Y con ocho ratos de montaña este año, se terminan los dorsales de 2014.
Por orden de fecha, el kilometraje me resulta curioso ya que vengo de deportes con distancias más o menos fijas.
30, 27, 65, 45, 185, 101, 73 y los 42 kms del pasado domingo en la Ucam FalcoTrail Sky Marathon Tnf han sido las distancias de este año.
Como siempre digo, esto es mucho para unos y escaso para otros. Lo que importa es lo que supone para mí. Y para mí, es y ha sido más que suficiente.
En un año me he ido soltando a cada paso, no solo bajando sino también cogiéndole el truco a las subidas, a caminar y a elegir donde poner cada pie.
La montaña, toda la montaña, sea más o menos alta, más o menos arbolada, es hermosa y siempre diferente. Ahí está el placer de mezclarte con ella.
El pasado domingo, durante 5h02' sucedió de todo y un poco más, pero ni de todo me acuerdo ni voy a soltar cada detalle por aquí.
Una prueba bonita, muy dura. Para mí, quitando la CCC del Mont Blanc por desnivel y Trail Menorca Camí de Cavalls por distancia, ha sido lo más duro que he hecho (tampoco tengo mucho bagaje de "cabriteo" para comparar).
Creo que decir que terminé contento, sin más, es quedarme corto. Ha sido la primera vez que no he sentido al tío del mazo subido a mi chepa, la primera vez que he bajado con dolor de piernas pero con buena dosis de diversión, y de esas en las que no quedo con duda alguna de si lo habría hecho mejor o peor.
Lo que había esa mañana para dar, se dió. Y como buen diesel, gastando lo justo para no cruzar los ojillos y caer de boca como otras veces (eso sí, mis dos patadicas a piedras que no tenían culpa ninguna, sí que dí, y por ello... la enésima uña que se tinta morena este año).
Quizás me quede, como siempre, un pequeño "pero".
Competir con Juanjo Mateos, no es mejor que entrenar con él, pero se parece. Para mí, es una garantía si hablo de tranquilidad y de aprendizaje mientras le sigo. Ya lo dije hace un año y me reafirmo en lo dicho, después de lo que llevo aprendido gracias a él, y sobre todo después de ver la peaso temporada que se ha marcado.
El pero es que elegí mal el momento de "independizarme" de él y su ritmo. Me dejé ir para adelante con la única idea de abrirle hueco suficiente y poder parar, aliviar una tripa que me da más problemas de los que me gustaría cada vez que compito en montaña, y volver a engancharme a su rebufo. Esa era la idea.
Una vez paraba y no tenía suerte con el asunto... seguía a mi marcha y lo cierto es que debí parar del todo hasta que él llegara.
De todas todas, Juanjo no solo controla sino que además tira, y tira mucho. Habría sido imposible seguirle en el último tercio de la prueba, eso ya lo fuí viendo semanas antes, pero perdí la oportunidad de estar más tiempo con él antes de ese ultimo tercio y aprender como con pocos se puede hacer.
Mi prueba, buena. La suya, para mí genial.
Las posiciones finales en la montaña, son de lo más fluctuante que uno pueda imaginar.
La gestión de la prueba, de las fuerzas, del conocimiento del terreno, del uso de la paciencia como pilar básico para asegurarse una buena prueba, son cosas que están por encima incluso de la condición física con la que se llega a la salida.
El 14º final si me descuido en la toma de líquido o de comida a 10 kms de meta y bajando apenas nada mi rendimiento me podía haber costado diez puestos más... y en otras lo he comprobado.
Por eso, no mido la satisfacción por puesto conseguido, sino por desarrollo y trabajo hecho durante la prueba y sobre todo durante la preparación.
Obviamente, todo lo que sea mejorar es bienvenido. Pero al final, en los escasos treinta y tantos años que llevo de dorsales, me he ido dando cuenta que no hay manera de encontrar la satisfacción o felicidad completa. Ni siquiera venciendo porque... siempre se puede vencer de una manera aun mejor, sufriendo menos, llegando en solitario... el caso es no estar contento nunca. Pero bueno, a eso le pongo un nombre: ser competidor, sin más.
Se termina el año, las carreras y sin embargo, sin pensar en el salto de nochevieja, ya estoy inmerso en la preparación de un nuevo ultra trail, el GR-20 Xtrem de 92 kms en Valencia para dentro de nada... 10 de enero.
Tanto a la preparación, como al la prueba siempre parto de un poso de tranquilidad en cuanto a como equiparme. En la Falco, con un intenso frío durante toda la jornada, las prendas de Compressport me vinieron de lujo. El shirt on/off, increible. Orificios que se abren cuando respiras intensamente y se cierran cuando bajas y la respiración es pausada. La malla de compressión con inserciones de silicona para apoyar las manos en las subidas difíciles... y hubo muchas el otro día, hizo su trabajo de forma inmejorable. Seguiremos testando.
Y a partir de ahí, los neoprenos, gorros, ruedas y acoples pasarán a escena, si nada lo remedia. (ahora viene el emoticono que guiña el ojo).
jueves, 11 de diciembre de 2014
martes, 25 de noviembre de 2014
A rueda.
Del baúl de los recuerdos, en la esquina de 2009, acabo de encontrar unas imágenes de la primera prueba Tristar que se celebró.
Aún recuerdo el revuelo montado por el formato que tenia: 169 kms de ciclismo por toda la provincia de Cádiz, 1000 mts de natación cruzando el Guadalquivir en su desembocadura y 30 kms corriendo hasta Matalascañas sobre las arenas (y aguas) de esa inmensa playa de Doñana.
Aún recuerdo el revuelo montado por el formato que tenia: 169 kms de ciclismo por toda la provincia de Cádiz, 1000 mts de natación cruzando el Guadalquivir en su desembocadura y 30 kms corriendo hasta Matalascañas sobre las arenas (y aguas) de esa inmensa playa de Doñana.
El ciclismo se hacía tal cual, con drafting. Aquello y el orden de las pruebas, hizo que muchos se rasgaran las vestiduras y se tiraran de los pelos, aludiendo a la pureza y al espíritu del triatlón. Una herejía en toda regla.
Mae mía... si levantaran cabeza ahora y vieran los pelotones ironmaniacos que se forman... (en pruebas sin drafting)..
Me traen las fotos buenos recuerdos. Como se empezaba con lo "mío", disfruté mucho al principio. Primeros 80 kms escapado y el resto, hasta esos 169 finales, ya lo podéis ver, descarada... intencionada... y sobre todo, necesariamente a rueda. Siempre a rueda, y gracias.
Las fotos corresponden al km 100 donde entramos al Circuito de Velocidad de Jerez, le dimos la vuelta por la pista de servicio y salimos igual que entramos, a toda pastilla...
Una vez en San Lucar de Barrameda, la cosa era curiosa, porque te quitabas, entre dolores de cintura y calambres, las zapatillas y el casco para ponerte el gorro y las gafas. Ahí ya, me olvidé de los compañeros de grupo y dejé (a la fuerza, por supuesto) que se divirtieran por su cuenta y por delante. Algunos de ellos eran Marcel Zamora, Francois Chabaud, A. Santamaría, Victor del Corral...
No solo porque estuviera más kms que ellos escapado anteriormente y disputando premios intermedios, sino porque sencillamente eran superiores a mí (creo que esto, y con esos nombres, sobra explicarlo), la estrategia era clara y salió bien. Mi puesto al final creo que fue el 11º, pero mucho mejor que eso fue, ver que con casi 40, podía aún moverme y aguantar.
Con uno o dos relevos que hubiese dado, en menos que lo cuento habría ido solo, detrás, descolgado y con ganas de bajarme de la bici. Así jugué mis bazas, así salieron, y desde luego, si se hubiese presentado la posibilidad de mejorar mi resultado, no lo habría dudado ni un momento.
En ningún lugar está escrito que una competición no sea para competirla, hasta el final.
domingo, 23 de noviembre de 2014
Queriendo o sin querer, y no teniendo nada, sigo siendo afortunado.
No he dejado de escribir. Y casi todo ha sido para el blog.. aunque no ha sido publicado.
La razón ha sido no encontrar el momento para publicar, porque no cualquier momento es bueno, aunque sea para las cosas sencillas.
Curiosamente, es lo último que pienso lo que va a salir en primer lugar del horno.
A falta de una participación más este año, en la FalcoTrail Sky Marathon dentro de dos semanas, ayer me dio por repasar un poco las estaciones en las que el tren este medio oxidado ha ido parando.
Queriendo o sin querer (que no tengo claro yo cuando ha sido de una forma u otra...) el caso es que correr se ha llevado casi toda la dedicación que le he dado al deporte y ya puestos, la montaña ha sido donde más me ha apetecido dejarme caer (a veces literalmente...).
Seis competiciones de montaña y un reto (una borrachera de amistad y deporte, más bien). No han sido muchas para lo que a uno le gustaría, pero al menos, sí que han sido bien y acertadamente elegidas.
Las seis suman unos 480 kms con dorsal y unas 58 horas de competición... y luego está el reto.
Todas me han aportado mucho en todos los sentidos, diversión, aprendizaje, nuevas amistades, incluso pequeñas alegrías a la venilla competitiva esa que conservo en forma de resultados. Pero eso ahora, no es el tema, porque además de todo eso... ha estado el reto.
El reto no fue conseguir nada increíble, sino intentar hacer que lo increíble o imposible vaya pareciéndose cada día más a lo normal. Lo común.
Ayer volví a entrenar por Sierra Espuña y no dejé de pensar y acordarme de finales de marzo cuando fui uno más de un grupo de gente que, aparentemente ofrecía algo cuando en realidad no hicimos más que recibir.
Cada uno sabrá hasta qué punto le supuso aquel día y sus 11 horas de esfuerzo, algo útil a partir de entonces.
Cada uno sabrá hasta qué punto le supuso aquel día y sus 11 horas de esfuerzo, algo útil a partir de entonces.
Lo mío, ya lo dije. Me dio fuerza y mucha mucha tranquilidad. Hacía apenas unos días que me habían dado un pequeño "susto" en forma de preocupación por mi salud, por mi corazón y acudir allí, ya no fue cosa de compromiso adquirido, sino de necesidad personal.
Lo que un niño puede llegar a enseñarte, por años que tengas, es algo que solo se puede apreciar y entender si te cruzas en la vida y en el mundillo este del deporte con uno como Andrés y por supuesto, con el resto de su familia y en nombre de ella, su madre María Dolores Chumillas.
Ayer me acordé de aquel día, de aquellas personas y de Andrés, que sigue peleando por mejorar con la entereza que ya quisiera yo para mí y para muchos que entrecorchados con agonías inútiles y vacías, lloran cada dos por tres pidiendo a gritos alabanzas, valoración y aprobación del resto.
Llevo mucho visto y vivido ya, a pesar de no ser tan viejo como a veces quiero hacer creer y puedo decirlo, Andrés sin duda... como lo diría?... nos pasa a todos por encima... nos da mil vueltas y no necesita para ello, ni ponerse un dorsal siquiera.
La Vuelta a Espuña fue, con diferencia, la prueba donde más disfruté, más aprendí, más afortunado me sentí y desde luego, donde más estímulo para seguir peleando por lo que sea que tenga que pelear, me llevé.
El deporte y su esencia, hablan de vivir la vida intensamente. Mi suerte, mi fortuna, es que a veces lo consigo.
El deporte y su esencia, hablan de vivir la vida intensamente. Mi suerte, mi fortuna, es que a veces lo consigo.
martes, 14 de octubre de 2014
Solo y solamente contra el viento.
Cambian las cosas pero... ¿deberían cambiar las personas?
IRONMAN Lanzarote.
2004 fue el año que elegí, o más bien decidí que quería vivir la experiencia de completar un triatlón de distancia ironman.
Por entonces mi conocimiento de la distancia se basaba en recortes de revistas de ciclismo antiguas donde dejaban cada año una página para hablar del Ironman de Hawai y también de los videos y comentarios que me daba un amigo. Conocia Lanzarote, Hawai, Roth y poco más.
Volviendo a ese año de mi debut, dejaré caer unos apuntes rápidos para ir entendiendo un poco el hilo de la entrada.
No hablaré de marcas personales ni puestos. (Eso para otra ocasión).
1. Me inscribí en enero de ese mismo año. Podía haberme inscrito mucho más tarde aún.
2. Otro triatleta murciano hizo el Ironcat y fuímos los dos únicos de Murcia en completar la distancia ese año. Éramos "bichos raros", en el ámbito triatlético, en la federación, en el pueblo y por lo menos yo, hasta en mi calle...
3. En Lanzarote competimos 769 triatletas (621 más que en la primera edición de 1992, 12 años antes, donde fueron 148 participantes).
Entradilla hecha, vamos a la "miga" del tema.
En Lanzarote hay cosas que no cambian. La isla, hasta que a la tierra no le dé por reventar otra vez y la desplace un puñado de kilómetros, sigue y seguirá haciendo viento, calor y humedad.
Hay pocas carreteras y el circuito del ironman es, salvo contratiempos eventuales, siempre el mismo.
El ancho de la carretera tampoco ha cambiado desde entonces.
2004.
769 triatletas, saliendo desde Puerto del Carmen y hasta la circunvalación, implicaba no respetar o mejor dicho, no poder respetar la distancia mínima (tampoco la lateral) durante los dos primeros kilómetros, sobre todo si salías del agua a mitad del grupo. No fue mi caso porque saliendo en 1h26' no tuve mucha compañía en esos primeros kilómetros ciclistas.
2004. Lanzarote.
A falta de 178 kms, circuito a una sola vuelta y 769 triatletas con niveles muy diferentes, ibas todo el día "más solo que la una". Aquello me enganchó del todo.
2005. Lanzarote
Mi sexta y última participación fue en 2010.
Se "notaban" ya algunos cambios...
- De 769, pasé a compatir prueba, isla y carretera con 1386 triatletas, 6 años después. Esto son 617 más... prácticamente el mismo incremento en 6 años que en los primeros 12.
- De tener un asfalto donde ponerse de pie sobre los pedales y "bailar" la bici significaba rajar literalmente los flancos de las cubiertas o tubulares, durante un 80% del recorrido, en este año apenas quedaban dos kilometros que te recordaban cómo era rodar sobre agujas.
A día de hoy, aquel tipo de asfalto erosionado, no invitaría tanto a llevar bicis de crono y cascos aeros... entonces sobrevivir sin pinchar era lo primordial.
2010. Lanzarote.
Estamos en 2014.
4 años después de mi última participación.
De 1386, en 4 años se ha pasado a 2258... 872 más que en 2010 (solo con ese incremento se supera el nº de participantes de mi primera participación en 2004...).
Si este año hubiese ido, habría compartido el ironman con 1489 triatletas más que en mi primera vez.
La isla es la misma. El recorrido también. El ancho de la carretera también. Sólo cambia el asfalto desde 2004 que ahora es bueno y deja rodar perfectamente con bicis aero y ruedas especiales para luchar contra el viento... contra el viento... contra el viento... contra el viento... y solo contra el viento. Así debería ser.
No hago ironman, hago larga distancia.
Mi nivel de natación no me permite salir antes de 1h u 1h05', me veo obligado a salir donde y cuando la mayoría y por delante ya son muchos cientos de triatletas los que me preceden. No me importa.
Tengo mi bici, mi entrenamiento, mi experiencia para regularme, mi estrategia de carrera y la motivación suficiente para verme capaz de luchar contra esos 180 kilómetros de recorrido. Suelo, o solia, no dejar de adelantar gente hasta casi el final del sector ciclista aunque algunos me adelantaban también.
2006. Lanzarote.
Me gustaría volver, alguna vez. Me gusta la isla, la prueba, la distancia, prácticamente tengo todo lo que necesito y no necesito ir a rueda. No porque me crea un superciclista, sino porque yo no hago larga distancia para ir a rueda de nadie. No hago ironman, hago larga distancia. Y eso, para mí, es lo mismo que decir, en solitario.
¿Cómo hago?
2007. Lanzarote.
¿Cómo hago entonces cuando llegue a un pelotón de decenas de triatletas?. ¿Freno para que me pille otro...? espero media hora hasta tener hueco en el centro de la carretera y ataco como cuando era ciclista...?, me pongo a 60 kms /h e intento mantener eso para que la serpiente multicolor aerodinámica no se me vuelva a echar encima...?
Asumo que algún día me sacarán tarjeta por drafting. Y la culpa será mía, pero no ese día, si no el que decidí inscribirme a algo que empieza a perder sentido.
Un sentido que en su momento hizo nacer y crecer al ironman, un espíritu, un sentimiento y una necesidad de conocernos que este deporte y esta distancia nos brinda y que en mi opinión, uno debe sentir, sino desde siempre, sí al menos a partir de un proceso.
872 más que en 2010. Esos son los que se han incorporado en 4 años. ¿cuántos conocen el significado y cuantos han tenido un mínimo proceso?
Un pelotón me absorverá. Llegaré a la altura de otro y cuando esté adelantando otros saldrán de su fila para hacer lo mismo justo delante mío. Iré casi por el centro de la carretera pasando a la fila de la derecha y habrá impacientes que me adelantarán a mí, en una tercera fila... y quedaré en el centro... me sacarán tarjeta, o peor aún, una foto estupenda...
Me adelantará uno y volverá a su derecha sin haberme rebasado del todo. Tendré que frenar para no tocar su rueda trasera... y antes o después, me sacarán tarjeta, o peor aún, una foto estupenda...
Me sentiré mal por haber elegido mal día y mal lugar, pero no sentiré la más mínima vergüenza personal porque tengo claro que no será intencionado.
No lo necesito en absoluto.
Tampoco creo que todos los que forman esos pelotones lo hagan intencionadamente, me resisto a creer que sea asi.
Aunque sigo pensando, que todos, ellos y yo, cometemos el error meses antes de estar en esa situación.
Esto es como ir a un mitin de tu partido político, tragarte todo lo que te prometen y descubrir más tarde que las cosas eran algo peor que medias verdades... (metáfora que imagino... porque nunca he estado en un mitin político).
No quiero un tiempo final que es una mentira. No quiero un puesto final que es una mentira. No quiero un slot y un viaje a Hawai que es una mentira.
Quien quiere todo eso y no le importa la forma de conseguirlo, no lo quiere realmente; solo quiere que todos os enteréis de que lo "ha conseguido"...
Me queda un poco de amor propio y tengo la infinita suerte de no hacer esto para los demás.
Mi
felicidad es algo muy serio, mire usted. Si la baso en palmaditas en la
espalda y felicitaciones que desaparecen cuando no tengo un buen día
entonces... no tengo nada.
Me gusta el triatlón, la larga distancia y muchos lugares donde me gustaría volver... y si no lo hago, que sea por falta de medios, de patrocinadores y dinero, que sea porque la salud me lo impida, pero que no sea porque no me dejan hacerlo en solitario.
A ver cómo lo hago... a ver cómo hago para volver a vivir lo que me enganchó desde el principio y que no fue otra cosa más que luchar contra el viento... contra el viento... contra el viento... solo y solamente contra el viento.
2010. Kona
martes, 16 de septiembre de 2014
XX Titán. A veces, el corazón ha de conversar con la cabeza.
A veces, el corazón ha de conversar con la cabeza.
Como ya me lo están preguntando más de dos... a una semana y poco de celebrarse la 10ª edición del Titán Sierra de Cádiz, la respuesta es que no voy a estar en la salida.
Me apena muchísimo por varias razones, por que es una prueba y un lugar en el que me siento como en casa y por la gente de allí que hace que me sienta así.
También porque he estado en 6 ocasiones y esta décima, tiene mucho de especial, incluyendo el cambio y aumento de distancia, del cual fuí en cierta manera responsable (no me lo toméis a mal Titanes... mientras lo estéis haciendo).
Desde el día 15 de julio, vivo con una losa sobre mí... bastante más pequeña que la que me tocó llevar desde el mes de marzo después de la revisión médica y la posibilidad de tener un problema cardiaco serio.
Y no sería serio por mi parte, hablar de salud un día y hacer lo contrario al siguiente.
Hasta Cabo de Gata parto con 5 semanas. Una prueba dura pero que por orografía, me permitirá algunos respiros y "medio tapar" el mínimo nivel que tengo ahora (ayer nadé mis primeros 2000 mts de todo el año...).
Pero en la Sierra de Grazalema... no valen los mínimos, por muy despacio o regular que quiera ser uno. Ni para el agua, ni para la bici, ni para correr. Esos mínimos son "máximos" a los que no he llegado. Aún.
Espero de corazón, que la prueba sea un éxito y que todos los que sean parte de ella, la terminen y lo hagan con salud.
Vuelvo a entrenar triatlón con más enfoque y determinación que antes, pero con la idea clara de que hasta donde llegue, he llegado.
En otras ocasiones, el límite de lo soportable lo dejaba en manos del corazón... hasta donde él quisiera sufrir, yo le acompañaba.
Pero ahora, durante este año, y hasta que recuperemos un nivel normal, quien pone el límite soy yo.
Y eso del 100% lo dejo para los ratos de jugar y disfrutar con mi hija en la alfombra del salón de casa... que ahí sí que hay darlo todo.
Como ya me lo están preguntando más de dos... a una semana y poco de celebrarse la 10ª edición del Titán Sierra de Cádiz, la respuesta es que no voy a estar en la salida.
Me apena muchísimo por varias razones, por que es una prueba y un lugar en el que me siento como en casa y por la gente de allí que hace que me sienta así.
También porque he estado en 6 ocasiones y esta décima, tiene mucho de especial, incluyendo el cambio y aumento de distancia, del cual fuí en cierta manera responsable (no me lo toméis a mal Titanes... mientras lo estéis haciendo).
Desde el día 15 de julio, vivo con una losa sobre mí... bastante más pequeña que la que me tocó llevar desde el mes de marzo después de la revisión médica y la posibilidad de tener un problema cardiaco serio.
Y no sería serio por mi parte, hablar de salud un día y hacer lo contrario al siguiente.
Hasta Cabo de Gata parto con 5 semanas. Una prueba dura pero que por orografía, me permitirá algunos respiros y "medio tapar" el mínimo nivel que tengo ahora (ayer nadé mis primeros 2000 mts de todo el año...).
Pero en la Sierra de Grazalema... no valen los mínimos, por muy despacio o regular que quiera ser uno. Ni para el agua, ni para la bici, ni para correr. Esos mínimos son "máximos" a los que no he llegado. Aún.
Espero de corazón, que la prueba sea un éxito y que todos los que sean parte de ella, la terminen y lo hagan con salud.
Vuelvo a entrenar triatlón con más enfoque y determinación que antes, pero con la idea clara de que hasta donde llegue, he llegado.
En otras ocasiones, el límite de lo soportable lo dejaba en manos del corazón... hasta donde él quisiera sufrir, yo le acompañaba.
Pero ahora, durante este año, y hasta que recuperemos un nivel normal, quien pone el límite soy yo.
Y eso del 100% lo dejo para los ratos de jugar y disfrutar con mi hija en la alfombra del salón de casa... que ahí sí que hay darlo todo.
sábado, 13 de septiembre de 2014
Para ir solo...nada mejor que la buena compañía.
En los deportes solitarios, no hay nada mejor que la compañía...
Y quizás por eso, por estar tantas horas solo, los amigos, los compañeros de fatigas suponen aquello que dije en la entrada anterior: "Cuando la mente afloja, cada palabra de ánimo se la guarda uno en la mano y aprieta el puño con todas sus fuerzas para que no se escape..."
La mente puede aflojar cuando menos lo esperas. El día de la prueba, el anterior o tres meses antes. Ellos al final, acaban siendo sin saberlo, los que te hacen seguir y superar los malos ratos, los de dudas, los de frustración e incluso aquellos en los que te dan ganas de dejarlo todo, porque no le ves salida ni solución a esa lesión que no te deja, a ese malestar o simplemente al mal trago de la desmotivación.
En mi "año raro", por razones que no vienen ahora a cuento, me aparté casi por obligación del triatlón a finales del año pasado.
Como no creo en las casualidades, sé que por la razón que sea, Alberto Plazas y Bárbara aparecieron entonces y me animaron a salir un día por Sierra Espuña. No pararon de contarme cosas sobre este deporte y me fue gustando todo. Pero lo que más... compartir con tranquilidad aquella montaña con ellos. Las competiciones no me importaban tanto.
Tras eso, y en menos que canta un gallo, estaba saliendo por los montes de mi zona con los amigos de siempre, metidos en esto del trail desde hacía tiempo, con la gente del club La Sima y me hicieron hueco entre ellos, como si fuese uno más.
Alberto, con un año de competiciones fuerte, no ha competido en los Alpes, pero estuvo allí y seguro que tomó buena nota de todo. Su presencia acompañando a Bárbara, me vino de rebote como agua de mayo cuando las cosas para mí iban de mal en peor.
Bárbara, como el buen vino, cada vez da más y mejores pasos en el deporte. Creo sin duda, que ha encontrado el lugar donde se siente cómoda y deja salir todo lo que lleva dentro. La montaña. Como me decía hace años, "fluir" es lo importante y ella lo está consiguiendo.
Carrera de quitarse el sombrero la suya, en la CCC, quedando entre los 200 primeros absolutos de 1900 participantes y 5ª de su categoría. Simplemente, alucinante.
Simeros. Un montón de buena gente.
Juanjo
En marzo empezó mi particular calvario de preocupación. El corazón parecía estar mal y debía pasar unos meses controlandolo para no cometer errores que me costaran caro.
Casi nadie supo de aquello, y uno de los pocos fue Juanjo Mateos.
Su forma de entrenar, su constancia y tranquilidad, ese "reloj suizo" que lleva dentro, eran el mejor rebufo al que podía y puedo acoplarme y sobre todo, por esa forma de entender el deporte y la superación que tiene, con bastante más sosiego del que yo me he gastado durante años.
Sin prisa Ramón, se llega más lejos y a menudo, antes que con ella. Me decía.
Durante la CCC, reconozco que durante demasiado tiempo no fui fiel a esas palabras.
Juanjo, sin prisa... hizo entre los diez primeros en el Ultra Trail Alharabe de Moratalla, venció en la prueba de 54 kms del Camí de Cavalls en mayo y se metió nada menos que 5º en la prueba de casi 100 kms del Trail de Peñalara en pleno verano.
Solo un día donde el cuerpo no le acompañó y un poco sorprendido también, como yo, con la dureza y grandiosidad del Mont Blanc, impidió que hiciese mejor carrera en la CCC, y aún así... también entre los 200 primeros.
Y sin embargo, igual que él mismo hace, no valoro tanto esos resultados, como la forma que tiene de sentir el deporte.
Le debo mucho, y no me refiero solo a la parte deportiva. El lo sabe.
Juan Miguel Cuenca.
Al Cuenca, le conocí cuando era un crío y en las escuelas de ciclismo, los nervios precarrera le perdían y se ponía enfermo antes de salir y yo, metido ya en categorías superiores, intentaba alguna vez que otra animarle.
Pasaron los años y era yo entonces, el que le buscaba para salir en bici juntos.
Cuando fue profesional de ciclismo, un profesionalismo del que tuvo que salir por lesión mucho antes de demostrar de todo lo que era capaz, aprovechaba yo mis vacaciones navideñas para salir con él en bicicleta e intentar seguirle, como quien sigue a una moto cuando abría gas...
Y solía decirme que me no imaginaba como a mi edad, tenía todavía ganas de entrenarme y sufrir haciendo deporte... (por entonces pasaba yo apenas de los 30 años...).
Ahora se lo recuerdo de vez en cuando... cuando subimos algún monte medio axfisiados...
Nada menos que el 25º en la CCC. Impresionante resultado para quien no le conozca como yo. Para mí, justo premio a la medida de la ilusión de esta segunda oportunidad que el deporte le está dando.
Paco Sola, con el que tengo menos tiempo de amistad, aunque nos conocíamos desde hacía mucho tiempo, llegó a Mont Blanc con muchas dudas y problemas físicos.
Las ganas, la ilusión de un deporte que como a mí, ademas del triatlón, le apasiona y la compañía en toda la carrera de Juanjo, hicieron que consiguiera terminar una prueba a la que sin duda volverá. El Kupricka de Lorca... dará mucho que hablar.
Hablar de esa prueba de 120 kms, del nivel que se ha de tener para terminarla, y en definitiva, hablar de Tere... es algo que sin mayúsculas cuesta explicarlo. Con decir que nos hizo felices, creo que es suficiente.
Y por último, la carrera que me tuvo en vilo, aunque no preocupado, fue la de quien, quienes, más me importaban si de dorsales hablamos. Mi hermana Dori y Diego.
La OCC, la "menor" de todas las del Mont Blanc, sería una de las más duras que se pueden encontrar por el territorio español. Más de 50 kms y los tres dos miles que me tocó hacer a mí al final. Más de 3000 mts de desnivel positivo y todo eso aliñado con la sonrisa que les ví pasar cuando ya llevaban 8 de las 10 horas de prueba.
Si envidio el placer de la participación de alguien en este Ultra du Mont Blanc 2014 de alguien, es de ellos.
A , le dedicaré más adelante otra entrada.
Para otro capítulo dejaré estas últimas personas y su carrera la OCC, y sobre todo, lo que supera a la prueba, al dorsal, al tiempo, al puesto, a todo lo escrito.
Los días previos y posteriores. Todo resumido en ver las risas y la felicidad de mi sobrina Nerea jugando con su prima Inma.
Igual el capítulo acabo de zanjarlo con lo que acabo de decir.... y es que, al final siempre sucede que no hace falta decir mucho para lo que importa realmente.
miércoles, 10 de septiembre de 2014
¿No te ha pasado nunca...?
¿No te ha pasado nunca que...
recordando una caida pasada, te volvió a doler el golpe en el mismo lugar?
Y de igual manera, te viene una sonrisa años después, pensando en una persona, en un lugar o en un camino que creiste completar.
Conseguir sin esfuerzo, es como comer helados de todos los colores sin que sepan a nada.
Cinco años más de edad… de fatiga… de ganas… de dificultades para soportar la carga… de algunas desganas… de sosiego de una vida nueva y de una inmensa felicidad.
Todo eso y más, mucho más va sucediendo cada día.
Y aún así, el recuerdo de una piel quemada y cuatro cifras marcadas a fuego en ella que me parece ver de vez en cuando.
Levantarse de la cama y dar gracias de haber repetido el gesto una vez más, es lo mismo que abrir los ojos, salir a la calle y que el viento que ayer te soplaba en contra, hoy te empuje decidido hacia otra sonrisa.
¿No te ha pasado nunca que… de tanto recordar y pensar en mañana, no terminas de darte cuenta de lo tremendamente hermoso e increíble que es dar un paso tras otro en este momento?
Hoy me ha dado por caminar.
recordando una caida pasada, te volvió a doler el golpe en el mismo lugar?
Y de igual manera, te viene una sonrisa años después, pensando en una persona, en un lugar o en un camino que creiste completar.
Conseguir sin esfuerzo, es como comer helados de todos los colores sin que sepan a nada.
Cinco años más de edad… de fatiga… de ganas… de dificultades para soportar la carga… de algunas desganas… de sosiego de una vida nueva y de una inmensa felicidad.
Todo eso y más, mucho más va sucediendo cada día.
Y aún así, el recuerdo de una piel quemada y cuatro cifras marcadas a fuego en ella que me parece ver de vez en cuando.
Levantarse de la cama y dar gracias de haber repetido el gesto una vez más, es lo mismo que abrir los ojos, salir a la calle y que el viento que ayer te soplaba en contra, hoy te empuje decidido hacia otra sonrisa.
¿No te ha pasado nunca que… de tanto recordar y pensar en mañana, no terminas de darte cuenta de lo tremendamente hermoso e increíble que es dar un paso tras otro en este momento?
Hoy me ha dado por caminar.
lunes, 8 de septiembre de 2014
CCC du Mont Blanc... o cómo correr en la casa de los gigantes.
¿Cómo te lo cuento?
- El camino corto del cuento
acostumbrado, va por la senda del llanto fácil por la dichosa mala suerte que
nos persigue, de la heroicidad habitual que nos gastamos para superar esa
fortuna ingrata y de hacer creer al mundo, que somos especiales, únicos y capaces
de todo lo que nos propongamos.
- El camino largo de la
historia interminable, va por la cuesta de en medio, la que no termina nunca y
suma, a la senda de antes, el despropósito de engañar al personal con medias
verdades, y pretender que acabe creyendo que a la montaña fuiste solo, que tus
circunstancias previas fueron las más duras, que tus pasos por bosques,
alturas, ríos, raices y rocas, fueron casi imposibles y que a nadie le dolió…
el dolor, tanto como a ti.
- El camino real del relato
real, va por las líneas que te voy a escribir.
Estoy hecho de huesos
rodeados de carne y por mis venas corre sangre. No hay más.
Soy pequeño.
Hace unos días estuve en una
casa de gigantes. Tenía que elevar la barbilla todo lo posible para intentar
apenas, verles la cara. Era la casa del Mont Blanc.
Llegué hasta Chamonix desde
un lugar donde al monte se le llama monte, porque llamarle montaña es vestirlo
con demasiada talla.
Vine de pedalear, nadar y
correr tan rápido como las piernas y el corazón me dejaron, a un mundo donde saber
caminar y controlar cada paso, te puede muy llevar
lejos…pero se ha de ser paciente y aprender a hacerlo.
Y una vez he vuelto, tengo la sensación de haber tocado al timbre
de la puerta, demasiado pronto.
Cómo un intruso.
La sensación de haber
molestado a los gigantes antes de la cena y de haberles servido de aperitivo.
A pesar de disfrutar como
pocas veces de un viaje, lugar y sobre todo, de la compañía, una vez me puse el dorsal y hasta hoy, una ligera
neblina en el recuerdo me dice que no he sido digno de ésta prueba, de este
lugar y menos aún, del espíritu de deporte que creo llevar dentro… siento que
mi falta de respeto ha sido por exceso de confianza, o demasiado
desconocimiento.
Sé cuando debo ser exigente
con mi rendimiento y cuando… pocas veces ya… con mi resultado. En ambos casos,
el sueño no se me altera.
Pero soy autoexigente, hasta
el imposible, con mi salud.
Da igual la posición final y
el tiempo invertido, si conseguí terminar o pude quedarme a medio camino, lo
importante es la sensación y convicción de que me metí en la casa de los
gigantes, pretendiendo mirarles cara a cara sin más. No con chulería, pero sí con
la tranquilidad del iluso que le quita el hueso al perro mientras come y no
piensa en la mano con la que lo hace.
No hace falta ir con buenas
pretensiones que luego no se cumplan para no estar satisfecho del todo. Basta
con no contar con el “¿y sí no todo sale bien?”…
Soy más pequeño
aún de lo que imaginaba y la montaña pudo conmigo.
No me cuesta reconocer
la verdad, porque la verdad es demasiado grande y no hay donde ocultarla.
Y no tengo tristeza, mire
usted. Si acaso, una buena dosis de rabia interna.
Los cinco gigantes.
Los gigantes me aplastaron,
los cinco con los que me tocó “conversar” durante más de 17 horas.
El primero me dejó exhausto
y apenas sin oxígeno para la primera y corta bajada. Las piernas se fueron y ya
no volvieron en todo el día. Subíamos a 2500 mts.
El segundo me apretó el
pecho y me nubló la vista. Otra subida a 2500 mts.
Al tercer gigante, además de
no dejarme conversar, le caí mal. Me engañó al principio y me hizo creer que
tras ver a mi mujer y a mi hija un momento y con ocho horas ya de carrera, todo
sería más fácil.
Antes de los dos mil metros,
tuve que sentarme sobre las rocas varias veces, para comer y aprovechar la
parada para tomar aliento.
Antes del cuarto, otro más
de dos mil metros de altura, llegado a Trient, las mesas dentro de una carpa y
los alimentos se convirtieron en paraísos donde los manjares se amontonaban.
Las sopas de fideos calientes, los bizcochos, el pan y el queso… todo lo que
durante las 10 u 11 horas anteriores habían sido “cosas de avituallamiento”…
ahora eran tesoros que a uno le apenaba dejar al reemprender la marcha.
Miedo.
Intenté hablar con el cuarto
gigante, pero apenas me dejó saludarle un mísero kilómetro. Abajo era de día y
al llegar arriba, la noche se cerró como cuando te cae un manto negro encima. Y
a medida que la luz se iba, el chispeo se volvía lluvia fina, y la lluvia agua
sobre, dentro y bajo el cuerpo y los pasos.
En mi ilusa predicción, la noche
no duraría tanto como para preocuparme… ilusa predicción, repito.
Descender... algo tan simple...
La bajada donde supe que no
estoy hecho ni soy capaz de “hablar” con estas montañas, me provocó desde el
principio y durante una hora y media, todo aquello que no busco, no quiero, no
deseo encontrar y esquivo con todas mis ganas en este necesario vicio que tengo
del deporte. Miedo.
Tuve miedo y por momentos
hasta pánico.
Y si acaso me queda algo de
vergüenza, no la voy a gastar por no reconocerlo.
Una luz delante de ti que se
mueve al ritmo de tu cabeza, de tus pasos, de tus saltos sobre piedras. Unas
sendas donde el barro esconde huecos, piedras y raices que te retuercen los
tobillos como culebras en árbol. Lluvia que no te deja helado… si no te paras…
pero que no duda en recordarte si lo haces que, aunque no los veas, cerca hay
glaciares.
Resbalas mil veces de cada
mil y un pasos, y si no levantas mucho los pies para apoyarte mejor… chocas con
los dedos contra piedras que no ves y los dedos se quejan… alguna uña te grita
y se despide…
No quiero seguir. No reniego
de donde me he metido, la noche es igual en todos lados.
Sé que estoy en un lugar tremendamente
hermoso, tanto que no puedo explicarlo sin sentir la impotencia de quedarme
corto.
Pero hoy no quiero seguir.
No puedo bajar esta montaña. No sé cómo hacerlo. Entiendo que mi torpeza no es
una falta imposible de solucionar… porque veo como otros lo hacen y se alejan,
pero yo no, ni ahora, ni aquí, ni con
esta fatiga.
Si llego abajo buscaré donde
me recojan y dejaré el camino inacabado sin ningún problema. Solo me faltarán
16 o 18 kilómetros,
pero no me veo capaz de hablar con el quinto y último gigante y su bajada.
Tengo la sensación de que
cada uno de ellos me ha ido avisando que el siguiente sería aún peor, más duro
y más intransigente conmigo y mis intenciones.
Esto ya no es deporte. Se
convierte en la ceguera de un cegato real, de quien lucha con algún demonio
interior que no le da tregua. Y me debato entre esa idea y la de que mi hija ha
nacido para mandar al sótano del infierno a ese demonio y los que tengan que
llegar.
Mojado hasta la médula, con
frío, con el dolor que todos los demás llevarán y sabiendo que esto es así y
que puede ser aún peor, entiendo que mi carrera terminó hace horas.
En la última carpa del
último pueblo antes de Chamonix, busco antes de nada la sopa de fideos
caliente… y que la idea de un cuenco con sopa me pueda motivar tanto durante
tanto tiempo… no tranquiliza.
Luces.
Y entonces vuelve a aparecer
Inma y reconozco que eso fue más emocionante aún que la propia llegada a meta.
No es ya que no la esperara, es que sentía como si las horas se hubiesen
convertido en meses desde la última vez.
Por segunda vez, me puse
ropa seca arriba. Cambié los calcetines y preferí no mirar mucho a esos pies, a
la piel blanca, arrugada y helada de debajo ni a la morada, sucia y “ampollada”
de arriba… y todo entre lastimeros quejidos y preguntas… Inma, no sé qué hacer…
tengo fuerza para llegar pero el miedo a la última bajada es mayor que las
fuerzas. No veo. No sé por donde piso. No veo…
Cada carpa me retiene un
cuarto de hora y esta además, no me quiere dejar salir… ni yo quiero que lo
haga.
Inma no me anima a que siga.
Hace lo que siempre ha hecho y me mantiene en pie. Me da cordura.
Cree saber lo justo del
deporte y sin embargo, sabe mucho más que yo. Llegados a este punto, ni pienso
ni sé… y ella me hace pensar y encontrar la forma de tener un mínimo de
sensatez.
Sigue y sube. No bajes si no
lo tienes claro. Que te recojan o llega cuando tengas que llegar. Yo te espero
allí, en la meta, a la hora que sea.
Ha dejado de llover un poco.
Salgo fuera y respiro hondo como si fuese a tirarme en caída libre la primera
vez…
Fuera, ella me da
tranquilidad y no es casualidad, que una de las personas que me animó a subir
montañas esté allí también. Alberto.
Plazas está esperando el
paso de Bárbara que está haciendo una tremenda prueba.
Cuando la mente afloja, cada
palabra de ánimo se la guarda uno en la mano y aprieta el puño con todas sus
fuerzas para que no se escape. Las de Inma y de Alberto… las justas y
necesarias para llegar.
Último gigante. Últimas horas.
Vuelve a llover y nos dejan la
gracia del gigante de los vientos para el final. La Tête de Vents. Otros dos
mil metros. Pasos de buzo con escafandra y botas de plomo… y niebla… niebla
espesa como la nata.
Sigue chispeando y miras al suelo buscando la ruta porque
la cinta está frente a ti, y la niebla no te deja verla. Las piedras sucias son
el camino.
Tengo hambre… si no como
acabaré parando. Si paro acabaré helado. Si no paro y no como, no acabaré ni en
pie siquiera.
Dos pasos, un bocado. Dos
pasos más, un trago…
Última bajada. Está todo
mojado pero no llueve. No hay niebla. Me siguen pasando… como llevan haciendo
desde hace ocho horas. No quiero ni describir cómo van esos a los que paso yo…
Chamonix a las dos y doce
minutos de la mañana…17 horas y 12 minutos después.
Creí que sentiría alivio al
cruzar la meta, alegría y que incluso alguna lágrima aprisionada saldría por
fin a tomar el aire, pero no fue así… porque todo eso ya lo había hecho apenas unos minutos antes,
nada más terminar la última bajada, la oscuridad y las largas charlas con
gigantes que no me dejaron decir nada durante diecisiete horas…
Aunque yo, en voz baja, casi
susurrando, no cayé…
No me voy a vengar, porque
no me habéis hecho nada.
No quiero revancha de una derrota que no ha existido,
porque no vine a pelearme con vosotros.
No voy a ser tan iluso como para
gritaros, gigantes... ahora que estoy lejos y entre montes. Con hablaros cara a
cara algún día y que me escuchéis me conformo… será buena señal. La de que he
aprendido algo, he sabido entenderos un poco y me dejaréis ver donde poner los
pies, cuando la noche os cubra y desaparezcan los caminos.
lunes, 4 de agosto de 2014
Maneras de romperse el corazón.
Vamos a ir directos al asunto y te lo voy a decir lo más claro posible. Esta es la tercera intentona y oye... para alguien a quien le gusta y disfruta tanto escribiendo como a mí, no esta siendo nada fácil zanjar el asunto.
Quiero que lo entiendas, que te enteres bien y, con un poco
de suerte, que te ayude.
Llevo muchos meses alejado del triatlón. Del bullicio del
deporte que me ha tenido ocupado durante la última década. No me he apartado
del deporte por completo e incluso he metido la cabeza en la montaña y en
pruebas de ultradistancia. Pero sí que he apartado de mí la intensidad en los
esfuerzos, las pruebas cortas.
La razón.
Lo que empezó siendo pura necesidad de desconectar durante
unos días o alguna semana que otra, (necesidad vital de querer estar y querer vivir
más tiempo y con más intensidad el crecimiento de la pequeña Inma), al poco
tiempo se convirtió en una obligación que me impuso la salud.
En una de las revisiones que suelo hacerme, unas veces sin
más excusa que controlarme y otras aprovechando la visita al médico por un
simple dolor de garganta, y tras hacerme unas placas del pecho, el médico
encontró una posible anomalía ventricular en el corazón.
No te voy a dar ni un segundo más para preocuparte. Estoy
bien.
La hipertrofia del corazón de un deportista de fondo, es por
sí sola, una anomalía que creamos con el entrenamiento de resistencia, y hasta
ahí no hay problema. Sin embargo, se pueden producir otras o incluso tener
alguna congénita que desconocemos hasta que aparece.
Pasos y paciencia.
Pasos y paciencia.
Tras tres consultas, me tocó esperar unos meses para
comprobar con una prueba de esfuerzo si algo había cambiado, o si se mantenía y
sobre todo, si estaba capacitado para poder seguir con mi vida normal,
incluyendo en esa normalidad, la práctica de deporte como hasta ahora.
El pasado 15 de julio, algunos lo recordarán porque empecé a
dejar de "tourturar al tour" en las redes, aunque yo lo recordaré
como otra vuelta a empezar, no ya de cero, pero sí de nuevo en mi vida.
Nueva consulta con prueba de esfuerzo incluida y con el diagnóstico
de uno de los mejores doctores en medicina deportiva. Estoy bien de salud. En
muy baja forma por ausencia de entrenamiento con un mínimo de calidad durante
tantos meses, pero apto, como lo estaba hace un año o dos.
En estos meses no he montado en bici más de una o dos veces
por semana sobre una hora. He dejado de nadar casi por completo y solo he
dedicado el tiempo de ocio a correr. Con la bici sufro más pasando cerca de
puertos y negándome a subirlos que no montando y nadando, con un parón más que
apreciable de varios meses, cuando lo intentaba, el pulso me subía demasiado.
No me arrepiento de haber parado. No he sufrido más allá de
lo que supone tener la preocupación de que podía tener algo grave en el
corazón.
Ha sido cara, pero podía haber sido cruz.
El caso es que me encuentro bien. Pero podía haber sido al contrario y por eso, desde el primer día pensé en los cientos de deportistas (triatletas, atletas, ciclistas...) que no se hacen prueba alguna por no estar "obligados", ni por federaciones, organizadores o síntomas "anómalos".
El caso es que me encuentro bien. Pero podía haber sido al contrario y por eso, desde el primer día pensé en los cientos de deportistas (triatletas, atletas, ciclistas...) que no se hacen prueba alguna por no estar "obligados", ni por federaciones, organizadores o síntomas "anómalos".
Mi detección fue casualidad... sí, pero fue un encuentro
casual dentro de una revisión rutinaria.
Yo me las hago. Sé que no voy a ser... y por eso no me
consuela... ese que muere con 103 años
habiendo fumado toda la vida dos paquetes diarios.
Habrá quien lea esto y no haga mucho caso. Habrá quien,
asustado por tanta palabrería, no llegue siquiera hasta aquí (quien lo haga, le
pido que le explique por encima, de qué va esto y por qué lo comento en voz
alta).
Alguno de estos, dedicará más tiempo a abrir los ojos como
platos disfrutando de crónicas de conquistas de los Neil Armstrong o los
Cristóbal Colón del deporte, tan numerosos en estos tiempos. Crónicas que
deslumbran con títulos como que "no hay límites" o los sueños se han
de cumplir "cueste lo que cueste".
Tremenda idiotez. Y lo dice uno que ha hecho quince pruebas
ironman.
Claro que hay límites. La salud y la vida los marca. Y los
sueños, se cumplen mientras se buscan. No hay un final claro y definitivo. Eso
es así y nada lo cambia. En los sueños, uno hace lo correcto, lo real, lo
verdadero y nunca, jamás a costa de lo que sea, y menos de la salud. Si se hace
así, en ese mismo instante deja de ser un sueño para convertirse en una
soberana estupidez.
Y aún teniendo cuidado, hay riesgos. No soy quien para
decirte que igual mañana te enteras de que ya no estoy, no puedo saberlo. Pero
mientras eso llega, hago lo posible por mantenerme en pie con toda la
precaución que puedo. No te cuesta nada hacer lo mismo.
El límite lo pongo yo (y la cordura que me quede).
No me ha dolido parar y dejar pasar el tiempo. No me ha dolido pensar que esto del deporte y como hasta ahora lo vivía, se acababa. Y esto sí que te lo voy a explicar brevemente:
No me ha dolido parar y dejar pasar el tiempo. No me ha dolido pensar que esto del deporte y como hasta ahora lo vivía, se acababa. Y esto sí que te lo voy a explicar brevemente:
En la segunda visita y antes del diagnóstico, al cardiólogo
le dije que:
"si no puedo seguir, dígamelo sin más. No se preocupe.
He vivido más de 30 años todo lo bueno y lo malo que un deportista puede vivir.
No echaré de menos ni me arrepentiré de nada. Tanto me ha quitado como me ha
dado.
Ahora, gracias al cielo, lo que me importa está en el
pasillo esperando a que salga.
Las dos se llaman Inma. Y sea como sea, voy a salir sonriendo".
domingo, 20 de julio de 2014
CADA LOCO CON SU TEMA.
No siento nunca la necesidad de escribir por aquí, ni por ningún otro lado. No veo la obligación por ninguna parte. Lo hago y dejo de hacerlo, según me vienen las ganas y aún con esas, hay veces que tardo en decir algo, y suele ser, mira tú por donde, cuando más ganas tengo de "soltarlo".
Decía una amiga el otro día, que había en el caralibro ya más comentaristas del Tour que seleccionadores de fútbol en los bares.
Me llegó al alma leer tal cosa. No lo niego.
Y me llegó porque, aun siendo cierto y dándome en cierta medida por aludido, la comparación con los "seleccionadores" de fútbol en los bares, es del todo desproporcionada. Eso no tiene visos de parecerse nunca... jamás de los jamases.
Pero estos son dos ejemplos aleatorios de locos cansinos con el "erre que erre" de su tema. Uno intermitente, con un poco de clásicas en primavera, el tour en julio y a ratos la Vuelta en septiembre. El otro es incesante, sin fecha, sin necesidad de partidos, ni de ligas o campeonatos. Basta con que haya cambios de look de delanteros o tristezas de niños ricos para que la cadena, siga siendo perpetua.
Yo soy loco. Tal cual. Y con mi tema, además. Pero aún siéndolo, soy intermitente como ahora, en pleno julio... en pleno Tour. Y dejo de verlo en etapas que se prevén emocionantes, como me consta que han sido estas últimas.
(...mal asunto sería, que cerrara los ojos a las cosas importantes de verdad, por mantenerlos abiertos frente a una pantalla durante tres semanas, que viene a ser, lo que dura un Tour o un mundial de fútbol... no sé si me entiendes...).
La semana pasada trajo un día entre medias para no olvidar. Para no dejar que olvide nunca, que el tema de este loco, es la salud y en ella se me va la vida.
Se puede decir que sin haberme marchado nunca, estoy de vuelta; que han sido muchos meses de dudas y de cierta preocupación... por no decir miedo. Y que en cuanto encuentre las palabras para "soltarlo", más de dos entenderán que el la salud es también para ellos, un "buen" tema a tener en cuenta.
Que no sea todo escribir para que otros te digan que les gusta. Que no sea todo buscar palmada en la espalda, ya sea por heroicidades o por llantos varios.
Que aunque quede en intento... el intento mismo, sea un buen objetivo.
¿el mío? escribir de vez en cuando, entre tanta y tanta paja, un alfiler de cordura, que con un poco de suerte, a alguien le sea útil.
La vida es tremendamente corta y nada mejor para gastarla que hacerse comentarista, seleccionador o cualquier otra cosa.
O lo que es lo mismo, que cada loco enloquezca con su tema lo que buenamente pueda.
Decía una amiga el otro día, que había en el caralibro ya más comentaristas del Tour que seleccionadores de fútbol en los bares.
Me llegó al alma leer tal cosa. No lo niego.
Y me llegó porque, aun siendo cierto y dándome en cierta medida por aludido, la comparación con los "seleccionadores" de fútbol en los bares, es del todo desproporcionada. Eso no tiene visos de parecerse nunca... jamás de los jamases.
Pero estos son dos ejemplos aleatorios de locos cansinos con el "erre que erre" de su tema. Uno intermitente, con un poco de clásicas en primavera, el tour en julio y a ratos la Vuelta en septiembre. El otro es incesante, sin fecha, sin necesidad de partidos, ni de ligas o campeonatos. Basta con que haya cambios de look de delanteros o tristezas de niños ricos para que la cadena, siga siendo perpetua.
Yo soy loco. Tal cual. Y con mi tema, además. Pero aún siéndolo, soy intermitente como ahora, en pleno julio... en pleno Tour. Y dejo de verlo en etapas que se prevén emocionantes, como me consta que han sido estas últimas.
(...mal asunto sería, que cerrara los ojos a las cosas importantes de verdad, por mantenerlos abiertos frente a una pantalla durante tres semanas, que viene a ser, lo que dura un Tour o un mundial de fútbol... no sé si me entiendes...).
La semana pasada trajo un día entre medias para no olvidar. Para no dejar que olvide nunca, que el tema de este loco, es la salud y en ella se me va la vida.
Se puede decir que sin haberme marchado nunca, estoy de vuelta; que han sido muchos meses de dudas y de cierta preocupación... por no decir miedo. Y que en cuanto encuentre las palabras para "soltarlo", más de dos entenderán que el la salud es también para ellos, un "buen" tema a tener en cuenta.
Que no sea todo escribir para que otros te digan que les gusta. Que no sea todo buscar palmada en la espalda, ya sea por heroicidades o por llantos varios.
Que aunque quede en intento... el intento mismo, sea un buen objetivo.
¿el mío? escribir de vez en cuando, entre tanta y tanta paja, un alfiler de cordura, que con un poco de suerte, a alguien le sea útil.
La vida es tremendamente corta y nada mejor para gastarla que hacerse comentarista, seleccionador o cualquier otra cosa.
O lo que es lo mismo, que cada loco enloquezca con su tema lo que buenamente pueda.
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