lunes, 7 de abril de 2014

He encontrado un atajo. (Empezar más despacio).

Lunes 7 Abril 2014.


"El día que, por fin, tocó salir del hospital, me llevaron hasta el médico que debía darme el alta. No podía caminar porque dos cosas me lo impedían. Una era el destrozo general de una musculatura que necesitaría mucho tiempo para regenerar casi cada fibra y la otra, el olvido. Lo primero era asumible y debía dar paso a lo segundo, al recuerdo.
Esta parte era más complicada de soportar. Tener que pensar con qué pie debía iniciar la marcha cada día, para cuatro pasos que daba de mala manera por la habitación y el pasillo de mi casa era, sencillamente, descorazonador.



Pregunté al doctor por mi rehabilitación. Quería ver una luz, por lejos y pequeña que fuese. Y me dijo que no la había, que el día a día sería mi cura. Entonces dejé la pregunta y pasé a suplicarle que me dijese qué hacer a partir de entonces, que no me importaba el tiempo, ni la esperanza de quedar igual que antes. No dijo nada, porque no sabía ni qué hacer ni cómo, solo que no caminaría bien en al menos, un año. De la súplica al enfado pasé en un segundo y en ese tiempo, tracé el camino. Tenía familia y cuatro amigos, para qué más. Y el enfado lo cambié por silencio".

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CUADERNO DE BITÁCORA. Día 1.



A partir de hoy, y hasta el 16 de mayo próximo, tengo 40 días para terminar de entrenar o para entrenar del todo algo en lo que me he ido metiendo "sin querer queriendo".
Ese día, como ya  he anunciado en alguna ocasión, intentaré terminar una prueba de 185 kilómetros corriendo y caminando, sin saber aún qué proporción de ambas formas habrá..

Se trata de dar la vuelta a la isla de Menorca por la ruta Camí de Cavalls.



Esta prueba no es ni principio ni final de nada. Solo es otro paso hacia ninguna parte, como siempre. Y quien quiera que lo entienda que yo, yo ya ni lo intento.



La vida de monje no me atrae, porque me gusta demasiado la gente y el día a día. Pero el reto en estos cuarenta días, es repartir a partes iguales, charlas con todos y conversaciones con el espejo.
Si descuido ese aspecto, si no voy haciendo las paces conmigo, no habrá manera, por mucho que entrene o me cuide.



"Cuaderno de bitácora de una cabra", se convierte, a partir de hoy, en parte del hilo que me deje conversar con ese otro sujeto, el de los Otros vicios y triatlón, el que se ha tirado por un tiempo al monte. La "cabra"... al fin y al cabo.



Comenzamos.

Lunes 7 Abril
40 días.

Ayer la semana terminó bien... bien cansado. Lo malo o bueno, de ir adaptándose al monte es que cada día buscas cuestas más largas, más duras o simplemente... más cuestas. Y ayer fue un día de esos que apetecía llanear poco... hasta habría puesto una cuesta para llegar a casa... cuesta abajo... por supuesto.

Hoy,  a última hora de la tarde, carrera corta hasta el gimnasio del pabellón. Sesión ligera de fortalecimiento. Todo piernas y abdomen. Nada de brazos.

Las rodillas siguen doliendo después de tantos días sin dejar de correr. Tengo que empezar de una vez a montar de nuevo en bici y nadar un poco o me atrofiaré más que el tronco de un olivo centenario.
Vuelta a casa a trote cochinero, transfiriendo de mala manera la musculación hecha y con más hambre que el perro de un fragüero, que se comía las chispas por comer algo caliente...
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Yo ya sé porqué me gusta tanto el deporte de resistencia, el del largo aliento, el de -lentico se llega más lejos...-
Cada vez que me dicen lo corta que es la vida, más me empeño en saborearla despacio.

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