lunes, 9 de abril de 2012

Mi coche era otro.

Nota obligada.
La entrada no irá por aquí, pero empezaré comentado lo que ya dije en su momento sobre el Tour de Flandes y Paris-Roubaix. No son carreras de ciclismo, son clásicas de ciclismo verdadero. Ciclismo de valientes, de machacadores de pedales, de estratégias sencillas... Bonnen éste año y Cancellara en otras ocasiones, alcanzo a imaginar que trazarían un plan de carrera tal que así: soy favorito... que me gane uno, dos o doscientos, que me ganen... si pueden...

Mi primavera.
Digamos que, mi primavera de clásicas particular, comenzó en el DLD de Sueca y terminará en el 1/2 Ironman de Bilbao el 19 de mayo próximo. En estos dos meses, el entrenamiento no será (no está siendo) como ha sido durante tantos y tantos años, sumando y sumando kilómetros con la mente puesta en un ironman a uno, dos o tres meses vista. Sino de intensidad, mucha intensidad y mucha recuperación entre cargas.

Próxima estación.
La próxima semana competiré el la prueba que mi club URBIKO T.T, organiza en Arrigorriaga, el Campeotanto de Euskadi de duatlón Larga Distancia. Prueba a la que espero llegar como hoy me encuentro, motivado y en un buen estado de forma. No descarto nada, como no lo hice en Sueca.

Elegir calendario.
Mi condición de no profesional, me permite pensar, elegir y decidir las pruebas en las que me apetece dejarme todos los esfuerzos con nombre imaginables, los físicos, los psíquicos, los monetarios... y para ello, para que esos esfuerzos sean siempre eso que llamamos "palos con gusto", cuando decido lo hago con ilusión y convencimiento, con decisión y agrado. 

El coche.
Es como si allá por octubre o noviembre, decidiera comprar un coche y sobre la mesa tuviese montones de catálogos de diferentes marcas, modelos y colores. 
Por entonces, elegí "el mío" y yo, que no entiendo de motores, elegí aquel "pedazo de Mercedes de color negro brillante" que resaltaba entre muchos otros.

Seriedad.
De nuevo, mi condición de no profesional, no hace que mis decisiones se conviertan en meros caprichos, precisamente por los esfuerzos que tanto yo como los míos, debemos hacer, cada vez que al nene, le da por apuntarse a alguna carrerica.

Intento por todos los medios, hacerlo desde la responsabilidad que supone acarrear con decisiones que van a influir, no solo en mí, sino en mi gente, y que obviamente, no van a disfrutar como yo. 

A veces, cada vez menos, hay quien me pregunta que por qué tanto entrenar, por qué tanta paliza. La respuesta es doble. 
Primero porque sencillamente me gusta y no necesitaría más motivos que ese... si no fuese porque compito en larga distancia, entonces aplico el segundo motivo para entrenar tanto, y es el respeto. 
Respeto a la prueba, al esfuerzo al que me voy a enfrentar, respeto a mi salud, y respeto a los míos, que no dejarán de sufrir si a mí algo me pasa. Si es por mala fortuna, sea. Pero que no sea porque no he hecho todo lo posible por evitarlo. 

Debo disfrutar entrenando, pero hacerlo responsablemente y con toda la dureza que haga falta, mientras la prueba me lo exija y mi gusto por entrenar me deje. Debo ser feliz, no hay más secreto. 

Y esto último debo aplicarlo a las pruebas a las que voy. Ir por ir, ni hablar. Por excepcional que la prueba sea o parezca. Ir por ir, es jugártela a que cualquier cosa salga mal y todo deje de tener sentido.


No es cuestión de autovías, sino de colores.
Esta semana se celebra el medio ironman Ican, prueba que, como el mercedes negro aquel, elegí entre muchas otras. Elegí, decidí, me ilusioné y sacrifiqué más de lo que muchos puedan pensar. Y volvería a hacerlo sin dudar, pues fue desde el convencimiento y la responsabilidad de no echarme atrás una vez decido un camino y meto en él a tanta gente.

La semana pasada, a doce días de la celebración, me comunicaron que dicha prueba sufría modificaciones. Resultado: demasiado poco tiempo para resetear mis ganas, mis objetivos, mi ilusión.

No la haré, y aunque (como tan fácilmente se suele utilizar la frasecita) esta decisión la tomo por causas ajenas a mí y mis planteamientos, no dejo de ser responsable de no acudir.
No me bajo de un coche al que no llegué a subirme, pero no me subo a un coche, que aun siendo todavía un buen Mercedes, ha llegado al concesionario de color blanco con lunares rojos. Ese no es mi coche. Mi coche era otro.

2 comentarios:

Javi dijo...

Espero nos saludemos en Arrigorriaga! Saludos.

ramón dijo...

No dudes en darme un toque Javi, que no imaginas lo despistado que soy :-))).

Nos vemos en pocos dias.

saludos