domingo, 30 de septiembre de 2012

Dia 2 después del desastre. Hoy no soy deportista, soy lumbrerense.


Hoy domingo, en Puerto Lumbreras luce el sol, hace un día precioso. Ayer tarde, Inma y yo paseamos y vimos parte de las consecuencias, aunque sabemos que es más abajo del pueblo donde todo está peor.
Hay zonas con capas de barro que tardarán en desaparecer, alguna carretera cortada y dudo que quede algún camino practicable.
La mayoría de los que leéis cuanto escribo, sois deportistas y me conocéis precisamente por eso, por el deporte. No es que dirija la entrada especialmente a vosotros, pero entiendo que al resto de amigos, los de aquí, los lumbrerenses poco he de decir, porque entienden perfectamente todo.
El viernes por la mañana "pasé a limpio" una entrada en mi blog sobre las próximas competiciones en las que me gustaría estar, en Antella el sábado próximo y en Cabo de Gata para el 21 de octubre. Dos pruebas de distancia medio ironman que estoy intentando preparar lo mejor posible desde hace semanas, ya que llevo mucho sin competir en esa distancia (desde mayo pasado). 
No pude enlazarla y todavía no lo haré, porque todavía me cuesta mucho pensar en términos "deportivos". Obviamente, no hubo entrenamiento alguno el viernes y ayer, en casa intenté hacer algo, más para quitarme la tensión acumulada que para otra cosa, porque la sangre todavía no me corre... como sangre por las venas. Por momentos, se me acelera el pulso sin necesidad de ningún ejercicio físico.
Voy a intentar rodar un poco hoy, rodar por rodar y no pensar que sea para nada más que para ir volviendo mentalmente a la normalidad. Tengo que dejar de pensar en qué podía haber pasado... porque por suerte, aunque estuvimos cerca, no paso nada.
Tuve la oportunidad de desplazarme al Titán el viernes y competir finalmente ayer, a esa prueba a la que tanto le debo, que en su momento colaboró con la asociación Adica de MI pueblo, PUERTO LUMBRERAS, y que más tarde fue la base de la realización de Correveidile, donde trabajamos todo lo posible por la Discapacidad, le debo mucho a ése lugar, lo siento así y mi agradecimiento ya no es pensar en términos competitivos, sino sencillamente estar allí, ser parte, como lo ha sido durante 7 años seguidos.
Tuve la oportunidad de salir el viernes para Cádiz y ahora, doy gracias cada segundo de no haber dado ni un paso para arriba, de haberme quedado en casa, con mi mujer, en mi pueblo, con los míos. Aunque no hubiese pasado nada, creo que no me lo habría perdonado en la vida.
Sinceramente, entiendo que cada persona tiene una forma de ser y de pensar, y que yo no he de tener toda la razón o incluso, ninguna razón. Pero es la mía, y ayer, no ya competir, sino sencillamente entrenar pensando en otra cosa que no fuese todo lo que me rodea estos días, es algo que me tocaría entender, pero no compartir.
Sin embargo, será el estado de nervios que aún tengo, la mala leche que me sale por tanta impotencia, por no quitarme de la cabeza lo que pasó, lo que pudo pasarle a los míos, familiares y amigos y la tragedia de la gente que ha muerto y sus familias. De esa niña de 9 años que compartía clase con mi sobrina, de su abuelo, de Juan Asensio, que se dejó la vida para salvar al hermano y cuando volvió a por la cría y su abuelo, murió, dejando viuda y dos huérfanos. Todo eso me merece un respeto, y desde luego, me dejó helada la sangre el viernes y ayer sábado.
Entiendo que las personas somos distintas y entiendo también que uno ha de ser de un lugar para vivirlo y sentirlo, sobre todo cuando las cosas van mal. Yo soy lumbrerense, nací en una casa pequeña con dos estancias divididas por un tabique, en el casco viejo. Supongo que será eso, llevar 42 años pisando este pueblo, conocer a sus gentes, sus calles.
Supongo que será eso, lo que hace que el respeto que me queda solo sea para Juan Asensio, un hombre de la edad de mi padre, albañil y HEROE, que ha dejado su vida y destrozada la de su familia, por salvar a dos críos y su abuelo. No tengo más respeto que ese, y es para él.
La mayorías sois deportistas, como yo, competimos y nos créemos importantes porque hacemos ironman, maratones, duatlones, o ganamos competiciones... no somos nada. Como mucho los mejores del barrio, los menos malos de la provincia. No hay valor en nuestros actos, ni son actos que nos lleven a nada, y mucho menos cuando queremos que se nos valore el esfuerzo... de algo que hacemos libremente y nadie nos obliga, algo que ni siquiera nos da el pan.
Mi respeto es para quien se gana la vida con lo que hace y se levanta cada día para hacerlo. Para el resto, para los no profesionales, que somos la inmensa mayoría, el respeto que siento hacia qué puestos o carreras gana este o aquel o cuanto a entrenado, no va más allá de mi admiración por hacer lo que le gusta, por disfrutar de su hobbie y de buscar con ello el encuentro y la relación con otras personas, sin estar ni creer nunca que uno está por encima de los demás.
Juan Asensio, no hizo nunca un ironman, ni ganó mil carreras, ni pediría jamás respeto por creerse más que nadie, era albañil y dejó a dos hijos sin padre, por salvar a otros.
No hay mucho más que decir. Nosotros, absolutamente todos, ante eso, no somos nada.
Ha salido el sol y con él, yo también voy a salir a buscar la normalidad, a trotar un rato. Hacerlo ayer o pensar siquiera en hacerlo el viernes, no solo no era posible ni se me pasaba por la cabeza, es que personalmente, me habría sentido sin sangre en las venas.
No es una cuestión de moralidad, ni siquiera de conciencia. No es una cuestión de pensar que debía quedarme sin hacer deporte por si hacía falta en otro lugar. Es una cuestión de prioridades, de qué cosas son las que ocupan mi cabeza, y estos días, por suerte para mí, esas cosas no son, ni yo ni mis carreras.

1 comentario:

XabierOrio dijo...

Un saludo Ramón, gracias por compartir esta dura y tan injusta realidad, no se ni k escribir. Solo siento tristeza y admiración por esa persona de nombre Juan Asensio...