jueves, 22 de mayo de 2014

La cara de la luna.

Desde que os conocéis, Inma y tú no os ponéis de acuerdo sobre si la luna tiene cara o no. Ella dice que se ve claramente y tú… tú solo ves manchas oscuras.

Compressport Trail Camí de Cavalls. Menorca.

Tu límite soy yo.
- Soy tu cuerpo. Deberías cuidarme un poco más. No quiero que me dejes quieto, ya sabes que eso me sienta aún peor pero… no digas más que haces cosas por buscar tu límite. Tu límite soy yo… pregúntame alguna vez si quiero seguir.
Entre tú y la de arriba, la del cráneo duro, vais a terminar conmigo más pronto que tarde.

Supongo que a primeros de año te haría gracia pensar en recorrer 185 kilómetros y así, darle toda la vuelta a la isla de Menorca. Maldita la gracia que me hizo a mí, pensar en qué camino me ibas a meter durante meses, antes de ese otro camino de caballos.

1943 kilómetros en 128 días.
La de arriba, igual hasta se ha aburrido desde aquel 9 de enero, corriendo durante 128 días sin interrupción, sin saber que precisamente, buscar la forma de sacar un entrenamiento diario, por pequeño que fuese, será determinante para salir de situaciones que sientas difíciles de salvar.


Tú lo tendrías claro pero yo, reconozco que casi hasta el último momento, pensé que bromeabas. Vale que hicimos días de 4, de 6  y alguno hasta de 8 horas, pero aún así… creí que no te atreverías.


También recogimos el fruto de la amistad compartida. Durante 11 horas en la Vuelta a Espuña, junto a Andrés, su madre y muchos otros.


Me llevas sin preguntar, sin saber si estoy para ello, a una isla donde nos azotará el viento del norte y la sal que trae consigo se pegará en la piel humedecida para luego secarse y hasta cuartearse con el calor de los bosques.

Pretendes que crucemos playas y mis pies se claven en la arena mientras corremos, porque si caminamos sobre ella, el cansancio será aún mayor.
También quieres correr, nada menos que 100 kms, antes de que el día termine, para hacer los otros 85 durante la noche y sabes bien, que de noche no has corrido nunca.

Morir en vida.
¿A quién quieres engañar Ramón?, tus ironman y tu vida de deporte no te convalida nada mañana cuando nos den la salida. Miéntele a la de arriba y dile que esto lo haces sin más pretensiones que llegar y sentirte mejor tras conseguirlo. Dile que es necesario vivir intensamente para que morir valga la pena. Convéncela de que haciendo esto, te quitarás un peso de encima porque la vida después, será otra.


No necesitas nada de eso. No vas a ser mejor. Ni siquiera quieres ser mejor que nadie. No te van a querer ni te vas a querer más cuando lo consigas. Da igual si terminas. Morir ahora no vale la pena y tu vida, precisamente ahora, no la cambias por ninguna.

En realidad lo que sucede, es que de alguna manera sabes que naciste para vivir y no para morir viviendo.

Notar que te haces viejo por momentos… no hay nada más satisfactorio y lleno de sentido que eso. Al fin y al cabo, estar vivo es la condición para sentirlo.


El dolor te hace humano. La sal en la cara y en el aire. El sol que te abrasa. El frío de la noche y el aroma de una luna que parece estar viva. Todo eso te hace humano.
Ramón, tú ya no vas a morir en vida.

Día.
El día ha llegado.  Anoche llegó tarde y cansado Zigor Iturrieta. Entró a la habitación con cuidado para no despertarte, pero tú andabas aún desvelado, pensando entre otras cosas que al vizcaíno no le daría tiempo. Cuatro palabras de saludo y a dormir.

Zigor Iturrieta. Vencedor final de la prueba.

Desayunando hablabais ya, Zigor y tú, casi como si os conocierais de hace tiempo. Parece buena gente. Cercano y humilde. Ya te da consejos de buena mañana sin conocerte apenas, y te cuenta que alguna vez se durmió corriendo. La de arriba ha pensado que eso ya es demasiado.

No entiendo tu tranquilidad en la salida. Estás a punto de castigarme con 185 kms sin más armas que yo, tu cuerpo, y la de arriba, tu cabeza. Vaya tres…

El ambiente es mucho más grande de lo que imaginaste y la música justo antes de salir, hace que me suba el pulso de buena mañana.

Unión.
Son las 9. Toca dar el primer paso y a partir de ese, que la mente se consuele pensando en que ya siempre serán menos, esos 185.
Xabi, Zigor, Dani, Jordi, Ramón.
Compressport.
Estás en el equipo de Compressport para esta prueba y todos han salido delante de ti, más rápido de lo que esperábamos. Dame tregua Ramón, no quieras cazarles acelerando sin más, pero tampoco les pierdas mucho de vista, que de estas batallas tan largas en el tiempo sabes poco. Toca aprender mientras luchas y asimilar lo aprendido una hora para aplicarlo quizás, en la hora siguiente.
 Vienes poco preparado. Te lo dije y te lo digo. Vamos a ser prudentes. Si se han de ir, que se vayan.

 Pasados 20 kms, estamos en zona boscosa y hace calor. Sigues bebiendo y coges una barrita de Keep Going que tienes prevista entre un control y otro. Llevas la mochila cargada, mucho más que el resto. Bolsa de agua con Triforza, botellín, comida… sabes que eres el más novato, pero por ahí no te importa. Ir así te da tranquilidad, aunque en este caso, la tranquilidad pesa.

No te relajes porque ahora el terreno es suave y en descenso fácil. 
No te sueltes por ir solo.
No te acerques tanto al muro de piedra Ramón…¡¡¡ no, noooo¡¡¡, no tropieces así¡¡¡ Otra vez nooo.¡¡¡
Gritas. Sí. Gritas al caer del costado derecho otra vez. Aún tienes el dedo meñique medio tonto desde marzo y vuelves a rasgarme la piel y amoratarme el brazo.
Tú gritas, pero soy yo quien sufre.
Levanta. Corre como si nada hubiese pasado y ya veremos si hay algo roto. Si lo hay, descuida que te paro.
Detente¡¡ no…¡¡ no te pasa nada animal de cuadra...¡, para y vuelve a por el envoltorio de barrita que se te ha caído. Ya rompiste el muro de piedra, no vayas también dejando basura tirada.

Menorca
Montañas y acantilados. Zonas de bosque y campos. Este lugar es tremendamente hermoso. En eso, y por una vez, estamos de acuerdo tú y yo.

Costa norte. Primeras horas de la tarde del viernes.

Me duelen las piernas desde aquellas dos primeras horas hechas. Mejor no me digas que seguiremos corriendo veintitantas más.

Es el kilómetro 68. Ya hemos pasado las 7 horas de carrera y cerca se oyen voces por megafonía y el murmullo de un gentío. Al girar se ve un arco de salida y la parte trasera de un montón de corredores que se disponen a hacer el Trekking Norte sobre 32 kms.

No me da tiempo a pasarles antes de que empiecen y paso justo detrás de ellos.
Mi paso ya es mecánico. De ahí ni voy a subir ni, mientras la de arriba lo decida, voy a bajar.

Estamos llegando al km 100. Lugar de descanso y de alguna manera, punto intermedio al que llegar con lucidez es vital.
Buscando 100 kms entre participantes del Trekking norte de 32 kms.

Las últimas tres o cuatro horas, parecías un bicho raro.
Andabas mezclado entre los corredores de la prueba corta y aún así, solo. Escondido en tus pensamientos. Te he oído tararear la música de Pocoyo… ¿no había otra Ramón?... ya, lo sé, es la que más oyes últimamente.
Dices que has oído a Inma decirte “papá” varias veces… ¿cuántos años dura esta prueba, Dios mío... ?

 Este deporte deja pocos rincones de tu ser sin escudriñar, te deja sentir la euforia de la fuerza y el ánimo en todo lo alto, justo después de haber sentido que tocabas fondo y que todo terminaría en pocos minutos.

100 kilómetros.
 Ese punto hasta el cual, tu cabeza sabía que llegaría por mucho que sufriese y tu tenías claro que era vital hacerlo de día. Y yo?, tu cuerpo. Yo qué?... pues oye, la paciencia que hemos tenido los dos, ha valido la pena. Llego bien. Me cuesta creerlo pero llego muy bien a este punto. Ramón, por ahora me estás tratando mejor de lo que pensaba.

Pedro Piñero, Juanjo Mateos. Mis hermanos.
Foto: Ceremonia de premios con Juanjo como vencedor del Trekking Sur 54 kms.

La alegría sin duda ha sido encontrar a Pedro y a Juanjo allí esperándome, paisanos y en el caso de Juanjo, compañero de muchas horas de entrenamiento. Mañana les toca a ellos el Trekking Sur sobre 54 kms.

Me cuidan y me miman como a un hermano. Me ven bien y les veo disfrutar.
Segundos después de terminar los primeros 100 kms.

“Ya llevas 10h52’ y tienes buena cara. Tómatelo tranquilo a partir de ahora que la noche es dura.” me dicen.
Limpiando y cuidando la "mecánica". Pies sucios, pero en muy buenas condiciones gracias a las GOrun ULTRA.

No me gusta la cara que has puesto cuando la mente ha pensado en 85 kms… has sonreído pedazo de c…  ¿cómo que eso no es nada para lo que llevas?... la que me espera después de 25’ de descanso… no sé si podré contarla. Mientras, tras comer, cambio de calcetines, nueva capa de vaselina y aprovisionamiento de ropa y comida.
Las Skechers GOrun ULTRA, van de maravilla. Parecen haberlas inventado para esta prueba. He acertado de pleno y me olvido de que las llevo.


Salimos con fuerzas y ánimos renovados. Todavía queda algo de sol.
Sentado mientras comía un poco de pasta,  han llegado el 5º y el 6º clasificados hasta ese momento. No le damos vueltas al asunto. Si no nos importó antes, tampoco lo hará ahora.

Mucho plato para lo que me entra. No hay hambre. Las barritas me llevan saciado y sin falta.

La noche nos cae encima. En los claros aún se ve, pero en los sombríos, el frontal empieza a hacer falta.

No te rindas ahora. Tienes fuerzas y aún no ves los kilómetros como algo imposible.


El ocaso ha sido quizás, quien te haya hecho recordar a María Isabel, a tu prima fallecida en diciembre y con quien te quedó una pena que aún no te quitas.
Vamos a parar y a caminar aunque no haya cuestas Ramón. Llora un poco y respira despacio que no hay más prisa que la que tú quieras que haya.

Yo, tu cuerpo, estoy contigo y ya no te pongo en duda. Vamos a ir juntos, vamos a sufrir juntos, vamos a llorar juntos y vamos a vivir juntos. A partir de ahora somos uno.

La noche. La oscuridad.
Nada más ponerse el sol, ha llegado el frío. La brisa del mar viene húmeda y cala bajo el cortavientos y la camiseta.
Suerte que he previsto las gafas graduadas. Si tropiezo de día… es fácil que no deje piedra ni muro en pie durante la noche...

La noche tiene la virtud de parar el tiempo. Va pasando, pero de otra manera. No lo notas. Te da igual si son las 2 o las 3. Por poco que te descuides, el tiempo puede pasar y sin darte cuenta no comes y no bebes hasta que es demasiado tarde. Llevo la mochila cargada de geles para la noche y el Triforza en la bolsa de agua. Durante el día comí barritas y ahora toca cambiar.
Cuatro imprescindibles. Salts Plus, Triforza sabor tropical. Barritas y geles Keep Going.

Corriendo por zonas de bosque cerrado, caminando hacia lo alto entre rocas y bajando a barrancos donde el frío es intenso. Intento expirar hacia abajo para que el vaho no me tape el haz de luz del frontal.
Otro mal amigo a llegado para acompañarme toda la noche antes de lo esperado, el sueño.
Aún tiritando durante alguna hora continua, me he dormido mientras trotaba o subía alguna senda. Zigor tenía razón. Dos pasos con los ojos cerrados… uno con ellos abiertos…
Ya no consigo quitarme el frío de dentro. En un avituallamiento me dan caldo caliente y lo tomo sin medida. Luego me cuesta volver a correr llevando el estómago hinchado.
Los avituallamientos son como islas en la noche, a las que un naufrago llega sin esperanza y se encuentra a gente que grita cuando llegas, se desvive porque comas y te despide con ánimos que son vida. Esos son los voluntarios. Sin ellos… sin ellos no se podría.
Novato sin luces.
El frontal. Mala noche he elegido para probar algo nuevo, algo como correr durante toda la noche.
Novato, tonto, iluso e infeliz son los adjetivos más suaves que se me pueden decir.

Zigor me lo advirtió de buena mañana. Me dijo que no llevase la luz demasiado tiempo al máximo o me quedaría sin ella antes del alba.

A las tres de la madrugada, el aviso fue claro. Me quedaba a oscuras. Cambié pilas pero me faltó una. Con esas llegué hasta algo más de las 4 y media.
Una vez el frontal pasó a mejor vida, usé el móvil y eso que llaman linterna… cinco minutos y la batería del móvil también a cero. Esto ya si que suponía un problema.

Sobrevivir.
Se terminó correr. Se terminó casi caminar y solo lo hago con cierta normalidad en las zonas de claros, donde la luna casi llena es mi suerte, mi guía, mi compañera, es todo lo que quiero y necesito en ese momento. Pero entrar en zona boscosa se convierte en algo que me cuesta definir.
A veces paro y palpo con las manos el suelo para saber donde pisar. No quiero caerme. En casa están mis mujeres esperando y esto, aunque muchos no lo entiendan aún, lo hago por nada.

Me planteo parar, sentarme y abrigarme con la manta térmica hasta que amanezca o hasta que alguien me alcance. Pero aún así, continuo. Lento como un ciego sin lazarillo. Torpe como una rana con tacones.

Cada vez que salgo de los árboles, no solo veo más, sino que miro a la luna y hasta por momentos, me da por correr sin luz y sin temor a nada. 

Amanecer
Está amaneciendo. Ya veo con más o menos claridad donde piso. Tengo frío y ganas de quitármelo. Ganas de llegar. Ganas de terminar este camino de días, semanas y meses.

Estoy corriendo demasiado rápido, pienso a veces. No quiero parar ni en las pocas subidas que quedan ya. Veinte kms me quedan… eso no es nada. No pienso parar hasta que se terminen.
Sigo sintiendo que me da igual si alcanzo o me alcanzan. Llevo toda la noche solo y cualquiera de las dos opciones me sirve.

Faltan menos de cinco kms. Estoy corriendo, sigo corriendo 180 kms después de empezar esta locura.
Aún con las gafas y el abrigo para la noche. 180 kms después...

Jordi y Liliana aparecen y de repente me siento como un niño muerto de frío al que esperaban sus padres para darle calor. Y algo así, como parte de mi familia han sido durante estos días.

Un chaval en bicicleta se decide a acompañarme los últimos metros.
Esto se termina.

Casi un día después, todo termina o como en otras ocasiones, todo comienza.

El chupete que mi hija nunca se quiso poner, lo llevo enganchado en la mochila y tras llevar mil veces mi mano hacia atrás para tocarlo durante 23 horas y 15’, lo cojo para ponérmelo por última vez cruzando una meta.
Inma ya es toda una  mujer, un año y un mes nada más y nada menos…
Arropado.
Jordi.
De nuevo, en familia se convierten quienes esperan en meta. Poca gente. Es demasiado temprano. Poca pero la justa y la que necesito. Jordi, Liliana y Víctor.

No sabía como agradeceros todo lo que habéis hecho por mí estos días y no he visto mejor manera que correr todo lo que podía… al fin y al cabo, eso lo sé hacer.

Últimos instantes de un camino que parecía no terminar nunca.

No he llorado al entrar a meta. Y no es que me esté endureciendo, es sencillamente que las lágrimas las he ido gastando durante el camino.
Apenas sin fuerzas para responder a las preguntas.
Gracias Víctor por el apoyo.

Camino
El camino se llama Camí de Cavalls, Camino de Caballos, y también todo lo hecho desde hace años. 
Desde diciembre pasado cuando María Isabel nos dejó.
Desde primeros de año cuando con certeza, Jordi me dijo que no debía dejar de vivir algo como esto.

Desde que decidí que, de alguna manera, debía comprobar yo mismo si la luna tiene cara.

Inma, tenías razón, no solo tiene cara la luna, sino que además, a mí me ha sonreído esta noche mientras corría.

No hay comentarios: