viernes, 7 de octubre de 2011

El espíritu de los sueños.

El mío... no esperaré para confesarlo... el mío es volver allí. Tengo la sensación de haberme dejado algo que tengo que recoger cuando vaya, si alguna vez vuelvo. Y en el fondo, tengo la sensación también de que aunque volviera mil veces, lo que dejé allí... allí quedará ya para siempre.

A estas horas, 9 de la noche del viernes, aquí en España, los afortunados que se encuentran en Kona, estarán nadando en esa última sesión antes del gran día.
Mañana estaré con varios amigos que allí se encuentran, con la mente y el corazón, deseando que vivan la experiencia y que les llene tanto o más que a mí, si eso es posible :-), deseando que les vaya bien, y bueno, si anhelan una buena marca y además la consiguen, me alegraré por ellos, pero eso no es lo más importante, al menos no allí, al menos no la primera vez que vas. La primera vez solo existe una ley, una norma, una obligación: terminar.

El año pasado, también tuve la suerte de conocer y hacer buenas amistades con otros buenos triatletas y sobre todo buena gente, con los que compartí muy buenos ratos de risas.

Foto 1: Con Jose Salom y con Roberto, tras dejar las bicis en boxes.

A las siete de la mañana, cuando llegábamos todos los días de la semana previa, el Pier, y la diminuta playa se convertía en un hervidero de triatletas. No te hacías a la idea de la hora que era, pues el sol ya apretaba cuanto quería y la humedad, como siempre, era alta.
Foto 2. Tomada por Inma desde Alli Drive. Una mañana cualquiera de la semana previa en el Pier.

Como tuve la mala fortuna de que me perdieran la bici entre los distintos vuelos que hicimos desde Madrid a Hawaii, los primeros días, mi rutina era sencilla: nadar unos 40' o 50' y volver al apartahotel corriendo por Alli Drive durante 6 kms, sin más prendas que un pantalón corto, las zapatillas y unas gafas de sol. Así, hasta el dia anterior de la prueba, e incluso, lo repetí el día que tocaba coger el primer avión de vuelta.

Te das cuenta, desde el primer momento del primer dia, que no te importaría repetir esa rutina una y otra vez allí, el resto de tus días.

Recuerdo las primeras brazadas que dí en esas aguas. Me pareció raro estar tan tranquilo, igual era el efecto del jet lag. El caso es que, apenas te lanzas a nadar, ya lo haces sobre corales y debajo tuyo, abundan peces de colores.
En un momento dado, posiblemente no llevaba ni un minuto nadando, al sacar la cabeza para respirar, miré hacia mi izquierda, y ví el volcán Mauna Kea, con sus más de 4000 mts de altitud... y entonces sí...  me recorrió un escalofrío y recuerdo perfectamente, que sonreí debajo del agua, mientras pensaba: ¡madre mía, estoy en Hawaii...¡¡

Creo que esa es la sensación que acabó de explicarme algo que, yo mismo no terminaba de entender sobre el sueño hawaiiano. Me dí cuenta desde el primer instante.

Desde hace más de treinta años, son miles de personas, las que tocan aquel suelo, dispuestos a sufrir, a gozar, a dejarse un poco de su vida allí... por quién sabe qué motivo.

Es dificil pensar, que tanta energía salida de tantos corazones, no se quede allí, para siempre.

Hay muchos ironman, muchas pruebas míticas ya, de todo; pero solo una tiene el espíritu, un espíritu que solo sabe volar por aquella isla, el espíritu de los soñadores, el espíritu de los sueños.
Resulta extraño recordar algo que, sin cerrar los ojos siquiera, me parece haber vivido ayer mismo. Y ahora es cuando uno suelta la frase esa de: "hay que ver, cómo pasa el tiempo"... pues sí, pasa tan rápido y es tan implacable, que no deja de darme la razón cada vez que pienso... cada vez que le digo a cualquiera, que aquello a lo que llamas sueños, se esfumará cuando tu te esfumes, cuando tu no existas... y por eso, mientras existas, mientras seas parte de éste mundo y de toda su brevedad, debes meterte en el agua, mirar hacia delante y sin pensarlo demasiado... lanzarte.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me quedo de esta entrada con la ultima parte...me ha encantado.
Felicidades tambien por tu Titan,esa carrera es muy especial.
Amaya

ramón dijo...

Sólo me faltó tenerte sonriendo y animando cada dos kilómetros Amaya :-)
Agradecido quedo por lo que dices.

Javier Morilla dijo...

Como tantas veces, embelesado con tu lectura. Los sueños, sueños son...unos lo llaman Titán, otros Hawai, y otros pocos incluso Amore...;-)
Un fuerte abrazo Ramón, fue un placer tenerte de nuevo por tu/nuestra Sierra de Cádiz.