lunes, 17 de noviembre de 2008

El brillo de las bicicletas.


…mientras yo me limitaba a mirar hacia abajo, e intentar ver a lo lejos el brillo de los coches, para más tarde llegar a distinguir quien venía primero, mi padre me decía:”¡Anda! ¡ven a la sombra!, todavía falta casi media hora para que pasen…”, y me llevaba junto con otros hombres a la sombra de un terraplén que había junto al alto de montaña que los ciclistas acababan de pasar, todos en fila de a uno y todos con cara de mucho sufrimiento.

Me asombraba verles subir tan rápido, y bajar a esa velocidad, ni los coches podían seguirles. Me deslumbraban los destellos del sol reflejándose en aquellas bicis de acero cromadas, aquellas ruedas color plata con radios tan brillantes que a veces no podías ni mirarlos directamente.

Al poco de pasar todo el pelotón, era cuando mi padre y los demás, hablaban de como habían visto el paso por el alto, y se decían eso que siempre se dice: “¡hoy gana fulanico, seguro!”, a lo que otro respondía “¡no te creas!, que menganico va todo el día reservándose”…y todo esto lo deducían del escaso medio km en el que podían verlos venir y pasar por el alto de la Cañá de Alba, que es como se llama el diminuto puerto de un solo kilómetro.
Recuerdo que prestaba atención a estos comentarios, ya que a veces, incluso acertaban… o no, pero esa era la magia, apostar por el desenlace, que fuese el que fuese, siempre acababa siendo emocionante.

Desde pequeño siempre he pensado que fue allí donde me enamoré del ciclismo, en esas mañanas de domingo, y lo sé porque se me ponían los pelos de punta cuando los veía pasar, y oía el griterío de la gente de mi pueblo animándoles, era increible, aquellos ciclistas me parecían especiales, hombres que buscaban el sufrimiento como el que busca un caramelo…. Ahora, con el tiempo, y recordando aquellos momentos de mi vida, de cuando era joven, de cuando era niño, he recordado también, que no solo era el griterío de la gente, ni el gesto de sufrimiento de los ciclistas lo que me ponía los pelos de punta, también era el brillo de las bicicletas.

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