miércoles, 11 de mayo de 2011

101. 2ª PARTE.

Sin motivos para penar, con sufrir es suficiente. (Proverbio casero).


Llevo ocho horas corriendo. A cada lado del camino hay un charco que no quiero pisar. Entre ellos, un paso seco de 30 cm por el que cruzo a mi trote cochinero. Oigo como un intento imposible de ciclista u/o deportista, llega hasta mí en ése preciso momento y frena a mi espalda.

Cruza ése metro de largo por 30cm que tiene el paso y al adelantarme me recrimina: “es que vas por el centro¡¡¡”… a lo que le contesto: “no, si quieres meto los pies en el barro para que tú no manches tu bici”….
...y ahora que lo pienso, aún creyendo tener razón, debí callar, porque si aquel intento de ciclista, le dio por pensar un poco en mis palabras, se debió sentir una miajica miserable, y debió preguntarse qué leches estaba haciendo allí recriminando nada a otro participante tras ocho horas de prueba, con algunos 4000 participantes delante de él y no queriendo pasar con su montanbike por encima de un charco...
... y si digo esto es por conocimiento de causa, pues he sido, soy y seré ciclista hasta que me muera y en 28 años pedaleando jamás he visto ahogarse a nadie pasando por encima de un charco de tres dedos de profundidad que a malas penas llegaría a la llanta de las ruedas.
 
9 HORAS
¿Quién dijo fácil?
 
Sigo corriendo y no dejo de pensar en mi mujer, que ha salido al mismo tiempo y tiene por delante todo lo que yo me voy encontrando. Mi hermana también está en la prueba y muchos amigos y paisanos. Unos más experimentados que otros, pero ninguno se librará de los problemas, porque en 101 kms de carrera entre montañas, es imposible no tenerlos.
 
Mis molestias, dolores o lesiones no tienen la más mínima importancia, ni creo que sean de mucho interés. No son causa ni excusa de nada… es más, son limitaciones que el cuerpo te pone para que no revientes como un petardo…. algo bueno, mira por donde…
 
Soy capaz de valorar el esfuerzo de todos y cada uno de esas 7000 personas, y de entender sus razones y hasta de desear que no hubiesen tenido que pasar por las calamidades que han pasado. Lo soy, soy capaz, pero no lo haré. Esta vez no.

Ni por mi mujer que estuvo media prueba con un piramidal fastidiado… ni por mi hermana que todavía no puede pisar el suelo por las ampollas de los pies… y mucho menos por mí.

Estas pruebas son así, y están hechas para esto: para ser difíciles, para prepararlas y para exponerse a todo lo que venga, incluso la retirada (que a medida de la ilusión puesta, es la muestra de valor más grande que un deportista puede dar). Todo lo demás sobra.
 
101 KMS
He tardado 35’ en hacer los últimos 4 kms, subo bien, pero a malas penas puedo bajar un metro.
 
Voy a cruzar meta, y de nuevo varios ciclistas que llegan en equipo, me adelantan unos metros antes de cruzar meta, algunos casi rozándome, van exultantes, borrachos de alegría y no me ven. Se paran en seco delante de mí para hacerse una foto a 5 metros de la meta, me impiden pasar y me obligan a esquivarlos para terminar mis diez horas y pico de pateo.

Gracias de nuevo, señores intento de ciclistas u/o deportistas, espero que disfruten esa foto mientras se la enseñan a sus amigos y les cuentan la proeza.

Lo de deportistas, os queda un poquitico grande, porque la primera norma a seguir por un deportista… bueno, por cualquier persona, es la del respeto hacia los demás, y no se si ustedes se dieron cuenta, pero el otro día, no estaban solos.

101 y 17 horas y media.
Hasta las 4 y media de la mañana, espero la llegada de mi mujer. Esta vez sí que hemos salido juntos y sí que hemos hecho la misma prueba. Hace dos años me pareció increíble su determinación, cuando a mí, me tocó hacerla casi toda en bici.

Este año lo que me parece increíble es su osadía al verla repetir semejante tortura.

Le ha robado una hora al reloj. Una hora menos. Está feliz y toda la emoción que no he sentido al acabar mi prueba, la tengo ahora al verla entrar a ella.
 
101 y 20 horas.
Ahora toca esperar a mi hermana, a Miguel y a Diego. Dori va mal de los pies. Pero como siempre, y desde hace tiempo, yo ya no sufro por estas cosas físicas si tienen el remedio de la retirada. Sufro más por el efecto que puedan tener en su cabeza éstas experiencias que en algún km dejaron de ser deporte. Sin motivos para penar, con sufrir es suficiente.

Soy yo, quizás, quien menos necesita saber cuánto vale y cuanto tiene dentro.
 
Antes de las 7 de la mañana, que es cuando consiguen terminar la prueba los tres, no he dejado de ver, aplaudir y animar a tantas y tantas personas...

Y aparte de las caras de agotamiento, alegría, sufrimiento, exaltación, penuria y alivio que he visto, me quedo con el detalle de muchos que a cien metros de terminar, nos miraban al pasar a mi mujer y a mí cuando les aplaudíamos y al ver que habíamos sido participantes como ellos… nos daban la enhorabuena… qué puedo decir… qué más se puede decir…

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