viernes, 11 de octubre de 2013

HAY UNA NOCHE DE OCTUBRE...

 ... durante la cual, no me gusta dormir.



Pues ahora que lo dices, y aprovechando que en pocas horas se celebra una vez más el Ironman de Hawai, te contaré lo primero que se me viene a la cabeza cada año por estas fechas.

Recuerdo cuando había quien contaba, que no dormía durante una noche de octubre, porque se quedaba viendo el Ironman de Hawaii atento a la pantalla del ordenador. Lo escuché y leí muchas veces y aunque lo podía entender y lo respetaba, nunca se me ocurrió pasar esa noche en vela, porque mis gustos, sueños o sencillamente, mis caminos, no iban en esa dirección. Uno dijo una vez, que viéndolo con su mujer, le dijo que al año siguiente quería estar allí. Desde ese momento puso mente y cuerpo manos a la obra y finalmente lo consiguió.

Creo que sabes que son diez años los que llevo metido en este mundillo del triatlón y de la larga distancia, pero no sé si sabes que volar al Pacífico solo lo desee una vez y muchas circunstancias, muchos factores influyeron y se aliaron para que al final pudiese ir. 


Sabía por entonces (2010), como sé ahora, que muchos mejores y con más condiciones que yo y muchos otros que lo soñaron y lo sentían también mucho más que yo, no tuvieron esa fortuna. 

Dos de esas personas, buenos amigos por otro lado, están ahora allí, Pedro María Campoy Cuenca al que conozco casi desde que era un jovenzuelo y cuya imagen es imposible separar de la palabra Triatleta por como ha vivido y derrochado ilusión por este deporte incansablemente, e Iván Tejero Vázquez, al que conozco desde hace menos tiempo, pero al que no hacia falta tenerle como amigo los años que lo somos, para darse cuenta en una simple conversación con él, el tipo de persona y deportista es y qué espíritu le mueve a luchar y perseguir su sueño.  

Por paradojas de la vida, están en Kona, y no para competir, sino para acompañar a sus respectivas parejas Mabel Gallardo y Patricia Bueno Pérez, cuya presencia allí,me consta que en pocas ocasiones se ha merecido tanto. A Mabel, más incluso que por Pedro María, me une el hecho de que es lumbrerense como yo y sobre todo por su familia, los Gallardo de toda la vida, amigos también, de toda la vida.

Creo que esa casualidad, la de esas dos parejas y la situación que están viviendo es bonita. 


Seguro que mañana por la noche (amaneciendo en Kona), tanto Iván como Pedro, tendrán sensaciones contrapuestas, pero no me cabe duda, y menos después de haber estado, que estarán y se vendrán satisfechos de haber conseguido lo más importante, más incluso que la propia prueba, que es vivir y saborear el ambiente, sentir lo que significa aquello. 
Los dos están tocando con los dedos algo que es real y como real que es, es posible. Antes o después, volverán y lo harán para hacer como hice yo, para cerrar el círculo y a lo mejor, como en mi caso, volver sintiéndome un poco más pequeño, pero muy lleno por dentro.

Lleno de gratitud por que se me brindara la posibilidad de estar allí y sobre todo por dejarme ver que todo no se reduce a la competición, al tiempo final, al puesto logrado, sino a mucho más. Y eso es algo que ya sabía desde mucho antes, pero que allí se me quedó grabado para siempre y para el resto de pruebas en las que estoy y esté presente.


Te diré que volví de allí con algo más en el zurrón, la convicción de que aunque había cumplido con una propuesta, ya no debía cerrar nunca más ninguna puerta a nada que deseara en esta vida, mientras esta vida me quiera con ella.

Para mañana, les deseo lo mejor, a los cuatro, aunque lo mejor, como digo, ya lo están viviendo cada día.

Y sí, a la pregunta que te hiciste al principio, te digo que si. Desde entonces, desde 2010 y cada año, hay una noche en octubre en la que me tomo algún que otro café para no dormirme mientras miro la pantalla.

No hay comentarios: