lunes, 16 de noviembre de 2009

El Conejo…de plástico amarillo.

EL CAMINO ELEGIDO, y algunas razones... Aún no había parado de sonar la campana, cuando ya estábamos todos corriendo hacia el patio, el recreo duraba poco y no era cuestión despistarse.
Con la misma rapidez que salíamos, engullíamos el, ya habitual, bocadillo de atún con mayonesa que por la mañana habían preparado nuestras madres, el recreo era para eso, para recrearse, y comer era más una necesidad que un divertimento.

El patio era un tumulto de gritos, de corrillos, de carreras entrelazadas y mil juegos mal jugados… Mula, Chinchimonete, La Llevas, Pillar, y… cómo no… Fútbol.
Este era con diferencia el juego más recurrido y también, qué curioso, el más difícil de jugar, no solo porque el campo de juego estaba literalmente invadido por todos los alumnos desde primero hasta octavo, sino porque no estaba permitido llevarse balón desde casa y el conserje no te dejaba ninguno si no era en clase de Educación Física.

No recuerdo en qué curso estaba, ni qué mes era, pero recuerdo perfectamente aquel recreo y aquella mañana, sé que fue siendo aún muy crío, y aun así, desde entonces tuve muy claro donde estaba mi sitio, o más bien, donde no estaba.
Esa mañana, los de mi equipo, me eligieron como lanzador de un corner, sabían que a mí me daba igual y en cambio ellos, se morían por ser delanteros rematadores, como todos, como siempre.
Jugábamos cada mañana minipartidos, con lo primero que pillábamos por ahí tirado, aquel día no fue distinto.
Todos atentos y esperando, y yo, en el corner derecho dispuesto a golpear y lanzar como buenamente sabía y podía.
La patada no fue pensada, ni estudié a qué cabeza quería acercar el objeto volador, pero increíblemente, tras el golpe, la parábola descrita, me proporcionó el gol directo más bello y más recordado (ése día) que nadie pudiese imaginar… Dios mío¡¡¡, había marcado desde el corner¡¡¡…
Este hecho, verdaderamente marcó mi vida, mi futura existencia hasta hoy y todo lo que quede de ella.
Ese gol fue mi punto de inflexión, mi momento definitivo…ahí, en el patio de mi colegio, tras conseguir toda una hazaña futbolística, supe al instante que no valía ni valdría jamás para eso, supe que mi vida no pasaría por ahí…pues marcar así, por toda la escuadra y desde el corner, me produjo una instantánea pero profunda frustración y vergüenza interior, y la culpa de todo la tuvo lo que hizo las funciones de balón esa mañana… el mejor gol de mi vida no fue con un esférico de cuero no, fue con una botella de plástico amarilla y vacía, una botella de lejía, Lejía Conejo.

2 comentarios:

Cristobal Diaz Navarro. dijo...

jajajajajaj estas echo un crack ajjaja hombre lo tuyo no es el triatlón, si le hubieses dedicado las horas de entreno del tri al futbol estarias ahora en el madrid por lo menos porque si con la botella hacias eso que no ibas a hacer con el balón ajjaja, cuidate niño y descansa hombre que tampoco es cuestión de estar fuerte todo el año, un saludo.

ramón dijo...

Hombre Cristobicas¡¡¡¡ caguendiez¡¡¡ que alegría leerte, de verdad. Te he seguido hasta que echaste el candao y no sabia más de tí. Cómo vas?, espero que mejor eh?, que las cosas tardan, pero llegan, siempre llegan...llegan las malas, no van a llegar las buenas...jajaj
Lo de la botella fue una vez, una sola, como el gol, una vez, uno solo en años de cole...al Madrid dices tú...
Estoy que descanso ya, el domingo es el último apretón, y ahora que falta poco, jode parar, tengo más chispa que el mechero de Eugenio.
Pero sí, en unos días, levantamos el pie, que ya está bien.

Oye, pásate por aquí de vez en cuando, o cuando te apetezca, que se te echa en falta.
Un abrazo.