jueves, 4 de noviembre de 2010

Como el agua entre los dedos.

Llevo días dándole vueltas. Quería escribir sobre estas cosas mías, que por pura afición comparto con muchos que también las disfrutan.

Quería hacerlo, pero no puedo.

Al menos hasta la semana que viene, y dejaré lo que queda de esta para el recuerdo. Volveré con esa parte de ánimo perdido y haré como que la vida sigue, como si nada hubiese sucedido. Aunque no será así.

No sé si hago bien o no escribiendo esto, no tengo la impresión de que sirva absolutamente para nada, ni siquiera para explicar un poco, cómo me siento y cómo llora estos días la gente de mi pueblo. El dolor se multiplica por mil, cuando éste llega sin sentido, cuando la incredulidad supera cualquier otro pensamiento.

Se nos ha quedado el alma rota y la terrible sensación de que algo se nos escapa, de que alguien se nos ha ido, como el agua entre los dedos.

Me doy cuenta que a veces escribo aquí, cosas que transcienden lo meramente deportivo, pero entiendo que todo está unido y relacionado. Deporte y sensaciones, esfuerzo y sentimientos que al final, si lo pienso un poco, son una misma cosa.

Estos días, en los que intento volver a empezar, todo lo mío y todo lo de cualquiera, ha quedado a un lado. Pensar en sueños, en ilusiones y proyectos, cuesta tanto como derretir un glaciar, porque así nos sentimos, fríos, fríos y confusos.

Por esas pocas, escasas y hasta fugaces ocasiones en las que nos encontrábamos por la calle y me preguntaba por mis carreras y mis historias, por su familia, por sus amigos más cercanos entre los que está alguien a quien quiero de la mejor forma que sé y puedo, alguien de mi sangre, por todos ellos y por todo eso, quiero pensar que escribo esto.

Estés donde estés tocayo, sé feliz.

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