saliendo con la bici, varios días tras varias semanas en los que por demasiadas circunstancias, había estado en dique seco, como ahora, como a menudo.

En esos días, el objetivo era más encontrar un estado anímico aceptable para seguir, que otra cosa.

Pero el día de pedirle cuentas a la dura realidad llegó, y esa mañana me dispuse a hacerlo con más ganas que si de un ironman se tratase.

El planteamiento tampoco era cosa del otro mundo, buscar una subida de quinientos metros y subirla doce veces sentado, tirando de cuadriceps, con muy poca cadencia, buscando un tono muscular que creía bajo, pero no desaparecido.

El resultado inicial fue tan simple como frustrante, primera subida… primer nudo en la garganta y alguna que otra lágrima de impotencia en los ojos. Me dí la vuelta y cuando llegué bajando de nuevo al punto de partida de la segunda repetición, seguí camino de casa, seguí sin mirar atrás y con una sensación de cobardía y derrota que a malas penas pude aguantar.

Ese día cualquiera de verano, cuando sin saber a ciencia cierta por qué me detuve, y por qué  me dí la vuelta volví buscando las otras once subidas que me quedaban, vi más claro de lo normal, algo que desde hacia tiempo que me daba vueltas y más vueltas, vi claro que hay que mantenerse alejado… alejado de esas voces que se empeñan en decirte que lo que pretendes hacer es algo inverosímil, inútil, y en último término, imposible.

Voces invisibles y a veces... demasiado visibles.

Hay que ver, para tantos iluminados de estos que te enjuician, te critican y te solucionan la vida en un pis-pás, diciéndote siempre qué no debes hacer... que pocos hay de los que se apresuran a decirte que puedes hacerlo, que eres libre; que pocos hay de los que no te entienden pero te respetan, que no te conocen pero… te siguen respetando…
 
Cinco semanas más tarde de aquella “simple” sesión de entrenamiento, competí en el I Desafío Doñana, 169 kms en bici, luego atravesamos el Guadalquivir y corrimos 30 kms sobre las arenas del Parque Natural.

Ochenta puertos de montaña en cinco semanas, y para qué?... para demostrarle a la vida por enésima vez y a mi manera, que puedo levantarme después de cada caída.

Iluminados, que ahora mismo pensáis que estoy hablando de deporte… de vosotros cada día, intento mantenerme alejado.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Cosas que la gente hace, cosas hermosas.

Vosotros.

Mas de 40000 visitas al que un día llamé, y sigo llamando, mi humilde morada, éste blog. Esta ventana de mí mismo, donde pocas veces sé callar cuando algo dentro de mí, me pide a gritos ser dicho.
Me parece bonito, la verdad, que la gente se comunique. Por suerte para mí, siempre he tenido o he creido tener, que para el caso es lo mismo, muchos, variados y repartidos amigos, pero he de reconocer, que éste blog y el de alguno de ellos, me permite mucho más acercamiento si cabe. Me parece hermoso, que la amistad, del tipo que sea, se quiera abrir paso, a pesar de las distancias.

HUELLAS INGRÁVIDAS

El día 3 en el Centro Cívico y Cultural de Puerto Lumbreras, y con motivo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, se hará la presentación de éste proyecto. Con intervención física de imágenes con miembros de Adica y exposición de distintos autores con obras donde se muestre la huella como excusa y motivo principal.
 
La huella de Adica.

Esa huella fue mi excusa para intentarlo, para esforzarme, para seguir hacia delante a pesar de algunos pesares… fue mi motivo principal, para desear ir al otro lado del mundo, y no hacerlo solo, fue mi motivo para soñar.

Me piden que muestre a mi pueblo, a todo el que quiera visitar ése día el Centro Cívico y la exposición, parte de mi viaje al Pacífico y cómo la huella viajó conmigo… o yo con ella, más bien. Lo mío no es una obra, evidentemente, serán imágenes que tras la exposición, mostraré aquí en el blog.

Me siento orgulloso, no pienso negarlo, no debo negarlo. Decirlo en voz alta es hablar de ellos, y no voy a callar por riesgo a parecer poco humilde, porque el orgullo que siento, no tiene que ver conmigo, sino con saber y conocer a gente que hace cosas como éstas, cosas como Huellas Ingrávidas, como Adica, o como cualquier otra asociación o proyecto que haya funcionando por cualquier parte.

CENA BENÉFICA ADICA.

Al día siguiente, el sábado 4 de diciembre,  se celebrará una cena benéfica a favor de Adica, (30 euros) en el Parador Nacional de Puerto Lumbreras (porque sí, señores, en “el Puerto”, tenemos Parador). Si nada lo remedia, estaré allí, encantado y con un nudo enorme en la garganta (ya lo tengo desde hace unos días).

A cualquiera de los dos eventos, o mejor, a los dos, se espera a todo el que lo desee, con los brazos abiertos.
DECIMA MEDIA MARATÓN BAJO ALMANZORA.

Aquí no queda todo, pues dos días más tarde, el lunes 6 de diciembre, se celebra otra cosa bonita… mira tú por donde¡¡, entre Overa y Cuevas del Almanzora, se hará la Media Maratón de Montaña Bajo Almanzora, prueba en la que ya competí hace tres años y en la que disfruté mucho, mucho.

El resultado fue bueno, porque me sentí fuerte; pero eso es lo de menos, lo importante de ésta prueba es que la inscripción se dedica a la lucha contra el cáncer, y aunque es competida como cualquier otra, no existen clasificaciones finales ni premios. Aunque sí bolsa del corredor y almuerzo para participantes y acompañantes.

Diez euros de inscripción si se ingresan en la cuenta que la prueba indica, doce si se hace el mismo día de la misma (digo yo, que vale la pena inscribirse el mismo día, siendo la razón que es).

¿Hasta dónde y hasta cuándo?
 
Ya no sé si me queda algún fin de semana libre, de aquí hasta el infinito, y más allá…

Como si fuese un ironman, donde no puedo pensar en las tres disciplinas al mismo tiempo, con lo que tengo por delante, casi tengo que hacer lo mismo, pensar en hacer todo a corto… medio plazo, como mucho, para que nada se me escape, para no abarcar demasiado, son muchas cosas para mi atolondrada cabeza, pero en las que intentaré dar lo que me quede, como si de un ironman se tratara.

Hay gente que me gusta, y estas cosas que la gente hace, son  cosas hermosas, cosasque me gustan.

I TRIATLÓN INDOOR ARRIGORRIAGA.

El próximo día 11 de diciembre, se celebrará el I Triatlón Indoor de Arrigorriaga, organizado por mi club, el URBIKO T.T, y justo el día anterior a la comida de fin de temporada del club.

Ya, ya sé que viendo el cartel, extraña un poco lo de triatlón. Que es un tri, está claro, son tres deportes, que es un ...atlón, yo creo que también está claro. Que es un triatlón... bueno, para mí sí, para otros, supongo que lo de siempre, que para gustos... colores.

Para haceros una idea más aproximada de lo que es un triatlón indoor, o sea, un triatlón en el interior, bajo techo, rescondío... os dejo éste video. Os aconsejo que para verlo bien, quitéis el volumen al reproductor de música en la columna de la derecha.



Spot promotion Triathlon INDOOR LOMMEL
Cargado por tribencoach. - Videos de deportes, baloncesto, béisbol, wrestling y lucha libre.

martes, 23 de noviembre de 2010

COPITO DE CARBÓN, COPITO DE NIEVE.

 ZARANDEOS TRAS LA TEMPORADA.

Cuando ya piensas que las aguas se calman por un rato, cuando ya parece que dejarás de moverte un instante al menos, abres la ventana para mirar afuera y una nueva ráfaga de inquietudes y zarandeos varios te desplazan de aquí para allá, de allí para acá.

EN LA ALDEA.

Estuvimos hace dos semanas en una nueva prueba, bueno, no tan nueva (y menos para Inma), pues lleva ya algunos años celebrándose, las distancias y las disciplinas no son exactamente triatléticas. Alguno que otro, le llama el etilicoman... (sigo sin saber a qué te refieres niño Pepe), yo por ahora, le seguiré llamando El Rocío.


Ese fin de semana terminé satisfactoriamente la que será, si todo va bien, la prueba corta del gran evento, allá por el mes de junio del año que viene. Hace muchos años ya que tengo que quedar en paz con la Ermita y las marismas. Hay quien no me cree, pero todo se andará. El deporte es mucho, mucho más de lo que cuento, pero no es todo.

Hijos míos, haced cuanto os digo...

Este fin de semana pasado, para no perder la costumbre y no dejar que el óxido me corroa demasiado, (ahora que sabe que acabo de cumplir los cuarenta, sé que me tiene idea…) me fui a disfrutar de las locuras de un loco tan loco o más que yo, Apolo Esperanza. La mezcla de las suyas y las mías, puede llegar a ser algo más que explosiva.

..copito de carbón y copito de nieve...

Estamos ahí, una de competición para ti, una de cháchara para los dos, una de aventura para… mí??, no sé yo. Envidia le tengo, no lo niego, pero si para el Ironman de Hawaii y los trece anteriores no he tenido ayuda alguna de ésta bendita concejalía mía de deportes, qué cara me pondrían si les dijera que me voy al Nepal, o a Kenia o vete a saber tú donde a hacer, vete a saber tú qué…

Entre relatos, planes y otras alucinaciones, hicimos Apolo y yo de paso, la Media Maratón de Valencia, él corriendo y yo... haciendo como que corría.

La prueba me resultó interesante por dos motivos, uno dicho está, disfrutar de la compañía de Apolo y familia, y la segunda es que también ésta prueba ayudaba a un proyecto solidario, la lucha contra la enfermedad de la espina bífida, si incrementabas un poco el precio de tu inscripción (al final, espero que la mayoría de las que dispute ofrezcan algo parecido).
 
Hacía viento, salí atrás y tranquilo, sin más pretensiones que mezclarme bien con los más de 7000 atletas que se pelaron de frío, como yo, el domingo por la mañana.
Llevaba ya, por lo menos cinco sesiones de medias horas de trote entrenadas desde la aventura hawaiiana, eso y un par de salidas en bici de montaña, y sabía que el motor no daría para mucho.

Debí salir rápido pero fui tonto. Si hubiese salido rápido, en el kilómetro ocho o diez, no habría podido ni con los cordones de las zapatillas y me habría parado o habría ralentizado la marcha, pero fui reservón, en el cuatro con el chico del cartel de 1h40’… en el ocho con el de 1h30’… y en el diez… se me fue la perola… una vez más. No tengo remedio, ni con cuarenta ni con cincuenta, da igual, caso perdido. 1h24’y pico, a 4’01’’ dice el tiempo real, eso dice, lo que no dice es el dolor de gambas que tengo todavía, y estamos a martes… burro, más que burro.

Hijos míos, haced cuanto digo, pero ni se os ocurra hacer lo que hago.


jueves, 18 de noviembre de 2010

LA VESPA DE ANTONIO.

-Sin comida en los bolsillos. Así salimos a darnos el "paseo" de los sábados los tres amigos, los hermanos Dalton, como a mí me gustaba llamarnos.
Ni diez minutos llevábamos de pedaleo, cuando los "casi" profesionales (poco más tarde lo fueron), nos incitaron a dar la vuelta e irnos con ellos.

-¡Veniros! decían, -¡veniros hasta Vélez Rubio y os dais la vuelta¡, y nosotros, que delante de las figuras de la zona, no queríamos mostrar demasiado nuestra condición de juveniles con granos en la cara, no lo pensamos siquiera.

Los kilómetros pasaban y el ritmo era cada vez mayor, debido sobre todo, a las aceleraciones nerviosas de los tres juveniles.

Una vez en Vélez, aquellos semi-pros, que ya tenían ruta marcada, parecían no querer quedarse solos (y eso que iban al menos seis) y nos volvieron a calentar:

¡Oye! ¡Pues si vais muy bien! ¡Veniros hasta María... y os dais la vuelta...! decían... ¡hombre!, ¿y te crees que no somos capaces?, ¡pues venga¡... Y así, de Velez a María, de María a las Cañadas de Cañepla, de las Cañadas a Topares... y una vez en Topares, por suerte, les dió por parar, porque a nosotros el hambre ya nos estaba torciendo los ojillos.

-¿Pero no lleváis comida? Mira que sois juveniles¡¡¡¡ --  y aquello, aun siendo totalmente cierto, nos ofendió sobremanera, pues según como te lo dijeran, lo de "juvenil" no aludía precisamente a la categoría en cuestión.

"Pues no, no llevamos comida. Es que es sábado y habíamos salido a dar "un paseo". ¡No te digo!

Faltaban años aún, para que se empezaran a ver las primeras barritas energéticas, geles y esas cosas... es más, faltaban años aún para llevar en la bici eso de los dos portabidones...

Ellos llevaban bocadillos, fruta y hasta dinero¡¡¡¡, ...bueno, ni tan malos eran finalmente,  que hasta nos compraron una bolsa de "Gitanitos" en el bar de Topares, el único bar de Topares.

Alimentados de semejante manera, aquellos seis tiraron para Caravaca por unas carreteras más perdidas que las sendas del Tibet, y por supuesto, nosotros tres salimos con ellos. Total, lo que quedaba ya no podía ser ni más, ni peor que lo hecho hasta entonces.

Los mayores, no habían perdido su condición de juveniles solo por la edad, sino también por la experiencia. Todo el día agazapados viendo como los Dalton atacábamos mil y una veces. Y ahora, a mitad de camino, a ellos les tocaba "arrancar la moto".

Sin atacar, sin cambiar bruscamente el ritmo, comenzaron a incrementar la velocidad, y a relevar como si de una máquina perfectamente engrasada se tratara, primero en fila, después a la par, en abanico si el aire soplaba de costado... y nosotros, alimentados y con el orgullo casi intacto... no queríamos ser menos.
¡Juvenil! ¡que así no se hace!, ¡entra bien al relevo y tira con dos... o quítate y traga cuneta!... nos gritaban a cada momento y, personalmente aquello me estaba poniendo de los nervios.. ¡ni que estuviésemos en carrera!.

A lo lejos, llevando ya varias horas de pelea, se divisaba la carretera de Caravaca, desde la cual, Lorca y a continuación mi pueblo, no estaban ya a más de cuarenta o cincuenta kilómetros... ¡¡menos mal!!, ¡qué poco nos queda para terminar!… el "paseo" de los sábados.

En cierta manera, llegar a aquella carretera de Caravaca, ancha, con buen arcén, sin mucho tráfico y en ruta ya directa hacia casa, fue un poco como entrar en el cielo aquel día...o al menos, eso pensamos los tres juveniles.

Fue tocar el nuevo asfalto y vimos que por allí andaba ya esperando a los seis medio-pros, Antonio. Antonio y su Vespa, y un látigo que aunque no se veía, se sentía desde lejos.

Ni dijo hola, ni preguntó por la salud, solo los miró, lo miraron y todos a rueda de la moto sin rechistar... y allí, empezó el entrenamiento… ¡ciento cuarenta kilómetros después de salir de casa!.

Los hermanos Dalton, más por miedo a la soledad que otra cosa, nos tuvimos más remedio que engancharnos a la fila y pedalear con todo lo que nos quedaba dentro.

Éramos juveniles, y algún diente en la corona y en el plato grande nos faltaba (alguno de leche también), por lo cual imagino que, el "baile de San Bito" encima del sillín a casi cincuenta por hora tuvo que ser algo digno de ver.

El infierno no estaba bajo tierra como nos habían enseñado, el infierno estaba en la carretera de Caravaca aquel sábado y Antonio y su Vespa eran, sin duda, reencarnaciones del mismísimo Satanás y su tridente.

- Pasé la puerta de mi casa con los primeros ciento ochenta kilómetros ciclistas de mi vida en el bolsillo, más muerto que vivo y sin fuerzas ni para hablar.

En el patio, la minipiscina de plástico que mis padres le habían comprado a mi hermana menor aquel verano, rebosaba de agua... hasta que yo caí dentro, con culotte, con maillot, con zapatillas y con la amarga sensación de que me había equivocado de deporte.
Sin embargo, a partir de la primera carrera tras aquel "paseo" de los tres con los seis, de los Dalton con los Pros, pocos días se me hicieron tan duros, ni siquiera en competición, a partir de entonces el número de victorias de aquellos tres juveniles, empezó a crecer.

Pero lo más importante fue entender que los retos difíciles solo se consiguen con sacrificio, nada es gratis, ni fácil, ni se aprende nada de un día sin dificultad.

Me acuerdo a menudo de aquel día, y me doy cuenta de que en pocos aprendí tanto sobre mí mismo y desde luego, en ninguno soñé tanto la noche posterior con el bizcocho y la crema de los "Gitanitos" de Topares.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Recortes de PRENSA.

Diario La Opinión de Murcia.

Son muy contadas las ocasiones, en las que un amateur, sale reflejado en algún medio de prensa, normalmente, poco más que en el pueblo o ciudad donde reside, aunque a veces, algún otro medio se hace eco de alguna de las locuras en las que uno se mete.

Tras el Ironman de Hawaii, La Opinión de Murcia, un periódico regional y diario, me entrevistó y para mi sorpresa, no fue solo para hacer una pequeña referencia sino para algo más... bueno, mucho más, sobre todo porque se hace una mención especial al proyecto de Adica en Hawaii.
Quiero agradecer, desde aquí, el trabajo realizado por Nuria Gomez.

Lumbrerense.

A uno, siempre le gustan estas cosas, para qué voy a engañar a nadie y además, sería hipócrita decir que me dá igual, me ilusiona salir y que mi gente lo vea, y se alegre por mí, y me alegra mucho más, si cabe, que la palabra lumbrerense, salga a menudo, que para eso llevo 28 años llevando esa condición de ciudadano, por medio mundo.
Y hasta me resulta extraño decir todo esto, ya que creo poco en  fronteras, orgullos territoriales y otras formas varias de perder el tiempo... pero aquí nací, y eso no puedo evitarlo.

Que no quiero nada... ya no quiero nada más que lo que tengo, se puede ver claramente reflejado, si ampliáis la foto de abajo y leéis la primera frase de toda la entrevista;  para los que entráis a menudo en éste blog, os parecerá hasta repetitiva...


Mi pueblo.


Mi pueblo, si soy objetivo, diré sin reparos que me parece feo, porque me gusta lo verde y no tiene árboles, porque me gusta el agua y no tiene ríos, me gusta el mar y desde aquí no lo veo,... pero es mi pueblo, donde vivo y donde están los míos.

Mi pueblo es un cruce de caminos, la puerta de Murcia si vienes desde Andalucía, y la puerta de ésta si de Murcia sales; mi pueblo era ruta importante de moriscos y cristianos; era y es lugar obligado de paso, para todo aquel que quiera detenerse un poco en el camino, a descansar y reponer fuerzas, siempre ha sido así, hospitalario y agradecido; por eso, hay cosas que no entiendo, sin embargo, por eso también, cuando a un suizo en Zofingen, o a un alemán en Regensburg, o incluso a un australiano en Busselton, y no te digo ya, un americano en Kona... intentan decir: Puerto Lumbreras, por raro que suene y por mucho que les cueste pronunciarlo, a mí, literalmente, se me rien los huesos y me hace sentir orgulloso como a pocos. Como a pocos.

Como dice un buen amigo, teniendo el cariño y aprecio de quienes me conocen, para qué quiero más. Y no quiero más, amigo... lo que no soporto es que me quiten lo poco que tengo.

Pero caerán las nueces, no lo dudéis ni un instante, caerán por su propio peso cuando el nogal ya no pueda ocultarlas entre las hojas. Y cuando caigan yo seguiré aquí, posiblemente ya seré viejo para verlo. Tengo paciencia y si no muero antes, les recibiré como siempre, sonriendo... sonriendo y harto ya, de que digan que vivo en el número siete de la calle Melancolía... porque hasta las narices estoy ya del siete, de la calle y hasta del Sabina.

martes, 9 de noviembre de 2010

Final de temporada. Diario de entrenamiento y resultados.

 FINAL DE TEMPORADA, principio de la siguiente.

Hay que empezar a desperezarse...

Normalmente se suele entender por fin de temporada, la conclusión de la última prueba o como mucho, el final de los entrenamientos y comienzo del descanso, ya sea activo o total, todo depende de cómo termines... en mi caso, solo de acordarme de tanto entrenamiento, me cansa lo queda de día....

En el entrenamiento, el descanso es tan importante como la carga de trabajo, a menudo, incluso más. Sobre todo si terminas como yo... allá por el 2004 en Cantimpalos...

Tres, casi cuatro semanas totalmente parado, han sido las necesarias para completar toda mi fase de entrenamiento. Aprovechando para ir poniendo en orden unas pocas cosas. Total que, una vez entrenado y descansado, doy por finalizada la temporada 2010.

Siempre que se me permite, aconsejo el uso de un diario de entrenamiento, donde ordenar, no solo los esfuerzos realizados, sino también, las sensaciones y pensamientos que algunos entrenos y competiciones nos provocan.

Resumir a grandes rasgos los millones de gotas de sudor, que uno deja caer por la frente durante meses y meses, es complicado. Pero si se pretende tener una visión global del trabajo hecho, hay que ser objetivo, sacar todos esos fríos números y tenerlos en cuenta para el siguiente año.

Esta temporada he competido, más bien poco, en solo 7 pruebas, 6 de ellas de larga distancia (más bien poco, pero más que suficiente):
  1. SUECA. Camp. Comunidad Valenciana Duatlón Larga Distancia 10-80-20. 7º y 1º Veterano.
  2. SEGOVIA. Camp. España Duatlón por Equipos. 5-20-2,5. 22º URBIKO TT
  3. ARRIGORRIAGA. Camp. Euskadi Duatlón Larga Distancia 12-75-12. 9º y 2º Veterano.
  4. ELCHE. Medio Ironman Arenales. 1.900-90-21 23º y 2º Veterano.
  5. IRONMAN LANZAROTE. ESPAÑA
  6. IRONMAN REGENSBURG. ALEMANIA.
  7. IRONMAN HAWAII. USA

DISTANCIAS:
Desde el 1 de enero hasta el 9 de octubre, han sido 644 horas, repartidas más o menos así:

Natación:       341.100 mts
Ciclismo:        12.171 kms
Carrera:            1.720 kms

Las 10 semanas previas a cada Ironman, han salido así:

Ironman Lanzarote:         161 h
Natación:        67.300 mts
Ciclismo:          4.069 kms
Carrera:               526 kms

Ironman Regensburg:     180 h
Natación:        65.700 mts
Ciclismo:          3.223 kms
Carrera:               525 kms

Ironman Hawaii:               151 h
Natación:        96.800 mts
Ciclismo:          2.466 kms
Carrera:               410 kms
Algunas conclusiones:

-Muchos kilómetros en rodillo para Lanzarote. Entrenado a base de competiciones.
-Muchos puertos para Regensburg. Entrenado a base de horas y más horas.
-Mucho de nada para Hawaii... excepto mar. Entrenado a base de ilusión y poco más.

Con menos también se puede, pero eso ya es otro tema. Solo decir, a la vista está, que disfruto mucho haciendo el camino.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Hijos de la soledad.


Los maratonianos y cualquier ser humano. Para hacer el camino, y crecer entre tanto, solo hay una manera de hacerlo, y es sin compañía. Somos y tenemos que seguir siendo hijos de la soledad.

Cada día.

Cada día, uno se levanta y se acerca a la ventana, y mira hacia el cielo, a ver que le dice la mañana sobre lo que le espera.

Hace viento y frío, hoy toca sufrir, pienso. ¿Sufrir?... pero como voy a sufrir, si soy dueño y señor de cualquier opción, puedo salir, o quedarme dentro... ah¡ ya sé qué pasa, soy dueño y señor sí, pero de mi sufrimiento, sufrimiento consentido, como yo lo llamo, por eso salgo fuera siempre... ¿siempre? ¿y entonces? ¿para qué miro hacia el cielo por las mañanas?

Por las mañanas.

Por las mañanas de todos los días de cada año, desde hace cuarenta, me he dedicado a una sola cosa, la más común entre los mortales, me he dedicado a envejecer y a deteriorarme físicamente, pero también le he dedicado tiempo, empeño y fuerzas a rejuvenecer y crecer por dentro, y todo en mi propia soledad interior, soledad inexplicable e incomprensible para los demás.

Los demás.

Los demás son esos que me critican por lo que hago y lo harían también si me vieran no hacer nada, esos que no entienden que quiera acelerar mi deterioro físico, esos que piensan que una vez anciano, la artritis en las rodillas solo la tendré yo porque hago ironman y ellos no, esos que hablan sobre mi vida privada, sobre mi trabajo, sobre mis dineros y hasta carruajes tirados por caballos, sobre mis riquezas y mis ruinas, sobre los hijos que no tengo y a puñados ya, debería estar engordando. Algo les sucede a todos esos.

Todos esos.

Todos esos están tan solos como yo, o quizás más... la pena, que no rabia, es comprobar que la ignorancia no escasea por estos lares, y que al final, el que más y el que menos, termina tapando sus propias vergüenzas con los trapos ajenos. Y siento pena otra vez, que no rabia, aunque sean mis trapos con los que se tapan, porque se lo que ellos aún no quieren reconocer, y es que están solos y se olvidan de vivir, se olvidan de respirar.

Respirar.

No solo se respira el aire, el sol también puede olerse y saborearse... en Aguilas, durante semanas, me levanté una mañana tras otra buscando los "aperos" para el entreno dictado, y mientras llenaba de reservas el cuerpo casi dormido, veía nacer el sol saliendo del agua... y luego, a miles de kms, como hijo afortunado que me sentía, olía esta vida que me llena, viendo a ése mismo sol, derritiéndose en el Pacífico a la hora del ocaso... hace un mes ya de mi vuelta, y pocas cosas hecho tanto de menos.

Te echo de menos.

Te echo de menos y aún no te has ido. La felicidad suele ser dolorosa, porque cuanta más tienes, más miedo te da perderla, por eso me gustaría ser feliz, pero solo lo justo, para disfrutar de lo poco que tengo y que, entre otras cosas, tus penas, no me dolieran tanto, me gustaría tener la felicidad esa de saber que vendrás y te veré y estaremos bien, más que la que tengo ahora que estás aquí, porque ahora, ya te estoy echando de menos y aún no te has ido.

No te has ido.

Y no quiero que lo hagas. Sabes que no me gusta tener mucho, porque luego sufro pensando que tanto que tengo, puedo perderlo. No quiero riquezas, ni coches lujosos, si acaso, uno donde quepa mi bici y me lleve por lo menos, hasta donde la vista alcance, aunque sea despacio, que no tengo prisa.

No tengo prisa.

No tengo prisa, porque ya corrí demasiado en su momento. Quería ser mayor, y lo quería cuanto antes... así que ahora que lo tengo, toca ir despacio, que es invierno y los días son cortos.

Días cortos.

Días cortos seguirían siendo, aunque les quitara la noche, para tantas cosas que pienso, las horas pasan demasiado rápidas.

Tengo que buscar un rato, entre todas esas horas de estos días cortos, para sentir un poco que no tengo prisa, que por suerte la felicidad, no se ha ido, que ya no la echo de menos; tengo que respirar mientras tanto, y pensar en ayudar a los demás, esos que me critican, aunque sienta pena y no rabia por ellos, y tengo que pensar en que mañana por la mañana debo volver a asomarme a la ventana, como cada día, y decidir hacia donde correr, aunque sea hacia la mar, y ser de nuevo, y hasta el día que ya no pueda, un buen hijo de esta bendita soledad.


jueves, 4 de noviembre de 2010

Como el agua entre los dedos.

Llevo días dándole vueltas. Quería escribir sobre estas cosas mías, que por pura afición comparto con muchos que también las disfrutan.

Quería hacerlo, pero no puedo.

Al menos hasta la semana que viene, y dejaré lo que queda de esta para el recuerdo. Volveré con esa parte de ánimo perdido y haré como que la vida sigue, como si nada hubiese sucedido. Aunque no será así.

No sé si hago bien o no escribiendo esto, no tengo la impresión de que sirva absolutamente para nada, ni siquiera para explicar un poco, cómo me siento y cómo llora estos días la gente de mi pueblo. El dolor se multiplica por mil, cuando éste llega sin sentido, cuando la incredulidad supera cualquier otro pensamiento.

Se nos ha quedado el alma rota y la terrible sensación de que algo se nos escapa, de que alguien se nos ha ido, como el agua entre los dedos.

Me doy cuenta que a veces escribo aquí, cosas que transcienden lo meramente deportivo, pero entiendo que todo está unido y relacionado. Deporte y sensaciones, esfuerzo y sentimientos que al final, si lo pienso un poco, son una misma cosa.

Estos días, en los que intento volver a empezar, todo lo mío y todo lo de cualquiera, ha quedado a un lado. Pensar en sueños, en ilusiones y proyectos, cuesta tanto como derretir un glaciar, porque así nos sentimos, fríos, fríos y confusos.

Por esas pocas, escasas y hasta fugaces ocasiones en las que nos encontrábamos por la calle y me preguntaba por mis carreras y mis historias, por su familia, por sus amigos más cercanos entre los que está alguien a quien quiero de la mejor forma que sé y puedo, alguien de mi sangre, por todos ellos y por todo eso, quiero pensar que escribo esto.

Estés donde estés tocayo, sé feliz.