Os imagináis poder hacer una cadena humana de más de 1.400 kms, siguiendo la línea del Mediterráneo, de Cádiz a Gerona...
os imagináis esa cadena hecha por personas que lo hacen por otras personas..
os imagináis cogiendo ese relevo unos pocos kilómetros, y que vuestra testigo sean vuestros pasos, vuestro pensamiento y nada más que vuestro corazón
Pues a partir de hoy, imaginadlo y creedlo, pues el milagro ya tiene cara.
Este es mi sueño y el de muchas más personas, este es el pequeño gran milagro que va cogiendo forma desde hace mucho tiempo ya.
Este ha sido mi punto de apoyo durante meses, mi asidero en los malos momentos, mi alegría, el motivo de mis anhelos, que van mucho más allá de cualquier reto personal, deportivo o no, más incluso que un simple e insignificante ironman de Hawaii, donde los nombres en mi pecho de personas que pusieron su corazón y pensamiento en otros, le dieron un sentido verdadero a aquella aventura en el Pacífico.
Ahora... a partir de éste momento, abrimos la puerta para que todos paséis dentro y podáis ver a nuestros semejantes y a sus ilusiones, a su búsqueda de felicidad, tan pura e inocente como la vuestra.
¡ Oidme bien todos! porque hoy quiero gritarlo, precisamente hoy, que mañana ya podré hablar también de ironmanes y otros retos, hoy es el último día del año, el día que recordaré como aquel en el que quise confesar... y lo hice, hoy es el primer día de toda una vida.
ME LLAMO RAMÓN GARCÍA LÓPEZ, y SOY DISCAPACITADO, y sintiendo que lo soy... sabiendo que lo soy, no lo creeréis... pero siento alegría, he descubierto por fin, que soy como vosotros, como todos vosotros, sepáis o no de vuestras capacidades. Ya no estoy solo.
Mi conciencia sobre todo esto, llega posiblemente del sufrimiento, mío y de los míos, pero deseo con toda mi alma que aunque así llegara, continue en mi cabeza por todo lo contrario, por pura, limpia y sencilla felicidad.
Mi no capacidad, no es la tartamudez que me persiguió desde niño hasta bien entrada mi juventud, no es ninguna de las lesiones que el accidente de hace quince años me dejó y me recuerda de vez en cuando, no es siquiera, la última de ellas, mis ojos que cada vez ven un poco menos, no, nada de eso, mis discapacidades son muchas otras...
Tengo miedo a la oscuridad, tengo miedo al frío, tengo miedo a lo desconocido, tengo miedo al odio, tengo miedo al miedo...
No tengo la capacidad de soñar tanto como quisiera, ni la de sonreír siempre que lo deseo, no sé cantar como las hadas, ni volar como los pájaros, ni pintar con un pincel en la boca... no sé hacer nada de eso, ni miles de cosas más... mi cuerpo no me deja.
Pero soy feliz, siendo persona, sintiéndome igual que cualquiera de vosotros, porque poseo la capacidad más grande que pueda existir, poder amar y sentir que me quieren.
Ni yo, ni ninguno de vosotros discapacitados, necesitamos nada más.
Gracias por estar. Mi corazón ya no es mío.