miércoles, 5 de noviembre de 2008

Anoche tuve un sueño...



Anoche tuve un sueño…

Anoche tuve un sueño, soñé que era feliz, soñé que vencía en un Ironman, incluso llegué a soñar que era en Hawaii, me ví entrenando como nunca durante meses y meses para el gran día, y me ví feliz.

Soñé, también, que era profesional, un privilegiado que vivía de un par de buenos sponsors, sin más trabajo que mi ocio deportivo, sólo entrenar y entrenar, y me ví feliz.

Seguí soñando, y soñé que llegaba a ese día, de noche con luna llena, de octubre, en el mejor estado físico de mi vida, pero qué feliz me ví, qué feliz…

Transcurrida gran parte de la noche, y metido de lleno en mi maravilloso sueño, empezaron a llegarme las imágenes de las miles de horas robadas a la familia, los cientos de días sin reirme con los amigos, los miles de euros arrancados a mi propio bolsillo…y aún así, soñando, fui feliz.

Soñé que Hawaii era el sueño y que todo lo demás carecía de importancia, el resto de pruebas, el resto de gente, amigos, familia, dinero…sólo existía ése día de octubre, con noche de luna llena.

Recuerdo bien lo felíz que fui durante el sueño, mientras pagaba cientos y hasta miles de euros para cumplir el sueño de completar un Ironman, que si encima me clasificaba me daría el billete para cumplir otro sueño, el sueño de ir a la Meca, que si iba y entrenaba mucho me daría la satisfacción, vamos, otro sueño, el sueño de bajar de las 11 horas, o de las 10, o de las 9, y que ese conjunto de sueños, me darían el salvoconducto para ser leyenda, un mito viviente, un ejemplo para todos y un nombre para la posteridad.

Y detrás de todo éste montón de sueños que tenía dentro del sueño que tuve anoche, vi a los organizadores, los ví a todos, los ví felices con mi presencia, felices de verme allí, por saber de mi historia, por poder compartir conmigo la más grande y reconfortante experiencia de mi vida.

Durante ésta fase del sueño, intuí que no era el dinero lo que les movía, que cobrar tal cantidad de euracos por dejarme participar, incrementar la cantidad cada poco tiempo, según quedaran cada vez menos plazas, devolverme el 75% de lo ingresado siempre y cuando renegara de mi participación un par de meses antes, ofrecerme la increíble y maravillosa posibilidad de “clasificarme” directamente comprando boletos de lotería Ironman, cuantos más mejor, a diestro y siniestro, como si del calvo de la navidad se tratara, todo..todo aquello era por pura necesidad, todo lo hacían por y para mí, para que mi sueño se realizara.

Durante años los organizadores me han ido susurrando al oído, suave y melódicamente, eso de: “si quieres puedes”, “los límites no existen”, “nada es imposible”…por eso tanto ellos como yo, mientras soñaba, soñé que éramos felices.

¡¡DIOS!! menos mal que ésta mañana me he despertado y del resto del sueño casi ni me acuerdo…por que si no, me cargo la poca felicidad que me queda.

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