martes, 31 de diciembre de 2013

En la cima no hay profetas.

Por ser el dia que es... hoy tampoco hemos entrenado.
Pero apenas hemos dejado de correr casi tres horas.
Y repito... no hemos subido montañas para entrenar sino para disfrutar y despedir el año como mejor sabemos hacerlo.

Con gente como Ju
anjo, todo resulta mucho más fácil. 

 Amanecía mientras subíamos la Jara y una vez arriba, se veía el mar, a más de cuarenta kms de distancia con total claridad (y eso... viniendo de alguien que tiene "tocada" la vision en ambos ojos, es mucho decir).

 A costado decidirse a bajar, y es normal, porque Juanjo y yo somos de esa gente que hace deporte y que no ha necesitado nunca ser profeta para llegar a lo más alto de su pueblo (Cabezo de la Jara 1200 mts...palmo más, palmo menos).
Feliz Año.

viernes, 27 de diciembre de 2013

El Trail de Chiva... o la prueba de una mente dispersa.

"Llevo casi cinco horas en medio de las montañas, corriendo cada metro de tierra y piedras que me lo permite, caminando, a veces casi escalando y otras dejándome caer con toda la torpeza imaginable por sendas que me llevan desde cimas hasta barrancos, llenas de piedras sueltas, de rocas por las que paso y piso... casi pidiéndoles perdón por tocarles y dando gracias por no abrirme la crisma en alguna de ellas...
 
Llevo un dorsal y esas horas; y con ellas 40 kilómetros de subir caminando agarrándome a cuerdas, de sentir calambres en músculos que no creía tener y de reírme de mi estampa a cada metro... sí, reírme de mi tontuna mañanera a las 7 cuando dieron la salida, aún de noche, apenas a 5 grados, con un frontal que apenas me dejaba ver media espalda del que me precedía y pensando, mientras corría entre los diez primeros, que íbamos "despacio"...
 
Qué poco me río ahora... que apenas saco ganas para caminar a una marcha mínimamente decente.
 
Acabo de bajar por el cauce seco de un río. No había senda, solo cantos rodados del tamaño del casco de F. Alonso. Tras la última bajada, ese ha sido el peor de los peores malos ratos que llevo hoy, y ya van unos cuantos...

No veía el momento de llegar al avituallamiento y una vez allí... no quería ver el momento de emprender la marcha. Y ya estando, han sido cuatro o cinco los corredores que han parado, comido, bebido y partido... y yo sin querer ver el momento...
Me dedico a beber y repostar más líquido, pero apenas cojo nunca comida, ya que llené la despensa de mi mochila con las tres cosas indispensables que Keep Going me aporta para estas pruebas, Triforza, geles y barritas.


 
He dejado ese avituallamiento y ya estoy en la senda, casi cinco horas ya y 40 kms hechos... me lo repito demasiadas veces... llevo casi una maratón y me queda media.
La senda se empina a cada paso y cada paso es más lento que el anterior. Me apoyo en los muslos para ayudarles a subir una montaña de la que, por más que alzo la vista, no veo el final.
Las Skechers se agarran al terreno como lo haría una anciana a su bolso viendo acercarse a un tatuado con gorra de medio lao... imposible separarlos.

Estoy dando alcance, a cámara lenta, a otro corredor. Hace un par de horas que no sé en qué posición voy, si diez arriba o dos abajo. 
En una zona revirada y con tramos escalonados, ya puedo oírle los pasos y antes de suponer que él también oye los míos, lo que oigo son palabras.
Está hablando. Por momentos y entre los arbustos no le veo, pero habla.
 
Imagino que lleva otro cerca o que conversa por el móvil, o que... simplemente las neuronas le han llegado a meta antes de tiempo.... pero no... me acerco un poco más a él, y descubro que... es conmigo con quien habla.
 
Dice como que: "cuando no se puede, es que no se puede...." o "es que no paro de competir..." o "vaya encerrona de carrera, no me habían dicho que era tan dura..."... "putos calambres... ni sales ni ostias"... y yo, a todo esto, mirando para atrás y hacia los lados y sin decir ni media palabra.
 
Entonces pienso: "Madre mía, en todos sitios se cuecen habas... hay hueco para "mentes dispersas" en todos los deportes...".
 
Lo curioso, y quizás, el resumen más claro de lo aprendido en los 61 kilómetros de mi primera participación en un trail "real" de montaña, es que, al igual que el terreno cambia a cada metro que haces, cambia tu estado físico, de bien a mal, de mal a menos mal... y cambia el ánimo, tantas veces como veces piensas en lo que estás haciendo.
 
Por eso, igual que le daba caza a aquella "mente dispersa" que no paraba de hablar mientras subía por la senda de la montaña, a los pocos minutos le vi alejarse lentamente y dejarme más tirado que una colilla... aunque confieso que de haber podido acompañarle dos kilómetros más,  la experiencia habría sido de todo menos motivante y altamente perjudicial para mi, pobre ya, salud mental.
 
Entonces empecé a divagar y a pensar que subir no me supone ningún problema, sea corriendo, caminando o escalando, al fin y al cabo, es una cuestión de fortaleza... cuando pueda, subiré.. y cuando no, me moveré como un koala por las ramas de un eucalipto.
 
Sin embargo, bajar y hacerlo rápido es difícil, duro, estresante y para alguien sin apenas técnica como yo es incómodo y hasta peligroso. Los gemelos aguantan bien, las R2 de Compressport no me deben faltar en próximas aventuras. Tampoco los manguitos ligeros que me cubren los brazos.
La sangre debe fluir y no quedarse ni ralentizar la marcha, para eso es la compresión, para ayudar a que el retorno se haga correctamente. A ver si inventan ya el gorro de compresión para que ese retorno se produzca también en la perola...
 
Durante 45 kilómetros he estado perdido, en una ruta marcada, con un dorsal y con avituallamientos... pero perdido. En una disciplina que, por supuesto "no inventé" de crío cuando corría tras las cuatro ovejas que me daban esquinazo a las primeras de cambio... Este es otro deporte, con ritmos distintos y con distinta gestión al ciclismo o al triatlón de larga distancia.
 
Pensar todo eso y tanto, me sitúa en el lugar donde se cuecen las habas... también yo soy una "mente dispersa", pues.
 
Mi suerte se llama Alberto, y me apena que sea porque esa suerte no estaba hoy con él. Ha tenido problemas cuando iba entre los primeros y ha estado caminando durante mucho tiempo antes de alcanzarle.
Decide que me acompaña y decido que le voy a seguir, sabiendo que su caja de cambios tiene más marchas que la mía... la mía ya solo tiene una, la del autómata, la del sonámbulo, la del conejo de Duracell que dura y dura, mientras la pila dura...
 
Pero a esa marcha que tengo, la he menospreciado durante horas y tiene algo más de lo que pensaba (un buen acierto el susodicho menosprecio).
 
Alberto se ha ido recuperando y parece acelerar conforme pasan los kilómetros, me hace seguirle casi dos horas a un ritmo mucho más alto y controlado del que llevé solo desde la madrugada, para completar más de 7 horas de prueba.

Algo más atrás (no mucho), viene Bárbara que finalmente, termina tercera de todas las mujeres. Pocas rocas habría hoy en el monte más duras que ella. 

25º y 26º
Finalmente y para mí, terminar así, corriendo, con cierta suficiencia y sufriendo, aunque no penando, lo cambia todo.
Y esto lo refleja una corta conversación que tuve momentos después de terminar:
"No me deja mal sabor de boca..." le decía después a un amigo por teléfono.
"No me deja asqueado tras semejante paliza..." le comentaba.
"No me duelen absolutamente nada de nada las piernas y la verdad... no sé si eso es bueno o es malo..." le dije finalmente,....
 
Y supongo que tras colgar, mi amigo ya sabía la respuesta a esa pregunta, la única respuesta. "..no me duelen las piernas... dice este..." Eso no es ni bueno ni malo, eso es sencillamente, mentira.
 

martes, 24 de diciembre de 2013

Vivir con los ojos abiertos.

Desde el pasado 1 de diciembre, no hay novedades por el blog... al menos no publicadas. 

El día 7 dí buena cuenta de las zapatillas protagonistas de la anterior entrada en el ultra trail de Chiva, de 61 kms de distancia. 
Nada más llegar a casa, escribí como a mi me gusta hacerlo cuando algo me toca y lo hace para bien. 
Hecha está la entrada y en ella el relato. Otro relato de esos que me cuento a mí mismo y una vez hecho, no encuentro razones para no darle a Publicar.

No está publicado aún, como se puede ver. No ha habido ningún dorsal más desde entonces. 
Las cosas que se han de contar y que a amigos o conocidos puedan interesar, respecto a meses venideros, a nuevas temporadas y a novedades, o sencillamente... esas cosas mías... memeces para algunos, meros entretenimientos para otros... también están ahí. 
Pero al igual que sucede con la crónica de esa carrera de Chiva y con el hecho de ponerme dorsales en breve, son cosas que tendrán que esperar.

No habrá más dorsales este año que ya termina. Ni San Silvestres ni nada que se le parezca. No habrá ni un solo minuto más de deporte buscando entrenamiento, aunque no deje ni un día sin salir a correr una, dos o hasta 4 horas seguidas. Nada de eso es entrenar ahora mismo. Sencillamente deporte y si acaso consuelo.

El deporte me ha dado mucho durante casi toda mi vida. Más de treinta años ya. De ese mucho, la mayoría ha sido bueno, pero de lo otro, también ha habido. 
En estos momentos solo tengo en cuenta lo apartado que estuve durante años de familia y amigos. No en el sentido de no estar, ni de no querer, ni de falta de cariño, sino de vivir con tanta intensidad, quizás demasiada.

Voy a seguir haciendo cuanto quiero y amo mientras pueda. Es parte de mí correr o pedalear cada día, aunque solo sea por unos minutos. Llevo toda la vida enganchado a ello y creo que sea capaz de apartarme nunca del todo.
Pero en estos momentos, en los que termina el mejor año de mi vida, con la llegada de alguien, de una personita que me tiene agarrado, estrujado y totalmente enamorado, mi hija; tengo la sensación agridulce de la alegría inmensa de esta familia que ha crecido y al tiempo, la tristeza de otra parte de mi familia que se ha ido para siempre. 

Al final, todo se reduce a vivir intensamente cada minuto, cada segundo de aquello que quieres, y hacerlo con los ojos bien abiertos, para no perderte todo lo bueno que te rodea y que dejas de disfrutar pensando que siempre estará ahí.

domingo, 1 de diciembre de 2013

GoBionic Trail. (100 kilómetros de monte después...)


CORRER CON 0 DROP, CON LIGEREZA Y PROTECCIÓN. ¿ES POSIBLE?

Sí. Con la GoBionic Trail de Skechers.

La pregunta podría ser: ¿cómo te atreves a hablar de una zapatilla con una sola semana de uso y en un terreno "poco" habitual para ti? o también: ¿Cómo no te esperas a competir en una prueba de montaña de verdad, y no en los montes y sendas que tienes cerca de casa para valorar las prestaciones de ésta zapatilla.

Se me ocurren varias respuestas, pero a la primera diría que... tras una semana, cinco sesiones y una una centena de kilómetros de mucho trote, caminata y poca carrera rápida en llano... no me aguanto las ganas de mostrarlas y a la segunda pues... que posiblemente, tras el Trail de Chiva de 61 kms del próximo sábado 7 de diciembre, tenga más cosas que decir sobre el funcionamiento del material, pero ya de una manera más enfocada a la competición.

El caso es que yo, sin ser ningún experto, ni probador de infinidad de zapatillas, he de quedarme en casa y hablar de lo que tengo en ella y básicamente, de cómo me funciona a mí. Intentaré no dejarme nada en el tintero porque son muchas las cosas que trae la zapatilla que presento. Y aunque utilizaré el menor número de tecnicismos posible para una mejor comprensión, espero no pasarme tampoco de "demasiado" coloquial.

Entrando en materia, la entrada de hoy va dedicada a la nueva GoBionic Trail de Skechers.

Voy a confesar desde el principio, que estas son el segundo par de zapatillas de trail que he tenido en toda mi vida. El primero me llegó a primeros de año y por supuesto, también eran Skechers, más concretamente el modelo GOtrail. Sencillas, minimalistas, de taqueado pequeño, muy flexibles y para mí, más que suficientes por entonces, para entrenar y competir en carreras no muy largas como fueron los 22 kms de la Carrera de Montaña de Un Reto Compartido en Lorca donde finalicé 4º.

Eventualmente, he competido en carreras de montaña que rondaban la distancia de la media maratón (excepto los 101 kms de Ronda) y siempre lo hice con zapatillas ruteras, dado el escaso nivel técnico de los recorridos y la verdad... se me hacía difícil pensar en el hecho de llevar calzado de casi 400 gr en cada pie.

GoBionic TRAIL
Las GoBionic Trail, han superado todas mis expectativas en cuanto a diseño, comodidad y ligereza, tanto que la primera sensación al ponérmelas fue de llevar cualquier otro modelo de la marca. Aún así y como ya he dicho antes, esperaré a hacer una o dos pruebas con dorsal para valorar por completo la funcionalidad.

PESO
Cuando llegaron a mis manos, lo primero que noté fue que no debía temer un cambio en la sensación de llevar mucho más peso, el generoso taqueado de la suela engaña a primera vista y crees que aunque solo sea por eso, la báscula te va a dar un susto.

En efecto, el susto me lo llevé cuando la pesé y comprobé que en mi número 43.5, los 250 gramos que marcaba la báscula, indicaban que por lo menos esta, no es la zapatilla pesada de la marca. Comparte prácticamente peso con la GoRide.

FORMA Y MATERIALES
La zapatilla presenta una caña más alta que su predecesora,  debido también al uso de más "tacón" o material en la zona del talón. Las comillas las utilizo porque el "tacón" de más es solo apariencia ya que este material "de más" rodea la parte inferior del pie y lo sujeta más en la zona del talón, para impedir movimientos laterales de este dentro de la zapatilla en aquellas zonas de pendiente muy pronunciada o técnica donde impactar con el talón sea inevitable.


HORMA
Sin embargo, mantiene otra característica común a todas las Skechers que he probado, y es el generoso ancho de la zapatilla de mitad de pie hasta los dedos, cosa que les da toda la libertad imaginable.

UPPER.
El material utilizado para el "envoltorio" se basa en tres capas de diferentes materiales que protegen de la humedad exterior, ayudan a expulsar la interior y dan la suficiente ventilación al pie.

Los ojales para el cordón están por encima de la zapatilla, con lo cual, evitamos que el cordón presione directamente sobre la lengueta y por lo tanto, sobre el pie.
La lengueta, como en el resto de zapatillas Skechers, va cosida a la propia zapatilla casi en toda su extensión, lo cual imposibilita que esta se mueva y por lo tanto, elimina la necesidad de colocarle ningún sistema de paso del cordón para mantenerla en su sitio.

A la altura del pie donde atamos el cordón, la lengueta termina en una solución de lo más práctica y sencilla que he visto nunca, una tira de material tipo neopreno fino, que a la vez de flexible y funcional es tan cómoda que no notas que lleves nada, aunque haga su función como cualquier otra de las que normalmente se "acolchan", para que no te haga daño en esa zona donde el pie pierde el nombre y empieza a llamarse pierna...
INTERIOR
El interior de la zapatilla, es al igual que sus hermanas ruteras, cómodo y suave, pudiendo desde la primera vez que te las pones, usarlas sin calcetines. Dado que en mi zona el terreno es muy seco, la facilidad con la que te entra arena y pequeñas piedras, es mejor usar calcetines... aunque tiempo al tiempo...

PLANTILLA y DROP (diferencia de altura de suela entre puntera y talón)
La GoBionic Trail, incorpora una plantilla extraíble de la que resaltan dos cosas principalmente: por un lado, la parte inferior con un dibujo "rallado" que impedirá que se desplace lo más mínimo dentro de la zapatilla y un pequeño aumento de material en la zona del talón que proporciona exactamente 4 mm de altura y ligera amortiguación.
Quitando la plantilla, se elimina la diferencia de altura entre puntera y talón de la zapatilla. 0 drop.

FLEXIBILIDAD y sensaciones corriendo.
Antes de ponérmela, probé otra "marca" de la casa, su flexibilidad. La suela, fabricada con el material Resagrip, que es el nombre que se le da al Resalite con un 30% más de caucho) y que hablando coloquialmente, se dobla con una mano. Inmediatamente pensé: "Tanta suela y se dobla tanto... hummm, habrá que esperar a correr para probar la dureza y durabilidad".
Y así lo hice, a los 20' de sacarlas de la caja ya las tenía puestas y me fui al monte con ellas.

La idea era hacer una media hora, tranquilo y con cuidado para ir haciéndolas y haciéndome.

La cosa terminó con dos horas de todo lo que pude encontrar con sabor a monte, caminos, sendas, zonas de piedra suelta, roca en pendiente lisa, subidas que obligaban a caminar, bajadas técnicas...
Lo primero que noté fue que la suela era tan flexible en el pie como cuando la tuve en la mano y se adapta perfectamente al terreno.
Esto, a quien esté acostumbrado a zapatillas de montaña con suela rígida y con un drop por encima de 10 mm le puede resultar incómodo al principio, pero en mi caso, que vengo de usar la GOrun de 195 gr, para competir y ya casi para todos mis entrenamientos, apenas noté diferencia al correr por caminos.

La sensación es de tener mucho más contacto con cada centímetro de suelo que pisas y por lo tanto, más control sobre tu cuerpo al correr.
La culpa de esto la tienen sus tacos con ranuras multidireccionales que se adaptan al terreno para un mejor apoyo y tracción.



 
Como en el resto de modelos Skechers y más concretamente la línea GORun, la variedad de colores para ambos sexos es enorme.
 
PRECIO Y VENTA.
Una pregunta que me suelen hacer por la zona donde vivo, es cuanto cuestan y donde se pueden conseguir estas zapatillas.
Bien, sobre precios, sin detallar porque cada comercio aplicará sus tarifas, lo que sí puedo asegurar es que desde la GoRun, pasando por la GoRide, ambas en modelos 1 y 2 y hasta la que presento en esta entrada, los precios que he visto no sobrepasan los 80 euros y se pueden ver a partir de 59. ¿Dónde? En cualquier tienda de deportes de la casa Blanes.
 
RESUMIENDO...
Ahora viene lo bueno... probarlas en competición. Personalmente no necesito que me digan nada nuevo para seguir con ellas pateando montes y caminos hasta donde haga falta.
Estas zapatillas me proporcionan toda la libertad de movimiento, naturalidad al pisar y comodidad en general que pueda necesitar, pero bien es cierto que... ahora que las llevo, ya tengo una excusa menos a la que acudir si las cosas no salen como espero. En fin, esto es lo de siempre... la mona que se viste de seda.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Lo más hermoso que el deporte puede dar.

Al contrario de lo que suelo hacer, o sea, enlazar entradas del blog a Facebook, en esta ocasión, enlazo fotografías y texto al blog. Yo soy más de blog, la verdad. Pero en este caso, la inmediatez de la red caralibro, primaba sobre otras. Aún así, no quiero que nadie que lo desee, se quede sin ver, leer y quien sabe, si sentir algo.
 
Me dice el caralibro este, que haga un comentario sobre este álbum...
Han pasado unas horas ya y si pienso cualquier instante de esos 12,5 kms se me vuelven a poner los pelos de punta. Creo que soy una persona enormemente afortunada por encontrarme en la vida con personas increíbles. Andrés es una de ellas, su madre María Maria Dolores Chumillas Martinez, es otra. Y tanto Juan Carlos Anonimo Fernandez como Antonio Muñoz también, los compañeros de la que ha sido posiblemente la experiencia deportiva más grande que he tenido nunca. Y no, no exagero. Pensaréis que este o aquel ironman, que si Hawaii, que si esto o lo otro... las cosas que uno hace en la vida, carecen de mérito si no tienen sentido. Gracias Chumi, por dejarme ser parte de un ratito de vuestra vida.
 
Salida de los 12,5 kms Saludables. Hemos salido atrás y para no desmoralizar al personal, hasta le hemos dado un poco de ventaja. La silla Joëlete toma parte en su primera prueba deportiva con Andrés a bordo y su madre Maria Dolores Chumillas Martinez al timón.
 
Sinceramente, creo que hemos sido envidiados por la mayoría de los participantes . No ha sido fácil, sobre todo al principio hasta que le hemos cogido el truco a la silla y a guardar el equilibrio mientras corríamos, pero el cachondeo ha sido completo.
 
Lorca se ha volcado con el paso de los "amarillos". Emociones a flor de piel del primer al último metro.
 
Para cruzar la meta, Andrés ha prescindido de la Joëlete, y si ha cogido las manos ha sido porque quería que entráramos todos juntos (Antonio y Juan Carlos llevaban la silla). A entrado así, por dos cosas: porque el zagalico los tiene bien puestos (viniendo de quien viene no podía ser de otra manera) y porque a este sí que se le puede decir lo de campeón, crack, máquina... lo que queráis y aun así os quedaréis cortos. Hoy he podido comprobar otra vez, que el sabor de las lágrimas al cruzar algunas metas no siempre es por la alegría de haber terminado algo, sino por la de sentir que algo comienza en ese instante.
 
El protagonista de esta entrada no ha de tener un nombre propio, aunque el de Andrés brille por encima de todo lo que yo diga. El protagonista es el afán de seguir, de luchar y de sentir lo que cualquiera de nosotros buscamos sentir haciendo deporte.
Mi presencia no ha de servir para nada más que para hacer ver, que cualquier deportista que tenga la más mínima inquietud por hacer algo más dentro de su deporte, puede. Y puede hacerlo, no ya sin tener que renunciar a su afán competitivo o a su búsqueda de retos, ilusiones o sueños, si no que a eso, le puede sumar la indescriptible fuerza y paz que recibe uno a cambio de arrimar un poco el hombro. Siempre, absolutamente siempre, recibes infinitamente más de lo que entregas.
 
 
 

viernes, 15 de noviembre de 2013

El trail running lo inventé yo.



Por entonces se le llamaba correr por el monte, pero ahora es mucho mejor decir que que hice una horica de run o me fui a la mountain con la bike, lo cual me reportó un training day de lo más motivational

Y repito que así es mejor, porque no solo queda mucho mas chic, cool y modern sino que además amplía, y no poco, ése inglés Botellero que tenemos la mayoría de los españolitos.


Pero volvamos a lo importante.
Sí, a eso de que el trail for the monte lo inventé yo. 
Esto dicho así, obviamente no es del todo cierto, bueno... ni siquiera es un poco cierto, pero a que no me negará nadie que el enunciado de la entrada habrá animado a más de uno a leer el contenido. Disculpen ustedes la "mentirijilla"… pero es que está comprobado que crear algo de interés utilizando medias verdades o incluso mentiras completas, mientras resulte sensacionalista atrae mucho al personal (esto es made in Pedro Piqueras...). 
Es como si la próxima entrada la titulo: "Tener sexo cuatro veces a la semana aumenta el rendimiento en Ironman". seguro que muchos (y digo ..os) dedicados o no a la larga distancia, abrirían sin pensarlo el post  y más de uno lo haría con la parienta al lado, para hacerle saber…

Vaya, i returned to deviate from the topic…o lo que es lo mismo… me volví a desviar del tema…  (seguimos practicando… aunque en realidad, estas son la secuelas que me está dejando la jartá de Dora la Exploradora de los… niños).

Cuando era un pequeñajo, y la escuela era de mañana y tarde, a las cinco de los días largos salía corriendo de clase. 
Llegaba a casa, me comía el bocata de turno, cogía el pequeño rebaño de ovejas que mi padre tenia, le pegaba un grito a Boby, (mi perro) y tiraba para Los coloraos (montes que estaban a unos pocos centenares de metros de casa y que como su nombre indica, eran montes de tierra roja (no solo en Australia la gastan)).

Los montes coloraos no eran muy altos ni estaban lejos (por eso no se me ocurre decir que también inventara el ultra trail… tampoco es cuestión de ser excesivamente pretencioso…).

En las últimas tardes del curso, lo que en otros sitios llaman aún primavera, aquí puede llegar a ser crudo verano. 
Subir al monte, por bajo y cerca que estuviese, no era cosa cualquiera para un ñajo como yo.
Por eso, cuando ya había subido bastante, elegía un buen lugar para pacer y allí que me paraba, me sentaba, me ponía en la boca mi ramita de esparto y veía pasar los pájaros. 

Boby no era un perro grande, ni pastor, ni creo que le gustara mucho aquello del trail obligatorio. Boby era, sencillamente, mi perro pirata. El pelo que le rodeaba un ojo era negro como el del parche de un bucanero. 

Boby el pirata, tardaba menos que yo en sentarse y recostarse una vez elegíamos la zona de pacer ovejas y juraría que también tardaba menos que yo en dormirse.

Y es en esta parte del relato donde aclaro lo de mi supuesta invención del trail running. Ruego presten antención:

A veces, (no diré ni siempre ni a menudo siquiera), alguna pavica me echaba. Pavica es la siesta de los de mi tierra. No es que intentara dormirme, ¡¡¡faltaría más!!!, pero sucedía.

Aquello igual duraba unos pocos minutos o no…., pero las ovejas… yo creo que de repente veían todo el monte para ellas solas y ningún guardian segurity que las controlara, ni perro que avisara…

Comenzaban entonces su aventura en solitario y cuando el menda abría los ojos, levantaba un poco la cabeza y miraba ladera abajo, era fácil ver una… o ninguna.
Normalmente no se perdían, es más, solía suceder que les daba sed o quien sabe si morriña gallega de su cuadra y salían como almas que lleva el diablo monte abajo hasta la parte trasera de mi casa. 
Y era ahí, nada más entender la situación e imaginar la cara de mi padre un rato después, cuando a quien escribe se le abrían los ojos como platos y de un salto me levantaba y ponía los pies en polvorosa corriendo, unas veces de monte en monte y otras directamente hacia casa. 

No recuerdo bien, si me daba tiempo a despertar al pirata de mi perro Boby, pero vamos, que si alguna vez lo hice y me siguió a la carrera, fue por no quedarse solo en los montes coloraos, y no por regalarse su sesión de trail running que algunos días terminaba casi entrada la night.


Soy un tío muy positivo, aunque no lo parezca algunas veces, y oye, si Marco Olmo, il corridore ganó con casi 60 años el Ultra Trail del Mont Blanc… qué no haré yo que solo tengo 43 y oficiosamente inventé este deporte…
Solo necesito, para que me precedan, inscribir conmigo a ocho o diez ovejas que estén en buena forma.

Dices tú la mili… y el trail running.

martes, 5 de noviembre de 2013

TODO SUMA. TODOS SUMAMOS.

¿Se puede hacer algo más que deporte?

Resulta curioso comprobar que en los últimos años, cada vez que las cosas parecen complicarse más de la cuenta, a cualquier nivel, emocional, social o deportivo y uno ve como se acercan esos nubarrones negros de los que a veces hablo, surge entonces algo y casi de un plumazo lo cambia todo. No es que los nubarrones desaparezcan, pero si la forma de verlos y de afrontarlos.


Dentro de lo que llamamos "temporada" en el deporte, desde hace varios años ya, me veo en la necesidad, más que responsabilidad, de enfocar mi gusto por el deporte y la competición hacia algo que entiendo como inseparable y parte de mí, la DISCAPACIDAD. 

Todos los valores que he descubierto, palpado y conocido de primera mano desde que me acerco un poco más a personas y asociaciones vinculadas con este tema, son idénticos a los que veo en el deporte. Son la sangre que nos mueve y el impulso que nos empuja. Determinación, superación, fe, empeño... es todo igual tanto en el deporte y la competición como en la Discapacidad.

Por eso, cada año surge (y digo surge porque en realidad no lo busco) la posibilidad de hacer algo más concreto, más directo y quiero pensar que más útil.
Adica en Hawai y Correveidile han sido quizás las cosas que más resaltan, pero espero que sean más que eso, espero que sean una punta de lanza para lo que venga en el futuro y sobre todo mientras yo esté con ganas de ponerme cuatro imperdibles y un dorsal. 

Casi como agua fresca para el sediento, me llega ahora la oportunidad de aportar un mínimo, un diminuto grano de arena que se sume a muchísimos más para que llegue el día que todos entendamos que la Discapacidad es parte de nosotros.


El próximo viernes a las 20:30 h. estaré también en la casa de las ONG's (junto al colegio Ana Caicedo en Lorca) para la presentación de la Joëlette, silla adaptada para personas con discapacidad. 

Al día siguiente, sábado,  a las 10 de la mañana participaré en las I Charlas sobre Deporte y Discapacidad en el Hotel Jardines de Lorca a la cual  he tenido el enorme honor de ser invitado como ponente en calidad de deportista. Espero estar a la altura de la confianza que han depositado en mí (especialmente Chumi) y que mi aportación pueda serles útil. 

Tanto a la presentación del viernes como a la charla del sábado, están invitadas todas aquellas personas que lo deseen y yo desde aquí animo a que os acerquéis. Os aseguro que abrir los ojos un poco más, no es solo útil para quienes más problemas tienen para moverse por este mundo, sino para nosotros mismos.

Y el domingo, como colofón a un intensísimo fin de semana, participaré en la II Media Maratón de Mojácar Gran Premio Skechers.  
Organizada por el club de atletismo de mi pueblo el C.A Nogalte-Skechers GoRun y patrocinada por uno de mis sponsors: Skechers.

Nada que ver mi presencia este año con la del año pasado, donde a nivel deportivo tuve la suerte de encontrarme con un nivel de forma que, aunque  muy trabajado, no esperaba. Hice mi mejor marca en la distancia, cosa que cuando aún no llegaba a los 30 años me habría parecido imposible y que mira por donde, con 42... 

Este año, ni hay búsqueda de resultados, ni me preocupa en absoluto tal cosa. 
El objetivo es y está siendo mucho más reconfortante pues solo con participar, en los 21 o en los 7 kms ese día, un euro de mi inscripción irá destinado a colaborar con Sergio Borrego, un niño almeriense que tiene paralisis cerebral y que necesita la ayuda de todos.

Para esto también, se recogerán tapones de plástico en una zona habilitada para ello. Desde hace una semana y media estoy recogiendo todos los que puedo, propios y pidiéndoselos a familiares, amigos y numerosos locales y centros de mi pueblo. La respuesta está siendo muy buena.

Hasta el próximo viernes estaré disponible para que todo aquel que quiera entregarme tapones (que a nadie le preocupe si tiene pocos, todos son utiles, todo suma) y no puede acudir a Mojacar a donarlos. Mi coche está disponible para llevarlos y desde luego, no me importaría tener que alquilar un buen camión :-).

Vamos a ello. Vamos entre todos a hacer algo que en realidad, apenas nos cuesta nada. 
Participar, abrir los ojos, tratar de entender... no son cosas que tengan como fin tocarnos la conciencia, sino hacernos ver la fortuna de estar vivos y las enormes posibilidades de hacer mucho por otros.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Conversaciones con Paco.

Paco empieza a ponerme mala cara. Dice que hace tiempo que no le propongo aventuras como las de antes.

Yo le digo que no me apriete... que ando ya peinando alguna cana que otra y que donde él quiere volver, la cosa está muy complicada. La gente más joven viene empujando fuerte y en el ascensor no cabemos todos. Es lógico que alguno como yo, vaya quedándose en plantas más bajas. 


Paco me pone cara de no entenderlo y yo... entiendo que la ponga, porque por momentos a mi me pasa lo mismo. Alguna cana más tengo, cierto es, pero no termino de sentirme viejo, lo cual supongo que es algo malo según para qué y muy bueno para muchas más cosas, aunque todas no las sé. 








"¿Y qué hay que hacer para volver allí?"... ("...madre mía, un mono de trapo preguntándome estas cosas...esto tengo que mirármelo..").


Pues mira Paquico, por entonces, así lo hice yo...

 
Lo primero fue IMAGINAR, y de la imaginación surgió eso que llamamos sueño, del sueño nació el deseo y del deseo la certeza de que antes o después lo conseguiría.
En segundo lugar - una vez hablamos mi locura y yo largo y tendido- fue ARROJARME al agua. Y de arrojarme vino el primer paso y detrás de él todos los demás.


En tercer lugar, lo que hice fue convertirme en hormiga, correteando mucho, haciendo poco ruido, tan poco que por momentos me creyeron perdido, y cierto es que perdido estaba, perdido en recoger piedras para fabricar el camino. El trabajo constante me trajo la confianza y de la confianza nació la fuerza.


El cuarto y último paso que te indico, llegó después de conseguir la propuesta... después de descubrir lo que había al otro lado, y al otro lado no había nada nuevo Paco. Yo era el mismo y mi gente también, acuérdate... tampoco tu cambiastes en nada. 
En realidad, el cuarto paso fue salir del agua sin miedo de no volver a tocarla.


"sí, vale, el ladrillo ha estado interesante (me dice bostezando) pero...¿entonces qué?"... pregunta el mono quisquilloso. 
A lo que le respondo: "... pues nada Paco, que habrá que intentarlo otra vez, pero para qué decirte la fecha, si ya la sabes".

Ahora sí que me lo voy a mirar...no tenía ni idea de que los peluches supiesen sonreír.

jueves, 24 de octubre de 2013

Sonríe.



De sobra sé que me entiendes, por poco que me conozcas. No quiero hablar alto ni escribir con mayúsculas, por que no quiero que pienses que creo saberlo todo. Ni todo sé, ni lo deseo… menudo aburrimiento de vida si la curiosidad muriera…
 
No tengo que explicarte que al igual que un mismo aroma lo podemos oler de distinta manera, las cosas que hacemos y como las hacemos, resultan tan válidas y correctas en ti y en mí, por poco que se parezcan.



Lo que vas a ver es la realidad que siento. La verdad sin tapujos.


Ya sabes que el otro día, tomé parte en una prueba deportiva, un triatlón de esos míos, esos largos...

La dureza de una competición me exige que el entrenamiento también lo sea. Me lo exijo yo. Es mi compromiso con la salud y por ende, con todas las personas que me rodean.


He llegado bien al día señalado y las rutinas que he ido modelando durante treinta años hasta el mismo momento de la salida, han sido correctas. Todo señala que va a ser un buen día. Un día de carreras completo, aunque en el fondo espero que no sea perfecto porque entonces... será el último.



Pero ha llegado el momento y mi cuerpo, mucho más listo y racional que yo, ha decidido que este no es el día y que ya decidirá él cuando toca. "Lo que tu digas" le susurro una vez termina la prueba... "ya me das suficiente cada día".



Y es entonces, a partir de ahí, cuando todo termina y miro atrás, repasando las últimas cuatro horas y media de esfuerzo, me aseguro de no haber fallado en los momentos más importantes....

...y para mi regocijo, compruebo que esta vez sí que ha sido un día de carreras completo... he dejado siempre las fuerzas justas pero intactas para sonreir.



Pero no quiero que escuches, quiero que lo veas, de principio a fin.


Mira. 

  A pocos minutos de darse la salida, durante la presentación. 
(Foto: Kia Kaha) 

Segundos antes de darse la salida. 
(Foto: Kia Kaha) 

 Justo a mitad del recorrido ciclista. 
(Foto: Triatloncabodegata) 

  
En el primer kilómetro del último sector, el de la carrera.
(Foto: Inma)

 En el sexto kilómetro de diecinueve totales.
(Foto: Kia Kaha) 

 En el km 17...  
(Foto: Kia Kaha) 

En el km 17... y 20 mts... 
(Foto: Kia Kaha) 

 

 En el km 17 y 21 mts.  
(Foto: Kia Kaha)

Y  tres kms después.  
(Foto: Conchip)


... y es posible que ahora, te sientas ligeramente decepcionado, pensando que no soy tan competidor como digo... y sin embargo... te digo, que lo soy más que nunca.

La felicidad no está en ningún lugar por hermoso que sea. 
Ni en nada que consigas por mucho que te llene. 
La felicidad está en tí y va contigo siempre. 
Buscarla y usarla es sencillo. Sonrie.

lunes, 21 de octubre de 2013

Carreras que son como bombones.


"My mother always said, life was like a box of chocolates...."
...tremenda frase de uno de los mejores filósofos que, literalmente, nunca han existido... la madre de Forrest Gump...de la que él hablaba en el banco del parque: "Mi madre decía, que la vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar."

Y así fue ayer, como casi todos los días, pero en un domingo de carreras.

En el triatlón de media distancia de Cabo de Gata, al que llegué posiblemente mejor preparado de lo que he estado en mucho tiempo y sin embargo... mira que me gustaría tener alguna excusa o razón (digo tener... que no: poner) para quedarme bien del todo, peeeero... sencillamente no la hay.
 
No ya por alegar un mal resultado, que para nada creo que lo sea, (si se me permite la falta de modestia), el 22º creo que es un buen puesto y las 4h28' también lo son, porque ya uno con estos años sabe perfectamente cuando ha hecho todo lo posible y ese resultado ayer era un 100% de lo posible, quizás más, lo pienso y lo creo, a pesar de que reconozco que estas cosas no me quitan el sueño por buenas o malas que sean o parezcan.

Pero y la diversión?, y el disfrute?, y el "gozo de sufrir"?... donde estaban ayer? quién se los llevó... porque yo... mira que busqué y no los vi...
Esa fue la espinita que me quedó al final, ese regustillo amargo en el paladar.
 

Me tocó un bombón de esos que lleva licor dentro... agggg... mira que me gustan poco...me lo como, pero agggg....pooor favoorr, con lo fácil que es ponerles más chocolate.

Menos mal que ahora, el pre-carrera y el post-carrera no te dejan pensar mucho en la carrera... :-D y el gustillo amargo de que las cosas salgan como normalmente salen, que es: nunca bien del todo, pues eso, que para dulce de verdad tengo yo lo de antes y lo de después.
Foto: Cortesía de Conchip.
 
De mi tropa, comentar la muy buena carrera de Juan Bastida consiguiendo un 12º lugar y mejorando notablemente sus prestaciones en el sector ciclista y en 15ª posición en la prueba de distancia olímpica sin drafting, enorme carrera la de Juan Francisco Rodriguez que poco a poco se va haciendo a su nuevo deporte, saliendo segundo del agua y con un parcial en ciclismo de muchísimo nivel para el tiempo que lleva. Este muchacho dará mucho que hablar.
 
Y por supuesto, la enorme alegría de ver a mi hermana, terminar la temporada de triatlón de este año con un media distancia, sufriendo mucho porque los comienzos, o los nuevos comienzos, nunca fueron fáciles, pero no penando. Desde el año 2008, cuando terminó su Ironman de Lanzarote, no se había vuelto a meter una prueba larga de triatlón o duatlón entre pecho y espalda.
Poco a poco, que dirían las hormiguitas, poco a poco se llega lejos.
 
Por mi parte, como no tuve problema alguno, poco que comentar, fui, hice y me vine, ni puedo llorar ni quejarme si estoy como ahora, sano y contento... que no satisfecho, por supuesto.

Que al día siguiente de una prueba con la dureza de la que hablo, no haya apenas molestias por el esfuerzo, reconozco que es algo a lo que estoy poco acostumbrado y sin embargo, ayer y como siempre, hice todo lo que pude o todo lo que mi cuerpo quiso.
 
Supongo que el bombón envuelto donde estaba la caja de cambios, ayer se derritió antes incluso de que comenzara la prueba y si acaso tengo dos o tres velocidades... ayer no entraba más que una y como decimos por aquí... "y demasiao que aguanté al tran tran...".
 
No si... quien no se consuela, es porque no quiere.
 
Por si acaso, ayer, nada más cruzar meta, me quedé mirando un momento a ninguna parte y pensé durante unos segundos si me seguía gustando el chocolate.
Ya tengo la caja de bombones repleta otra vez.

viernes, 11 de octubre de 2013

HAY UNA NOCHE DE OCTUBRE...

 ... durante la cual, no me gusta dormir.



Pues ahora que lo dices, y aprovechando que en pocas horas se celebra una vez más el Ironman de Hawai, te contaré lo primero que se me viene a la cabeza cada año por estas fechas.

Recuerdo cuando había quien contaba, que no dormía durante una noche de octubre, porque se quedaba viendo el Ironman de Hawaii atento a la pantalla del ordenador. Lo escuché y leí muchas veces y aunque lo podía entender y lo respetaba, nunca se me ocurrió pasar esa noche en vela, porque mis gustos, sueños o sencillamente, mis caminos, no iban en esa dirección. Uno dijo una vez, que viéndolo con su mujer, le dijo que al año siguiente quería estar allí. Desde ese momento puso mente y cuerpo manos a la obra y finalmente lo consiguió.

Creo que sabes que son diez años los que llevo metido en este mundillo del triatlón y de la larga distancia, pero no sé si sabes que volar al Pacífico solo lo desee una vez y muchas circunstancias, muchos factores influyeron y se aliaron para que al final pudiese ir. 


Sabía por entonces (2010), como sé ahora, que muchos mejores y con más condiciones que yo y muchos otros que lo soñaron y lo sentían también mucho más que yo, no tuvieron esa fortuna. 

Dos de esas personas, buenos amigos por otro lado, están ahora allí, Pedro María Campoy Cuenca al que conozco casi desde que era un jovenzuelo y cuya imagen es imposible separar de la palabra Triatleta por como ha vivido y derrochado ilusión por este deporte incansablemente, e Iván Tejero Vázquez, al que conozco desde hace menos tiempo, pero al que no hacia falta tenerle como amigo los años que lo somos, para darse cuenta en una simple conversación con él, el tipo de persona y deportista es y qué espíritu le mueve a luchar y perseguir su sueño.  

Por paradojas de la vida, están en Kona, y no para competir, sino para acompañar a sus respectivas parejas Mabel Gallardo y Patricia Bueno Pérez, cuya presencia allí,me consta que en pocas ocasiones se ha merecido tanto. A Mabel, más incluso que por Pedro María, me une el hecho de que es lumbrerense como yo y sobre todo por su familia, los Gallardo de toda la vida, amigos también, de toda la vida.

Creo que esa casualidad, la de esas dos parejas y la situación que están viviendo es bonita. 


Seguro que mañana por la noche (amaneciendo en Kona), tanto Iván como Pedro, tendrán sensaciones contrapuestas, pero no me cabe duda, y menos después de haber estado, que estarán y se vendrán satisfechos de haber conseguido lo más importante, más incluso que la propia prueba, que es vivir y saborear el ambiente, sentir lo que significa aquello. 
Los dos están tocando con los dedos algo que es real y como real que es, es posible. Antes o después, volverán y lo harán para hacer como hice yo, para cerrar el círculo y a lo mejor, como en mi caso, volver sintiéndome un poco más pequeño, pero muy lleno por dentro.

Lleno de gratitud por que se me brindara la posibilidad de estar allí y sobre todo por dejarme ver que todo no se reduce a la competición, al tiempo final, al puesto logrado, sino a mucho más. Y eso es algo que ya sabía desde mucho antes, pero que allí se me quedó grabado para siempre y para el resto de pruebas en las que estoy y esté presente.


Te diré que volví de allí con algo más en el zurrón, la convicción de que aunque había cumplido con una propuesta, ya no debía cerrar nunca más ninguna puerta a nada que deseara en esta vida, mientras esta vida me quiera con ella.

Para mañana, les deseo lo mejor, a los cuatro, aunque lo mejor, como digo, ya lo están viviendo cada día.

Y sí, a la pregunta que te hiciste al principio, te digo que si. Desde entonces, desde 2010 y cada año, hay una noche en octubre en la que me tomo algún que otro café para no dormirme mientras miro la pantalla.