miércoles, 18 de noviembre de 2009

ENTRENAMIENTO en FATIGA.

Complicadamente sencillo.En una ocasión, alguien me dijo que respecto al entrenamiento ya estaba todo inventado, y justo en ése instante supe el nivel de ignorancia que tenía aquel que afirmaba algo con tanta rotundidad.

Cada día se aprende algo más, que no algo nuevo, pues lo único que permanece inalterable dentro del entrenamiento y la mejora física, es el principio de supercompensación.

Entrenar, en primer término, es algo “nocivo” para el cuerpo, y sin embargo beneficioso en segundo término.
Cuando uno entrena, desgasta, agota y a veces, hasta daña los sistemas que nos sostienen, ya sea a nivel muscular, cardio, visceral, óseo…. En realidad, cuando se entrena, se puede decir que tus capacidades físicas, menguan, y empeoran.



Sin embargo, es cuando descansas, cuando esas capacidades aumentan, y sobrepasan los niveles anteriores al entrenamiento, esto no deja de ser una simple cuestión de autodefensa que el cuerpo emplea ante el desgaste (entrenamiento) al que se le somete, digamos que, se prepara para soportar mejor la siguiente “agresión”.

En definitiva, se puede decir, también, que si bien, mejorar es la suma del entrenamiento con el descanso, el que tiene la última palabra, el que realmente te fortalece y te entrena, es el descanso.

A partir de ahí, las variantes para proyectar el entrenamiento perfecto, son casi tantas como personas haya, por eso, soy contrario a pensar que
todo está inventado.
El entrenamiento personalizado, cuando se busca una mejora, no es una opción más, es la opción.

ENTRENAR EN FATIGA.

Disfrutar de la larga distancia desde hace seis años, haciendo ironmans y demás burradas, me ha ido enseñando, entre otras cosas, que durante el entrenamiento para cada uno de ellos, en la fase dura del plan, meter dos y hasta tres sesiones seguidas de desgaste, es una buena -y arriesgada- opción (siempre y cuando estés, física y mentalmente, mínimamente preparado).

Lógicamente, para entrenar un ironman, no puedes meterte un domingo entre pecho y espalda de 10 a 15 horas de entreno, por eso, del mismo modo que se fraccionan distancias de medio fondo en repeticiones que suman aproximadamente la distancia objetivo, algo parecido, se puede hacer con la larga distancia, pero no en series sino en días, y por supuesto, con un volumen ligeramente inferior.

Al contrario, prepararse para distancias cortas, tipo sprint u olímpica, implica tener mucho más en cuenta el grado de fatiga, y uno, debe asegurarse de incluir, al menos, una sesión de recuperación justo después de una de carga.

Por ejemplo, en periodo competitivo, en el que cada semana o cada quince días, tienes una competición, hacer un entrenamiento, que no sea meramente recuperador, tras un día intenso o tras una competición, no solo no beneficia en absoluto, sino que normalmente, y a corto plazo, te va introduciendo en la fatiga. A la semana siguiente, un día te levantas y te notas cansado, y no sabes por qué... otro día más y otra vez lo mismo... y no recuerdas que la intensidad que hiciste en fatiga ése día después de la competición, te esta deteriorando.

En el pasado, cometía este error a menudo, normalmente lo hacía por dos motivos, uno era exceso de motivación (si la prueba me había ido bien, la adrenalina me invitaba a salir al día siguiente), y dos, por inseguridad e impaciencia (la prueba había ido mal, y no podía esperar a “solucionar” mis déficits).

Esto ya no pasa, por suerte, los años no vienen solo con canas. Tras cada competición corta, prefiero no entrenar nada o como mucho, salir a sudar la camiseta un poco. Ése día después, aparentemente inútil, ése día sin hacer nada o casi nada, me está entrenando, me está fortaleciendo más que la mejor de las sesiones.

El beneficio, la supercompensación llega a los tres o cuatro días, donde, normalmente, uno se lamenta de no tener ése día otra competición (…que siendo jueves, ya es complicado, ya…).

Aún así, nos empeñamos en entrenar alocadamente en periodo competitivo, normalmente por el estado de euforia que las competiciones nos provocan. Sin embargo, durante éste periodo, lo más importante es el mantenimiento de los sistemas, la poca mejora viene de la propia competición.

Errar, si eres mínimamente humilde, si eres capaz de reconocer donde fallas, y tienes un pequeño grado de paciencia, es lo mejor que te puede pasar.

Espero que quien lea esto, entienda que estos "minitratados" sobre entrenamiento, no son más que pensamientos y conclusiones personales, que deben tratarse como tales y que cualquier cosa que diga...espero que no sea utilizada en mi contra...

3 comentarios:

Nieves dijo...

A mi me parece perfecto Ramón... no es más que la realidad que a nosotros... triatletas locos... nos pasa un día si... y otro también...

A descansar máquina.

Anónimo dijo...

Todo esto está muy bien, Ramoncico. Ese panegírico ensalzando la supercompensación, esa encarnizada defensa del descanso, esa alabanza a la madurez... Me has hecho recordar cosas de mi especialidad que habían caído al fondo del saco. Todo correcto, eres (siempre lo has sido) un autodidacta impenitente y además efectivo.
Yo sé que esto es un blog serio, pero la confianza (que apesta) me da osadía a plantear dos cuestiones:
a) Según el principio de supercompensación, ¿cuántas guinnes podría admitir el cuerpo de un sujeto el lunes de una semana cualquiera si el viernes anterior "sopló" una cantidad de 5 pintas y media?
b) Respecto a la madurez y las canas, compañero de quinta, yo cada día tengo más dudas sobre si la edad que tengo es la que dice mi DNI (¡que lo perdí, por cierto!) y para muestra una lucha de cepillos de dientes...

Poniéndome serio,
no sé si Nieves se refiere a ésto, pero para mí la realidad, la vida, el día a día es pura supercompensación: un día te lanzan una azagaya y te duele un poquito, pero te prepara para más...; otro día te clavan una lanza y recuerdas lo que te dolió la azagaya y piensas que duele más la lanza, pero te prepara para más; otro día te hunden en la bañera y te agarras a los bordes; otro día te tiran a una piscina y aprendes a nadar; otro día te tiran al mar y consigues con esfuerzo ganar la orilla; otro día te hunden en el océano aherrojado de manos y pies... Crees que no vas a salir. Saldrás.
ALLS

ramón dijo...

Madre del Amor Hermoso¡¡¡¡, tu comentario merece un copia y pega por mi parte y ponerlo como próxima entrada...

Creía que, como bien dices, la confianza valía para algo, pero también aciertas diciendo que "da asco", lo cual me lleva a ése punto de amor-odio que te tengo, odio dulce, por supuesto, odio que me empuja a la venganza, una venganza dura y rápida, rápida y efectiva: prepárate¡¡la entrada sobre esas guinnes...pero sobre todo, de esa lucha encarnizada de cepillos..está en el horno.
Me has lanzado el guante y lo he recogido.
Ale.